La revolución tiny house avanza también en Argentina. Con una propuesta que combina diseño, funcionalidad, bajo impacto ambiental y costos reducidos, este modelo de vivienda gana cada vez más adeptos. En Chapadmalal (cerca de Mar del Plata), Javier Monzón y Rocío Britez no solo edificaron sus propias mini casas: también montaron una especie de laboratorio donde experimentan, enseñan y perfeccionan un método de autoconstrucción basado en materiales accesibles y técnicas simples.
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Revolución "Tiny House": cómo autoconstruirlas en Argentina, costos y el paso a paso para vivir con menos
Javier Monzón y Rocío Britez impulsan proyectos sustentables y enseñan a construir tiny houses con materiales accesibles. Cuánto cuesta y cómo capacitarse.
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Las Tiny House que pueden auto construirse parten desde 11 m2
Desde su espacio, conocido como La Fábrica Tiny House, ofrecen capacitaciones y asesoramiento para quienes buscan construir con sus propias manos, sin necesidad de una empresa desarrolladora ni de grandes sumas de dinero. “Nuestra propuesta se basa en la autonomía y en aprender a resolver todo con lo que hay a mano”, resumió Monzón.
Primeros pasos: de la crisis al modelo propio
Antes de dedicarse a las tiny houses, Javier y Rocío dirigían una empresa de servicios para eventos. La pandemia obligó a repensar su vida y su forma de trabajar. Con pocos recursos y mucho oficio, iniciaron un camino de experimentación que los llevó a levantar sus primeras casas pequeñas reutilizando materiales recuperados de stands desmontados.
Con el tiempo, lograron construir tres unidades turísticas de 11, 15 y 18 metros cuadrados, equipadas con baño, cocina, cama, Wi-Fi y mobiliario hecho a medida. Hoy reciben visitantes todo el año, pero también capacitan a quienes quieren replicar la experiencia para uso personal o como inversión. “Lo importante es entender que no hace falta tener todo resuelto. Se puede empezar de a poco”, explicó Britez.
Cuánto cuesta construirlas
Según estimaciones de La Fábrica Tiny House, una vivienda de unos 15 metros cuadrados puede autoconstruirse desde u$s8.000, siempre que se utilicen materiales básicos y se realice la obra por cuenta propia. A ese monto se le debe sumar el equipamiento interior (electrodomésticos, mobiliario, grifería), lo que puede elevar el total hasta unos u$s12.000 o u$s15.000.
El sistema más utilizado es el de construcción en seco (wood frame, entramado de madera), con estructura de madera y revestimientos de chapa o fibrocemento. “El uso de materiales livianos y modulares permite avanzar por etapas. No es necesario comprar todo junto, se puede avanzar con lo que se tenga, reciclando donde se pueda y con una buena planificación”, señaló Monzón.
Materiales sustentables y proveedores accesibles
Los materiales principales son placas OSB (es la sigla de Oriented Strand Board, que en castellano se traduce como tablero de virutas orientadas) o fenólicas, perfiles de madera, aislantes (lana de vidrio o celulosa proyectada), ventanas tipo Doble Vidriado Hermético (DVH) y revestimientos de chapa o machimbre. En muchos casos, los constructores reutilizan puertas, ventanas o grifería de demoliciones o remates.
“Nosotros empezamos armando muebles con maderas que sobraban de los eventos. Hoy seguimos aprovechando ese criterio. No se trata de abaratar porque sí, sino de tomar decisiones que respondan a una lógica sustentable y posible”, explicó Britez.
Las tiny houses también pueden montarse sobre ruedas, en trailers homologados, aunque esa opción suele encarecer la inversión inicial.
Las tiny houses desarrolladas bajo modelos de autoconstrucción priorizan materiales accesibles, reutilizables y de bajo mantenimiento. La estructura general suele resolverse con entramado de madera, combinado con revestimientos exteriores de siding o chapa y cubiertas livianas.
En el interior, los cerramientos más frecuentes son de machimbre pintado a la cal, placas OSB revestidas o madera reciclada. Para los pisos se eligen maderas macizas, pinotea o multilaminados, mientras que las ventanas y puertas reutilizadas completan la carpintería con soluciones de bajo costo y buena aislación.
