15 de octubre 2019 - 00:00

Al mercado sólo le importa cómo será la transición al 10-D

Empresas y bancos diagraman sus presupuestos 2020 casi a ciegas. Ya no recurren a sondeos electorales, sino a discernir cómo será lo que viene hasta la entrega del mando al próximo presidente.

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Ni los debates ni la campaña mueven el amperímetro electoral ni financiero. La atención del mercado está puesta en el día después. Es decir, en el mes y medio que el país tendrá que transitar hasta la asunción el próximo presidente. Para los principales consultores locales la transición tiene aún final abierto, pero todavía ven que hay chances de llegar al 10 de diciembre sin otra crisis, siempre y cuando la competencia electoral no agrava el ya de por si delicado contexto. Esta es la idea que reciben empresarios y banqueros al interrogar a sus asesores sobre las perspectivas desde el 27 de octubre al 10 de diciembre.

Hoy en día, si bien los escenarios diseñados por el consenso del mercado dan una mayor probabilidad al de una transición ordenada, día a día crece el sentimiento de que habrá que esperar todo lo contrario, una transición desordenada. En ese caso, cómo sería el marco conceptual del escenario desordenado. En primer lugar, está claro que el Gobierno y la oposición (triunfante) no llegan a ningún acuerdo. De modo que habrá una fuerte volatilidad en el tipo de cambio y crecientes controles. No descartan crisis bancarias. La inflación se mantendrá elevada en 2020. La actividad económica se desploma. Default sin solución rápida, y un mayor deterioro del balance del BCRA. Sería casi el “Infierno del Dante”. Para tener una somera idea de qué se estamos hablando, por ejemplo, de darse este escenario la consultora OJF proyecta, grosso modo, una caída del PBI del 2,4% este año y del 2,1% en 2020, una inflación promedio anual del 54% y del 70% respectivamente, un tipo de cambio de $78 a fin de año y de $125 en diciembre 2020, un riesgo-país de 3.500 puntos a fin de 2019 y de 3.000 al cierre de 2020, junto con una caída del salario real del 7,2% y del 3,5% respectivamente. Las estimaciones varían, pero está claro que una transición desordenada tendría altísimos costos para la economía y la sociedad.

Por eso, en el mercado siguen apostando y rezando por una transición ordenada, aunque son conscientes de que todo indica que será difícil de alcanzar, pero no imposible. El escenario ordenado, que contempla un aterrizaje suave de la economía, parte de que el oficialismo y la oposición lleguen a consensuar medidas este año, donde el tipo de cambio real se mantendría estable dentro del nivel histórico actual, y el control de cambios seguirá en sintonía “light”. A esto se sumaría el anuncio de un plan económico integral para el próximo año, junto con el saneamiento del BCRA, el reperfilamiento de la deuda y una nueva política fiscal. Esto parecería el “Purgatorio del Dante”. Mientras que el “Paraíso”, un escenario idílico con bajísima probabilidad, un 5%, es que el oficialismo gana la elección y emerge un shock de confianza y un círculo virtuoso.

A pesar de que el Gobierno y la economía se quedaron para la transición sin el “corset disciplinador” del FMI y sus desembolsos, los principales consultores no creen que el Gobierno “tirará la toalla”, sino que buscará moderar todo lo posible la emisión monetaria, la pérdida de reservas y el déficit fiscal primario. De ahí que el Estudio Broda destaca que esto se daría dentro de un contexto de extrema vulnerabilidad financiera, con una economía que aceleró su ritmo de caída, y que sigue perdiendo reservas y depósitos más un programita cuyo único objetivo es mantener estable el tipo de cambio. Y sostiene que, aún con esta economía atada con alfileres, hay chance de llegar al 10 de diciembre sin otra crisis. Siempre y cuando la política no se desmadre.

Sin duda, la transición habrá que atravesarla con drenaje de reservas y depósitos. La magnitud del drenaje irá definiendo si se reforzará, o no, el control de cambios y en qué magnitud y si se volverá, o no, a reperfilar deuda corta ya reperfilada. En ese caso, siguiendo las estimaciones grossas de OJF, un escenario ordenado implicaría un caída del PBI del 2,1% y 1% para 2019 y 2020 respectivamente, una inflación promedio del 52,4% y 52,9% respectivamente, un tipo de cambio a fin de año de $69,3 y $102 respectivamente, un riesgo-país de 2.500 puntos y 1.600, y una caída promedio del salario real de 7% y 0,9% respectivamente.

De modo que, según la visión de los gurúes de la City, el punto de partida de la próxima administración será parecido al de Menem 1989. Al respecto, MacroView caracteriza este escenario como el de una economía implosionada a medias, pero no totalmente corregida y mucho menos saliendo. “El contexto del 10-D no es el de Néstor K 2003-07, ni tampoco el de Cristina 2007-11. Tiene más parecido con Cristina 2012-15, con alguna pincelada de Cristina I”. Sólo resta esperar si habrá idus entre octubre y diciembre.

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