Mientras la jueza Marta Novatti analiza aún si el caso del maletín con los u$s 800 mil que fue frenado en Aeroparque puede encuadrarse como un delito de lavado de dinero, además de intento de fraude a la Aduana -y define las condiciones de extradición a Guido Antonini Wilson-, el juez Jorge Ballestero recibirá hoy la causa que le giró María Romilda Servini de Cubría por la denuncia sobre malversación de fondos públicos y lavado que presentó el radical Gerardo Morales.
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Ambos jueces ya recibieron la documentación sobre el vuelo rentado por ENARSA a la empresa Royal Class e intentan reconstruir las alternativas del recorrido del avión.
Novatti recibió, además, una curiosa presentación de Juan Ricardo Mussa -denunciante de la otra causa donde investiga el juez Ballestero-, donde le pide a la magistrada que incluya dentro de los requisitos del pedido de extradición que tramita para Antonini Wilson una serie de preguntas como la certificación de si la persona que bajó con la valija de los dólares del avión es la misma que la reconoció como propia ante la Aduana y, en caso contrario, que declare quién era el propietario original de ese equipaje.
Ayer también llegaron novedades desde Miami sobre la ubicación de Antonini Wilson.
Su padre, que se llama exactamente igual, confirmó que su hijo está en Miami y que, a pesar de que el FBI sigue insistiendo en que desconoce su paradero, aunque reconoce que investiga al venezolano, sigue viviendo en su residencia habitual: «No quiere hablar con nadie. Incluso con nosotros se comunica muy poco. La semana pasada me llamó, hablamos, le pregunté cómo estaba y me dijo que estaba más preocupado por la situación».
Claridad
En medio de la investigación en Buenos Aires, además, aparecen datos que aportan alguna claridad sobre lo que sucedió ese día.
Por ejemplo, se sabe que el 3 de agosto Royal Class envió dos notas similares a la Aduana y al jefe de Migraciones del Aeroparque Jorge Newbery. Allí solicitan una extensión de los servicios de la terminal Sur -reservada a vuelos privados-para su avión Citation X que estimaba arribar el día 4 entre la 0.10 y la 1.00 «con seis pasajeros pertenecientes a la Presidencia de la Nación proveniente de Maiquetía, Venezuela».
Ese dato tiene diferencias sustanciales con la versión oficial: el gobierno sostuvo que los pasajeros del avión siempre fueron tres -Exequiel Espinosa, Claudio Uberti y Victoria Bereziuk, a quienes, además, no correspondería definir como «pertenecientes a la presidencia»- y que los otros cinco habían subido en Caracas por un pedido de especial de la dirigencia de PDVSA.
La nota demuestra que el día anterior Royal Class ya sabía que en el avión viajarían más pasajeros, aun cuando no tenía confirmado el horario de arribo, ya que finalmente aterrizó en Aeroparque a las 2.45, es decir, una hora y cuarenta y cinco minutos después de lo declarado como horario límite por la línea aérea para que los oficiales de migraciones y aduanas esperaran a los viajeros.
A esa hora es difícil que la congestión o los problemas clásicos de Aeroparque hayan producido esa demora -menos para un vuelo privado.
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