18 de junio 2007 - 00:00

Buenos Aires desafió choque cultural y se instaló en Asia

No había sido este destino el primer choque cultural. Antes, acompañados por autoridades del Ministerio de la Producción y con apoyo del Consejo Federal de Inversiones, recalaron nada más ni nada menos que en Tokio, capital de uno de los estados económicos más poderosos del mundo.
Al margen de los resultados concretos que pudo haber arrojado el raid empresario, el viaje a Oriente sumó otro dato: a pesar de las tremendas distancias culturales, todas las compañías que participaron mostraron estar decididas a buscar en estos destinos nuevos compradores para sus productos.
Primero, Japón. Extremadamente ordenado, este país -en especial, la ciudad de Tokio- es sin lugar a dudas el ejemplo más opuesto a la informalidad latinoamericana. Y hasta los mínimos detalles valen a la hora de dar un nuevo paso. Federico Valobra, de Industrias Alimenticias Argentinas, fabricante de pizzas Sibarita, no logró -por primera vez en la historia del comercio exterior de la empresa- ofrecer a sus potenciales compradores una muestra recién salida del horno. Es que tanto en Japón como en Corea nadie arriesga la sanidad controlada de los hornos para calentar un alimento llegado sin previo aviso. No fue, sin embargo, un impedimento, ya que los asiáticos igual quisieron conocer de qué se trataba.
Otro que encontró requerimientos insospechados fue Marcos Czarnecki para sus tejados metálicos: sólo el carácter de «ignífugo» de este tipo de techo le permitió cosechar promesas de futuros contactos. Futuros, porque tampoco la palabra inmediato integra el vocabulario y la cultura nipona. Por eso, paciencia y perseverancia fueron los primeros consejos que los bonaerenses recibieron al pisar estas tierras. «Sabemos que esto no es de hoy para mañana, pero vale la pena integrarse al mercado», confió Czarnecki, de Stampin Marek.
Los insumos para la construcción encontraron buena recepción en Japón y, también, alguna anécdota: el empresario Esteban Kallay, que comercializa cerraduras, se mostró sorprendido por el conocimiento de esta sociedad de los distintos tipos de sistemas que se han ido desarrollando a lo largo de la historia, hasta las más insólitos. «Una de mis contrapartes me llevó a su empresa y me mostró su colección de cerraduras, que es una especie de museo donde exhibe hasta un cinturón de castidad», contó con aire de asombro.
Bastó apenas con atravesar el Estrecho de Corea para instalarse en un nuevo mercado. Con estándares de calidad diametralmente opuestos a los de sus vecinos, los coreanos resultaron, en cambio, más permeables a algunos objetos.
Uno de los pocos empresarios que tuvo éxito rotundo en ambos países fue Rodolfo Cantero, de Semapi SA, líder mundial en monitoreo y diagnóstico predictivo en el mantenimiento de máquinas industriales. Su análisis de software por vibración, que se utiliza hoy en Norteamérica y en China, hizo furor entre japoneses y coreanos.
Con apenas 30% de zonas aptas para cultivos, Corea del Sur consolidó tras la guerra de 1953 la condición de país productor y exportador, especialmente hacia los Estados Unidos, la potencia que aportó junto con Japón la mayor cantidad de ayuda económica para fortalecer el liderazgo de esta región frente a la República Democrática Popular de Corea.
De ese proceso, precisamente, surgieron los denominados «chaebol» (conglomerados industriales), que manejan la economía surcoreana. Sus mayores exponentes son Samsung y la automotriz Hyundai, dos de las corporaciones más importantes del mundo.
Distinta de Tokio en sus tradiciones, pero idéntica en la devoción por el consumo, el corazón de Seúl late también al ritmo de la estética que llega directamente importada desde Occidente.
Pero si en Japón paciencia y perseverancia son las palabras madre, en Corea la necesidad de avanzar a paso más acelerado para lograr una recuperación inmediata está hasta acompañada por el lenguaje, integrado apenas por 10 vocales y 14 consonantes, que data del siglo VI y que incorpora varios vocablos chinos, pero ninguno japonés. Este, en cambio, incluye cientos de ideogramas.
Todos estos tips culturales viajan hoy hacia Buenos Aires en el equipaje de este grupo de empresarios que, después de haber cerrado acuerdos en un destino tan extravagante como Dubai, en los Emiratos Arabes, confía ahora en incorporarse a la fastuosa economía asiática. Acaban de dar el primer paso.

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