La tarjeta SUBE, durante años sinónimo del transporte público en el Área Metropolitana de Buenos Aires, empieza a perder terreno en los subtes porteños. Los números del último informe oficial son claros: solo uno de cada tres boletos se sigue abonando con la tarjeta, mientras que el resto ya se paga con otras opciones.
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La SUBE se debilita: solo 1 de cada 3 viajes en subte se paga con la tarjeta
Según datos oficiales, en julio pasado, solo el 66% de los usuarios de subte optó por la SUBE como medio de pago. ¿El fin de la tarjeta?
Cada vez más usuarios dejan la SUBE y utilizan otros medios de pago para viajar en subte.
En julio, se vendieron cerca de 20 millones de pasajes en la red de subterráneos. El 66% se validó con SUBE, mientras que el 27% se abonó con pagos contactless —tarjetas de crédito, débito o prepagas, ya sea con el plástico o directamente con el celular—. El 7% restante se realizó con código QR, una modalidad que recién comenzó a habilitarse en mayo.
La foto es más compleja de lo que parece. No se trata solamente de comodidad tecnológica: bancos, billeteras virtuales y emisoras de tarjetas libran una fuerte competencia por instalarse como el medio de pago más habitual. Y el subte, con sus millones de validaciones diarias, es un escenario central en esa disputa.
Las facilidades del resto de los medios de pago
En la actualidad, todas las estaciones cuentan con al menos un molinete multipagos, lo que abrió la cancha a las nuevas opciones. De los 645 molinetes que funcionan en la red, 275 ya aceptan alternativas a la SUBE, es decir, un 43% del total. La línea E es la más avanzada en esta transición, con más de la mitad de sus accesos habilitados. En contraste, el Premetro sigue funcionando exclusivamente con SUBE.
El pago contactless permite resolver la entrada al subte en cuestión de segundos, acercando una tarjeta o el teléfono al lector, sin necesidad de cargar saldo previamente. A esto se suman las promociones: descuentos que en algunos casos alcanzaron el 100% del boleto. Bancos y emisores suelen combinar beneficios, lo que multiplica las tentaciones para los pasajeros.
El QR, en cambio, no terminó de despegar. Aunque en la Argentina está muy difundido en comercios, en el transporte público todavía genera dudas. El sistema es más rápido que el usado en locales —y no requiere conexión a internet—, pero el hábito del pasajero parece inclinarse hacia la inmediatez de acercar el celular o la tarjeta. A nivel internacional, la tendencia también es clara: el contactless domina frente al QR.
Para qué se sigue usando la SUBE
A pesar de este avance de las billeteras digitales, la SUBE mantiene su peso simbólico y práctico. No solo porque concentra la mayor parte de las validaciones en el subte, sino también porque sigue siendo la llave de acceso a beneficios que otros medios de pago no ofrecen.
La tarifa social, los descuentos por combinaciones y los abonos especiales todavía están atados a la tarjeta. Para muchos usuarios, en especial quienes dependen de subsidios o descuentos, abandonar la SUBE no es una opción real. Ese arraigo explica que, pese a la avalancha de promociones bancarias, siga representando dos tercios de las operaciones.
Además, el futuro del sistema no está cerrado. El plan oficial es extender el esquema multipagos a trenes y colectivos, lo que podría modificar las costumbres de millones de personas en todo el país. La incógnita es si la SUBE quedará relegada a un rol secundario o si logrará convivir con las nuevas opciones como herramienta central para los sectores que más dependen de ella.
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