21 de septiembre 2007 - 00:00

Tensa Kirchner con Moyano: aclara que es "imparcial"

Hugo Moyano
Hugo Moyano
Que haya sido Carlos Tomada, más un moyanista en el gobierno que un kirchnerista mediando en la CGT, supone en sí todo un mensaje. Horas después de una jugada de reposicionamiento de Hugo Moyano, el ministro de Trabajo avisó ayer que la Casa Rosada no se meterá en la interna gremial.

Formal, cuidadoso, Tomada aseguró que el gobierno «observa con atención» la pulseada que se produce en el seno de la CGT, donde luego de la salida de los barrionuevistas aparecen al menos cuatro sectores con distinta pertenencia y distinta identidad sindical.

El ministro dio un paso más: aseguró que el gobierno «no interviene» en las disputas entre los diferentes grupos a pesar de que mantienen los dirigentes sindicales. De ese modo, marcó la cancha y dio a entender que para Kirchner no hay preferidos en el ring gremial.

Y agregó, salomónico, «No hay un desequilibro ni para uno ni para otros».

Aunque desde el moyanismo trataron, ayer, de quitarle dramatismo a esas palabras y manifestaron, en reserva, que es «razonable» que el « Presidente no se meta» en asuntos internos de un sector.

Así y todo, las palabras de Tomada, a quien consideran un aliado, generaron malestar e incomodidad en las oficinas de Azopardo.

  • Carta oculta

    Guardan, sin embargo, una carta en la manga: afirman que en los próximos días, Kirchner y su esposa candidata participarán de un acto del moyanismo. Eso, aseguran, será la «prueba indudable» de que el matrimonio Kirchner tiene como interlocutor privilegiado a Moyano.

    De ocurrir, el patagónico compensará la visita que esta semana hizo al congreso de mercantiles que reeligió a Armando Cavalieri, enemigo declarado del camionero.

    Fue una semana particularmente agitada en el ambiente sindical. Además de los coletazos de la salida de los barrionuevistas, se produjo la presencia de Kirchner con Cavalieri y la respuesta, terminante, del moyanismo que reunió a 83 gremios en Castelar para apoyar la reelección de Moyano como jefe de la CGT en 2008.

    Esa cumbre fue un movimiento a dos bandas: por un lado, pensada para el mercado interno, la CGT, avisando que concretan la mayor cantidad de caciques; y por el otro, para el gobierno, como advertencia de que el moyanismono aceptaría que la Casa Rosada tenga más de un interlocutor.

    A juzgar por las palabras de Tomada, Moyano no lo logró. El ministro dijo que miran con atención, que «no van a intervenir» y evaluó que los tironeos en la CGT son «producto de la dinámica social-laboral».

  • Dinámica

    En esa línea, Tomada fue un paso más lejos: «Todo esto es algo producto de la dinámica social-laboral que se impulsa desde el Ministerio de Trabajo, que convive y atendemos las situaciones de todos, como lo que ocurre en la CGT y en la CTA», señaló.

    Pareció una bomba con la mecha encendida, porque además de poner en niveles similares a los distintos sectores de la CGT, el ministro de Trabajo equiparó a la central de la calle Azopardo con la CTA que conduce Hugo Yasky, organización que reclama el reconocimiento oficial.

    ¿Debe leerse como otro indicio de que la CTA logrará, antes de fin de año, la personería gremial por la que viene luchando hace casi dos décadas? Entre tanto ruido, quizá sea el problema menor que tenga que enfrentar en las próximas semanas el camionero.
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