11 de septiembre 2007 - 00:00

Manipulación de listas casi le costó a Kirchner hombre clave

AlbertoBalestrini, OscarParrilli, AlbertoFernández, CarlosMosse y AníbalFernández
Alberto Balestrini, Oscar Parrilli, Alberto Fernández, Carlos Mosse y Aníbal Fernández
- Es un impresentable: va a sacar 4 mil votos y yo cuatrocientos mil.

- Pero no seas antiguo, Balestrini.

- ¿Cómo antiguo? Yo soy peronista ortodoxo y defiendo al peronismo. Soy peronista.

El brusco clack y, luego, los bip bip bip le indicaron a Alberto Balestrini que del otro lado, Cristina Kirchner había clausurado, de mala manera, el diálogo. Era el mediodía del sábado, y los forcejeos por las boletas K lograban desafiar rangos y jefaturas.

Aguijoneada por Oscar Parrili, que oficia de «comisario piquetero», la primera dama intervino en el caso La Matanza para que Balestrini, amo y señor de ese dominio, acepte que Jorge Ceballos, el «Huevo» de Barrios de Pie (el «impresentable» Balestrini dixit) tenga una «colectora».

  • Panegírico

    Mal debut: no sólo fracasó en su faena -al final, Ceballos se quedó sin boleta oficial y discutía competir, con lista propia, aportando por afuera para su infructuosa defensora- sino que tuvo que soportar un panegírico pro ortodoxia peronista del Alberto del conurbano.

    Hasta el sábado, para buena parte del kirchnerismo, Balestrini era el «Alberto bueno» como espejo opuesto del «malo» que se imputaba al Fernández porteño. Ya no más: la lapicera que ambos, con rigor, digitaron en el cierre de listas en cierto punto los empardó.

    El rigor de Alberto F. llegó al punto que por un rato el gobierno estuvo sin secretario de Hacienda. Furioso, ofendido, Carlos Mosse renunció por teléfono a ese cargo y se bajó de la cabeza de la boleta de senadores provinciales por la Sexta, el sur bonaerense.

    Mosse le mandó al jefe de Gabinete la «lista» acordada. El viernes, Fernández le notificó que «tumbaba» al anibalista Haroldo Lebed y agregaba a Santiago Nardelli -espada de la albertista Graciela Ocaña- y a Gustavo Móccero, hermano de un alcalde vecinalista.

    En su ráfaga de maldiciones, Mosse intercaló que dejaba lista y abandonaba el gobierno. Cortó. «Ahora lo hago llamar por el Presidente», se despreocupó Fernández. Palabra santa. «Carlitos, te lo pido como amigo», dicen que Kirchner quebró la resistencia de Mosse.

    El mismo viernes, luego del «picadito» en Olivos, se empezó a desanudar otro expediente sensible: el de Aníbal Fernández. Todavía en pantalón corto, dicen que el ministro le avisó al Presidente que podía contar con él para la gestión Cristina, pero que no quería ser diputado.

    La versión anibalista de esa novela se completa con el supuesto de que, después del 10 de diciembre, el quilmeño permanecerá en el elenco oficial si, como se especula, la primera dama gana las elecciones. «En Trabajo», agregan los que dicen saber lo que piensa Kirchner.

  • Maliciosos

    Hay otra lectura maliciosa: sostiene que primero era 2º, luego 5º y en el último diseño quedaba 8º en la lista nacional por lo que, resignado, Fernández decidió no firmar. «Se vendía como futuro jefe del bloque y quedó pagando», dijeron quienes lo combaten.

    Agregan, en el revoleo, otros datos que graficarían el traspié: no logró frenar la colectora para Francisco «Barba» Gutiérrez en Quilmes, proceso en el que habría intervenido el matrimonio Kirchner, y fue «escasa» su cosecha territorial en la provincia.

    «Nunca estuvo en la lista», juramentan al lado del ministro y miran en todas direcciones, buscando a los enemigos que supuestamente lo pusieron -alertan- como diputado en los diarios para luego hacerlo aparecer como derrotado por no estar en la boleta.

    Sin pujar por su propio destino resignó en Neuquén, su hipotético territorio, el tope de la lista de senadores: va Marcelo Fuentes, escoltado por Nancy Parrili, hermana del funcionario el secretario general de Presidencia actuó como gestor piquetero.

    Vía handy, presionó para incorporar a los movimientos. Pulseó hasta el final en La Plata: «Si no va Santiago, no te doy la lista», lo tanteó a Pablo Bruera. Santiago es Martorelli, del Movimiento Evita, uno de sus operadores todoterreno en la Casa Rosada.

    No alcanzó: Martorelli quedó segundo. ¿Ultima incursión del neuquino en un cierre de listas como secretario general? Para ese cargo acumula millaje Miguel Núñez.
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