12 de abril 2020 - 11:30

Póker de grandes: quiénes son los futbolistas que jugaron en cuatro de los cinco clubes más importantes

Son pocos los jugadores que tuvieron la oportunidad de ponerse la camiseta de los clubes más destacados en la historia del fútbol argentino.

El Beto Carranza dejó su marca en Boca y en Racing, también jugó en el Rojo y en Ciclón.

El Beto Carranza dejó su marca en Boca y en Racing, también jugó en el Rojo y en Ciclón.

Hubo una época en la que pasar de River a Boca, de Racing a Independiente, o de cualquier grande a otro, era moneda corriente. Los ejemplos, sobran. Pese a que en la actualidad esas transferencias son más complicadas, jugar en dos de los clubes más importante es un lujo que vivieron muchos futbolistas.

Sin embargo, no son tantos los que tuvieron la oportunidad de jugar en al menos tres del famoso quinteto. A la hora de pensar, la memoria no falla. Oscar Ruggeri, Julio “Vasco” Olarticoechea, Ricardo Gareca y Carlos Morete, podrían ser algunos. Sebastián Rambert, Raúl “Pipa” Estévez, Lucas Pusineri, otra tanda más cercana. Y si venimos todavía más acá aparecen otros como Cristian “Lobo” Ledesma, Pablo Migliore, Hilario Navarro, Walter Acevedo y Osmar “Malevo” Ferreyra. ¿Cuáles fueron los tres grandes en los que jugaron? Quizá eso pueda ser parte de un juego.

Eso sí, haberse puesto la camiseta de cuatro de los cinco es otro tipo de lujo que sólo pudieron darse, justamente, cuatro jugadores de la era moderna. Para no terminar rápido con el misterio, mejor nombrarlos de a uno por si alguno que no le gustan los spoilers.

Quien ilustra esta nota no es otro que Luis Alberto Carranza. El Beto. Tal vez el más fácil de rememorar. Y, además, porque es el único que cuenta con la particularidad de haber pasado de un grande a otro de manera consecutiva. Y no sólo eso. Sino que fueron los primeros cuatro clubes en los que jugó.

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Carranza debutó en Racing en 1991. Allí jugó 51 partidos y convirtió 6 goles, uno de ellos frente a River en el recordado 5 a 2 de ese mismo año. Trapito, como también se lo conocía, fue muy querido por la hinchada hasta que decidió ir a Boca y provocó un quiebre que no tuvo vuelta atrás. En el Xeneize estuvo tres años, con altibajos. Disputó 86 partidos y metió 10 goles. Fue parte del equipo campeón del Apertura 92. La llegada de Diego Maradona y Claudio Caniggia marcó su salida.

Su próximo equipo fue Independiente. Fue un paso en falso. Breve. Tras seis meses en el Rojo, donde jugó 14 partidos y no anotó, partió a Boedo. En San Lorenzo participó en sólo seis partidos y metió dos goles, uno de ellos a Huracán; en el 1 a 1 de 1996. Ese día fue la figura.

No fue el único, claro. Otro de los más recordados es Osvaldo “Japonés” Pérez. El defensor, nacido en San Isidro en 1952, fue el único de los cuatro que jugó en Boca y también en River, donde debutó en 1970 justo ante su clásico rival. Ese día el partido terminó en cero y le tocó marcar a Jorge Coch. En sus cuatro años en el club de Núñez disputó 95 partidos y anotó en dos oportunidades. Formó parte de la camada que le dio el título al Millonario en 1975 tras 18 años sin logros. Pero para ese año, el Japonés ya no estaba. All Boys era su nueva casa.

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El segundo grande le llegó en 1977. Con Independiente jugó 117 partidos y metió 4 goles. Luego de tres años pegó el salto a la otro de vereda y firmó con la Academia, donde jugó 45 encuentros (5 goles, su mejor promedio). Lo de Boca llegó más tarde, en el 83. Pero no se dio como esperaba. La idea era hacerse cargo del lateral izquierdo por la salida de Carlos Córdoba. Pero Cacho al final no se fue y el Japonés quedó como suplente en un equipo donde también estaban Gatti, Gareca y Ruggeri, entre otros; solo jugó seis partidos.

Se dice que para los arqueros es más fácil. Más años de carrera, más chances. Pero no siempre es así. Sobre todo en una época en la que no se cambiaba tanto de guardameta. En sus 26 años como profesional, Esteban Pogany pasó por 13 equipos: 10 locales y tres colombianos. Su carrera empezó en 1970, en Independiente. Allí jugó 132 partidos en la época dorada del Rojo. Estuvo ocho años, con un paso breve por Belgrano. Obtuvo varios títulos, pero le tocó ser suplente muchas veces. Lo mismo que le ocurriría varios años y clubes después cuando llegó a Boca, donde sólo jugó ocho partidos. Tiene el récord de partidos como suplente en el Xeneize: 207.

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Claro, antes había dejado huella como titular tanto en Racing como en San Lorenzo. En el club de Avellaneda el Gringo disputó 19 partidos en lo que significó la vuelta del club a primera luego del Mundial del 86. En Boedo, atajó en 45 encuentros entre el 88 y el 89. Fue el año en el que los partidos terminados en empate se definían por penales. Y ahí se mostró como un gran atajador para las ejecuciones desde la pena máxima.

Quien también jugó en los cuatro grandes y, quizá, es el menos recordado de todos es José “Pepe” Albornoz. El volante, que disputó tres partidos en la Selección de Daniel Passarela y anotó un gol frente a Venezuela en las eliminatorias rumbo al Mundial 98, que dejó su huella más grande en las dos mejores versiones históricas de Deportivo Español y Gimnasia y Esgrima de La Plata, debutó en el Ciclón en 1990 (6 partidos), pasó por River en 1992 (14 encuentros), marcó su nombre en Racing en 1994 (17 partidos, 4 goles) y también tuvo su paso por Independiente (26 encuentros, 2 tantos).

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Así las cosas, Pérez, Carranza, Albornoz y Pogany llevan en el corazón de su memoria emotiva el hecho concreto de haber formado parte de la vida de cuatro de los cinco grandes del fútbol argentino, algo que de seguro ya le habrán contado a sus hijos y alguno, también, a sus nietos.

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