No es nuevo que el gobierno busque votos entre quienes no votan. Lo hizo antes, cuando Néstor Kirchner paseaba a Rafael Bielsa -candidato a diputado nacional-por las villas de la Capital Federal, pobladas en su mayoría de indocumentados, inmigrantes ilegales o provincianos que conservan domicilio electoral en sus lugares de origen. Por cierto que Bielsa perdió esa elección. Ahora el plan es exhibirla a Cristina de Kirchner por el mundo o ante visitantes extranjeros, como si los interlocutores de esos paseos integrasen el padrón electoral. La hipótesis es que si el público la ve a la senadora saludándose con dignatarios extranjeros, la votará. Una contradicción con la agenda global del gobierno de su marido, que ha instalado la necesidad de que el país se pelee con el mundo. O buscan revertir esa agenda o le están preparando a la señora una derrota electoral en perversa venganza conyugal. Apenas se lance formalmente su nominación por «dedazo», la senadora visitará -como adelantó este diario-España. Allí se verá con José Luis Rodríguez Zapatero y con Felipe González; también con Mariano Rajoy, de quienes podrían aprender los Kirchner. Ayer se cruzaron en un debate legislativo que duró cuatro horas, donde se desplumaron con argumentos contrarios. Más tarde, viajarán juntos los Kirchner a México y a los Estados Unidos para firmar acuerdos y participar en la Asamblea de la ONU, donde tampoco se vota presidente para la Argentina. En el medio, habrá sarao del Council of Americas en Buenos Aires, donde la esperan los organizadores -venidos de Nueva York-a Cristina como «key speaker» ante el universo empresarial.
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