Chur, en alemán, o Cuera, en español, es la ciudad más antigua de los Alpes y de toda Suiza. Emplazada en el valle del Rin, a lo largo de 5.000 años de historia fue gobernada por celtas, romanos y pueblos subsiguientes. Hoy posee poco más de 35.000 habitantes y uno de ellos es Jakub Paul, un joven tenista suizo que llegó a Buenos Aires para disputar el Challenger con una historia particular: sus días de entrenamiento con Roger Federer.
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A los 18 años, Jakub Paul fue convocado por la leyenda suiza para entrenar con él. "Todos desean jugar con él y yo tuve el honor de conocerlo", dialogó con Ámbito.
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Jakub Paul y Roger Federer, en uno de sus entrenamientos durante 2019.
La primera aclaración es sobre su nombre. “Oficialmente es Iacub Paul (así lo pronuncia), pero en inglés todo el mundo dice Yeicob Pol, asique así me presento en los torneos”, cuenta en diálogo con Ámbito en el Racket Club de Palermo.
Aunque no pudo acceder al cuadro principal en singles del Challenger de Buenos Aires, alcanzó las semifinales en dobles junto al peruano Alexander Merino. No es frecuente ver tenistas suizos en este tour en Sudamérica, pero Paul asegura que aquí “tenía mejores chances de entrar”. “Me gusta viajar y probar cosas nuevas”, comenta mientras se acurruca en el sillón para escaparle al frío que aún resiste durante estas tardes porteñas.
“Normalmente prefiero canchas duras, pero he tenido mejores resultados en polvo de ladrillo, así que quizás debería cambiar mi opinión, je”, analiza. Paul confiesa que lo que le gusta de la arcilla es tener esa pequeña porción de tiempo extra para planificar mejor el juego y poder atacar con mayor agresividad, más aún “contra tenistas sudamericanos porque son conocidos por devolver siempre los tiros”.
Suiza fue el centro de atención en las últimas semanas. El retiro de Federer movilizó las fibras más íntimas del tenis mundial, y más aún en su tierra natal. “Los últimos días fueron tristes”, asiente con una sonrisa melancólica.
Para Paul la relación con “Su Majestad” tuvo un antes y un después en 2017, cuando luego de cumplir 18 años, el ex N°1 del mundo lo invitó a entrenar con él. “A veces él practicaba cerca de mi casa. Su entrenador (NdR: Severin Luthi) me llamó un fin de semana, yo estaba de vacaciones en mi casa. Le dije que sí, que obviamente iba a ir sin importar que estuviera de vacaciones”, recuerda con emoción.
Las primeras veces fueron un poco complejas para el tenista de 23 años. Los nervios no le dejaban disfrutar del todo, pero tuvo una ayuda especial: “Roger es una persona muy tranquila, entonces te hace sentir muy relajado. Incluso hace muchas bromas durante los entrenamientos”.
Pero la historia no terminó allí, porque las propuestas de entrenar juntos no cesaron. El punto álgido llegó en mayo de 2018, cuando la leyenda helvética había retornado al puesto N°1 de la ATP y llevó a Paul y a Marc-Andrea Huesler (ahora el 95 del ranking) a practicar a Dubai.
“Fue algo muy especial porque entrenamos todos los días durante 12 días. No me lo voy a olvidar nunca”, evoca con cierto brillo en los ojos. Aunque para él, asegura, fue algo único, también se dejó llevar por la incredulidad. “Estaba sorprendido y honrado a la vez, como preguntándome ‘¿por qué me llama a mí?’, ja. Estaba súper feliz. Para todos es un sueño jugar con él, y yo tuve ese honor”, se enorgullece.
Claro que los últimos días estuvieron marcados por la nostalgia de aquella figura que transitó el final de su camino y que fue embajador global de su país, “como Diego Maradona o Lionel Messi para Argentina”. “Yo empecé a jugar al tenis por él, es mi ídolo. Además destaco cómo se comportó siempre fuera de la cancha, dejando una buena imagen de nuestro país”, describe al mítico tenista, al tiempo que pone de manifiesto el valor de la imagen: “Cuando decimos que somos de Suiza, todos saben que es el país de donde viene Roger”.
Paul expone que Federer “es una persona muy agradable, tal como lo ves en la tele”, y que durante sus entrenamientos hablaron de cosas más allá del tenis. “Lo principal que me dijo fue que no me rinda y que siga trabajando duro, porque al final tanto el trabajo como el talento cuentan”, aduce.
Antes de retornar a la sala de jugadores, Paul hizo una revelación algo inesperada. La creencia común es que Suiza es un país económica y socialmente estable, con gente con un standard de vida elevado. Sin embargo, el número 438 del ranking marca un contrapunto: “Todos piensan que somos todos ricos y no es así. Sí, hay personas muy ricas y es un país rico, pero no para todos, porque vivir allá es muy caro. Es imposible solventar la vida en las grandes ciudades”.
Con 23 años, recién ahora puede tener solidez financiera gracias a ciertos patrocinadores. Por eso, es firme al remarcar que “es muy difícil vivir del tenis”. “Es muy difícil tener sponsors. La Federación ayuda a conseguir fondos especiales y podemos tener algo de dinero. En mi caso, tengo 23 años y ahora puedo viajar, porque tengo dos patrocinadores que sin ellos sería imposible. Pero tampoco hago mucho dinero, lo atravesamos como todos. En Suiza tenemos un standard muy alto”, sentencia.
Aunque el clima en aquel país de Europa central se emparenta más con el frío, el tenis está más relacionado con el calor. Paul agradece el fin de la charla para retornar al cálido salón para competidores. Es educado y predispuesto, a sabiendas que todos le preguntarán por su experiencia con Roger Federer. Ahora continuará su gira por Sudamérica, gracias a su ídolo.
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