En cuanto al equipamiento, se destacan cocinas compactas con anafes eléctricos, hornos empotrados, grifería monocomando y mesadas de superficie sólida o granito. Las terminaciones varían según el diseño: algunos espacios incorporan cerámicos con relieve en áreas de cocina o baño, luminarias de fibras naturales, estanterías de madera sin tratar y muebles hechos a medida con materiales recuperados.
Capacitarse: cómo y dónde
Uno de los ejes del trabajo de La Fábrica Tiny House es la formación. Ofrecen talleres presenciales y cursos virtuales donde explican desde cómo armar una platea hasta cómo calcular los consumos eléctricos o resolver detalles de terminación. También asesoran sobre trámites municipales, opciones de anclaje y alternativas legales para registrar las construcciones.
“La mayoría de quienes nos consultan no tiene experiencia previa. Por eso nos enfocamos en explicar cada etapa de forma simple, con ejemplos y casos reales”, comentó Monzón.
Además, el proyecto contempla instancias de acompañamiento para quienes ya estén en obra. “Nos mandan fotos, planos o consultas puntuales y vamos resolviendo con ellos”, agregó Britez.
Paso a paso para autoconstruir
El proceso de autoconstrucción implica una serie de pasos que pueden adaptarse según el lugar, el presupuesto o el objetivo de uso. En general, se parte de un diseño básico (entre 12 y 20 m2), se define el tipo de fundación (platea, pilotes o trailer), se arma la estructura en seco y luego se completan cerramientos, instalaciones y terminaciones.
“El paso más importante es entender cómo funciona el espacio. Hay que pensar cada mueble, cada ventana, cada centímetro. Las tiny houses no toleran el desperdicio ni el diseño improvisado”, sostuvo Monzón.
¿Qué hace falta saber antes de empezar?
Para embarcarse en un proyecto de autoconstrucción de una mini casa, se necesita una combinación de conocimientos técnicos, habilidades prácticas y una buena organización. Si bien la estructura en sí es sencilla, las instalaciones eléctricas, sanitarias y solares requieren cierto nivel de especialización. “Lo más complejo no es levantar las paredes, sino resolver bien la plomería y la electricidad”, señaló Brítez.
En La Fábrica Tiny House ofrecen charlas teórico-prácticas dictadas por profesionales y empresas aliadas. El contenido apunta a personas sin experiencia, con acompañamiento posterior para quienes deseen profundizar. Monzón amplió: “Queremos que nadie quede afuera por falta de conocimientos. Con las herramientas adecuadas y un plan claro, todos pueden avanzar”.
Vivienda principal, segunda casa o emprendimiento
El fenómeno de las tiny houses no se limita al uso turístico. Muchos interesados ven en este formato una solución concreta al problema del acceso a la vivienda. Otras personas lo toman como una segunda residencia en zonas rurales o costeras, y algunos como una inversión de bajo riesgo con alta demanda.
En Chapadmalal, el complejo Santa Isabel —que incluye tres tiny houses y una cuarta donde viven sus creadores— logró una ocupación de 230 días al año, con ingresos que superaron los $30 millones en 2024. Parte del éxito radica en la versatilidad del formato y en el interés creciente por propuestas sustentables.
Vivir con menos, conectar con más
Más allá de los números, Javier y Rocío insisten en que el mayor valor de este modelo no está en lo económico, sino en la forma de vida que promueve. “Una casa pequeña obliga a simplificar, a elegir lo esencial, a mirar más hacia afuera que hacia adentro”, explicó Britez.
Monzón completó: “Construir tu propia casa te cambia la cabeza. Dejá de pensar en metros cuadrados y empezás a pensar en calidad de vida, en aire, en luz, en tiempo. La tiny house es una excusa para repensarlo todo”.
¿Qué sigue?
El próximo paso de La Fábrica Tiny House será sumar una cuarta unidad al complejo turístico, aún más pequeña que la actual de 11 m2. También proyectan una cocina comunitaria, experiencias gastronómicas y la ampliación del programa de formación.
Monzón concluyó: “Queremos que más gente pueda animarse a construir. No solo porque es más económico, sino porque transforma la relación con la vivienda y con el entorno”.
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