Las declaraciones, inesperadas por lo menos, del ex gobernador Sergio Acevedo (a propósito del contrato petrolero con la empresa Pan American con la provincia de Santa Cruz) provocaron revuelo en la Casa Rosada y un encuentro ad hoc entre Néstor Kirchner, Julio De Vido y el gremialista Néstor «Chaco» Segovia. Más que un grano menor, Acevedo es un forúnculo impresionante. Así lo vive el cuerpo oficial, alelado, con expresiones tipo ¿se volvió loco?, ¿qué le pasa a éste?, ¿por qué no avisó?, ¿qué está buscando, se postula a qué?, ¿no lo teníamos en cuenta para ser embajador? Ese espíritu dominó el encuentro, a primera hora de ayer, en el despacho presidencial, al margen de opiniones críticas por la actitud de quien había sido -según ellos, hasta hace 48 horas- leal amigo de Kirchner (al cual enlodaron con las más innobles ambiciones y los peores epítetos, «frepasista», por ejemplo) y, sobre todo, un preferido de su esposa, Cristina (a quien le endosarán reproches por haberlo defendido en más de una ocasión). Era Acevedo, sin duda, una bomba de tiempo desde que abandonó antes de lo previsto la gobernación santacruceña, sin especificar razones, pero en obvia discusión con el Presidente. Ahora dijo que renunció en aquel momento en oposición a la gestación del contrato de la petrolera con la provincia, con el cual estaba en desacuerdo. Se podría discrepar de esa declaración: por entonces, esos convenios hoy denunciados todavía ni figuraban en la agenda.
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Queda el intríngulis de aquella partida, enigma que Acevedo profundizó con el silencio de un año y dos meses, hasta que ah ra se rebela contra el acuerdo petrolero, involucra a Kirchner y también a otra provincia (Chubut) que ya había firmado un documento semejante. Por si fuera poco, también le atribuye al Presidente una razón especial para la «nacionalización de YPF». No soy un ingenuo -declaróAcevedo- para no darme cuenta de que estamos frente a poderosos (la British Petroleum y los hermanos Bulgheroni) que se aprovechan de los ciudadanos con respaldo del gobierno y rifan los recursos provinciales.
Esto lo repetía ayer por las radios, entre otras imputaciones (este negocio se hizo en el ámbito de Julio De Vido y Cristian Folgar, nada tuvieron que ver las provincias de Chubut y Santa Cruz), mientras en el gobierno se rasgaban viejas lealtades, hablaban de traiciones y hasta de represalias. «Yo asumo todas las consecuencias de mi denuncia», planteó Acevedo por las dudas; no me voy a postular a nada y sólo pretendo que se acepte mi opinión, democráticamente. Tal vez esta semana continúe su raid de denuncias en Capital Federal para superior malestar del gobierno, según se advertía en la cumbre de ayer, donde -mientras volaban rayos, amenazas y centellas- el dirigente Segovia le arrancaba 30% de aumento a Kirchner para su sindicato. Eso sí, no será en plata, sino en vales y viáticos, el estilo sureño de la recomposición salarial.
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