Fue un fin de semana a pleno fútbol. Debutó Argentina, ganó y lo más importante fue la actitud individual y colectiva que mostró el equipo. Nigeria -a pesar de lo que muchos digan-es un equipo difícil, complicado por su fortaleza física y por la velocidad en su armado futbolístico. Bielsa diagramó un equipo para esa medida, demostrando que todos en el «búnker» argentino hablan un mismo idioma. Tal vez en ese concepto estuvo el secreto de este triunfo por 1 a 0 que -de acuerdo con lo realizado-resulta exiguo.
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Argentina mostró un potencial de equipo que fue elogiado por la prensa mundial. Un arquero (Cavallero) que cuando debió intervenir lo hizo con prestancia, una línea defensiva con un Pochettino seguro, pero con un improvisado líbero (Samuel) por la obligada deserción de Ayala a minutos del comienzo, que puso en la cancha su seguridad y su talento para la marca; mientras que la tarea de Placente estuvo cerca de la perfección.
Si una estructura tiene cimientos defensivos sólidos, lo demás comienza a hacerse bastante más fácil. A pesar de que Verón fue lo mejor y lo peor (por momentos) del equipo, que Simeone impuso más experiencia que fútbol, que Zanetti se quedó más preocupado en la marca que en el acople ofensivo, aunque vale señalar que promovió muchas de las salidas (y llegadas) más importantes del equipo. Sin embargo, en esa zona hubo un jugador de excepción: Sorín. Implacable en la marca, elemento vital de auxilio en el armado e importante en la llegada.
De ahí en adelante comenzó a gestarse, con el agrupamiento escalonado (o acompañamiento por laterales de varios jugadores), ese juego que por momentos pareció monólogo, pero que si tuvo alguna falla fue a la hora de fabricar huecos para la definición. Claro, en esa zona caliente Bielsa fue trabajando el equipo para darle variantes. Ortega comenzó siendo importante, luego se perdió hasta que encontró un lugar en el terreno cerca de Verón. Claudio López comenzó imponiendo velocidad y terminó en intrascendentes «ollazos», pero acertó Bielsa dando cabida a Batistuta.
Peligroso, imponiendo presencia dentro del área, atemorizando con sus entradas y remates... Su tarea tuvo su respuesta máxima con el cabezazo (tras córner de Verón) que marcó el gol de diferencia. Cuando Bielsa se dio cuenta de que el equipo podía flaquear, se jugó una carta difícil: primero entró «Kily» González por Claudio López para darle al equipo mayor dinámica y volumen de juego en el armado, luego reemplazó a Crespo por Batistuta y Aimar por Verón, en un alarde de poderío si se quiere que entrañaba cierto riesgo, pero en una demostración de que en esta selección puede tener cabida cualquier jugador.
Como saldo debe destacarse que fue el mejor equipo de los que se presentaron hasta ahora. De lo visto en este fin de semana se destaca la sorpresiva derrota de Francia, que dejó dudas más allá de su complicación para lograr un lugar para seguir con posibilidades. El inexpresivo trabajo de Inglaterra, que hasta estuvo en el filo de la navaja ante Suecia, el otro equipo que debe enfrentar Argentina. La desconcertante actuación de Uruguay en la caída con Dinamarca y el empate de Paraguay con Sudáfrica luego de haber sacado dos goles de ventaja.
Hoy se verá a Brasil (sin Emerson, que quedó desafectado del plantel por lesión) enfrentando a Turquía, Italia ante Ecuador y Croacia frente a México. Tres partidos que -sin duda-darán nuevos elementos para el análisis. El resto aportó muy poco. A Alemania habrá que verlo con un rival más serio que Arabia Saudita, y España no dio la sensación de tener grandes argumentos para superar equipos que parecen con mayor jerarquía.
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