Los ojos de todo el mundo pusieron su atención en Alemania. Este fin de semana el campeonato alemán ha vuelto a los estadios, aunque a puertas cerradas, tras ocho semanas de ausencia por la pandemia del coronavirus.
Negocios son negocios y la función debe continuar
El torneo mueve € 4.000 millones. Con su reinicio los clubes recobrarán € 300 millones por derechos televisivos, y muchos se salvarán de la quiebra.
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Tras dos meses confinados, las restricciones se aliviaron este fin de semana en muchos países, especialmente en Europa, y los aficionados al deporte rey pudieron elegir entre sentarse frente al televisor a disfrutar del partido o salir a tomar aire.
La Bundesliga es el primer gran campeonato que se reanudó, el sábado. Y en el segundo encuentro, ayer, el Bayern Múnich le ganó 2-0 al Unión Berlín en un partido a puertas cerradas, sin apretones de manos ni niños escoltando a los jugadores.
Más allá que en Alemania se produjo una desaceleramiento de la pandemia del Covid-19 y que se colgó una medalla ante la opinión pública internacional por su gestión durante la emergencia sanitaria por sus cifras relativamente bajas de fallecidos, el campeonato alemán arrancó sin dudas por las presiones que arreciaron desde distintos sectores y que exponen la salud de los jugadores y arbitros.
El torneo teutón se reinició con la mayoría de la opinión pública alemana en contra: el 56% de los encuestados de la cadena pública ARD no aprobaba el regreso. No obstante, durante los 66 días sin fútbol, la presión sobre el Gobierno federal y las autoridades de los 16 länder para que se reanudaran los partidos, con la presencia de hinchas, fue furibunda, a tal punto que en algunos programas televisivos se hablaba más de las cifras que perdía el fútbol que del número de infectados y fallecidos.
La Bundesliga es un negocio de 4.000 millones de euros que se frenó de golpe tras 15 años consecutivos de aumento de ingresos. En estas semanas los clubs alemanes sufrieron cuantiosas pérdidas, y muchos telespectadores dieron de baja los abonos televisivos para ver los partidos.
La presión económica es tan grande que si se juegan todas las nueve últimas jornadas de la temporada, los clubs recobrarán 300 millones de euros en derechos televisivos, que salvarán de la quiebra muchos de ellos.
Por eso este negocio va mucho más allá de la lucha por el título entre el Bayern, el Borussia Dortmund y el Leipzig. El plan es terminar el campeonato el 27 de junio, aunque se podría prolongar hasta julio si hay equipos con contagios de coronavirus y son puestos en cuarentena por la autoridad local. Esto ocurre en Segunda División con el Dynamo Dresde.
En los encuentros hay barbijos en los bancos de suplentes, los goles no se festejan con abrazos grupales y hasta en algunos partidos se les tomó la temperatura a todas las personas en la entrada, además de desinfectar las pelotas con las que se jugaba cada vez que se podía.
Las otras grandes ligas europeas que no se suspendieron (España, Italia, Inglaterra) están mirando con interés la evolución de la insólita experiencia alemana. La amenaza del virus persiste y, a más de seis meses de aparecer en China, la pandemia puso en jaque a la economía mundial y prosigue su carrera mortífera.
Pero negocios son negocios y la función debe continuar.
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