La conversación secreta entra Duhalde y los hermanos Scioli
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Después fue al centro de sus preocupaciones. Todas las versiones aquí coinciden. Las que depositó Duhalde en los oídos de un íntimo y la que llegó al cenáculo de Kirchner. «Decile a Daniel que llegó la hora de definir en qué vereda está. El no debería aceptar el ofrecimiento que le hicieron. Es como hipotecar toda su credibilidad con gente que no lo quiere. El sabe que no lo quieren. Además, deberías avisarle que nosotros le complicaríamos la campaña. No va a ser fácil.». Habría que imaginar las sonrisas y el tono paternal para que este párrafo de Duhalde no suene con el tono de «El Padrino», según el retrato inmortal de Cristina Kirchner.
«Pepe» ya está acostumbrado a recibir recados de esta índole destinados a su hermano. Algo parecido escuchó cuando desde el gobierno le dijeron -fin de enero pasado- que « Daniel debe definir en qué vereda está. Si sigue con nosotros o si se va con 'el Colorado'» ( referencia a su amigo Francisco de Narváez). En cambio, hubo otro detalle que inquietó al hermano del vicepresidente: la presencia de un fotógrafo, al salir del encuentro, de editorial «Perfil», según supuso él. Esa sorpresa alentó todas sus fantasías. La idea de que Duhalde lo había llevado a una encerrona. La sospecha, tan extendida en el gobierno, de que entre los medios de Fontevecchia y las maquinaciones del ex presidente existen afinidades muy antiguas, nacidas en los avatares del «caso Cabezas» y alimentadas por un abogado que recibió el indulto del gobierno duhaldista. Demasiado sentimiento de persecución. ¿Por qué no pensar en que las infidencias de Daniel Scioli con el hiperactivo operador de prensa Gabriel Hochbaum terminaron alimentando las notas de « Perfil» sobre los Scioli, igual que cualquier otro material periodístico referido a la familia? Aunque últimamente se mueve en el sector financiero, Hochbaum es un experto en farándula: ¿quién mejor?
Lo que importa, en cambio, es la política. La movida de Kirchner obligó a Duhalde a abandonar su cómoda penumbra. Y a manifestarse como el viejo señor del distrito que sueña todavía ser, a pesar de la derrota de su mujer ante la de Kirchner en octubre del año pasado. Por otra parte, la convocatoria a Scioli y la misma advertencia derivada de ella son material de análisis para la pareja presidencial: ¿hasta dónde llegaban los compromisos del vicepresidente con el principal adversario del gobierno? ¿Cuándo se disolvieron? O, mejor dicho, ¿se disolvieron?
El ex presidente conoce el distrito donde se libra la batalla. Sabe del atractivo que puede tener para su público un político al que todavía se lo ve como un hombre del espectáculo o del deporte. Y debe enfrentar ese desafío sin más recursos que el pálido Roberto Lavagna. Es que todavía Duhalde y su socio Raúl Alfonsín están lejos de conseguir para sí una llave parecida a la que los Kirchner encontraron en Scioli: es Mauricio Macri, a quien ambos quieren en la provincia, a la que se trasladaría el duelo planteado hasta hace pocas semanas en la Capital. Una simetría todavía inalcanzable.
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