24 de enero 2024 - 00:00

Diálogos de Wall Street

La Bolsa y sus nuevos máximos absolutos. ¿Qué hay detrás, Gordon Gekko?

Gordon Gekko. 

Gordon Gekko. 

Gordon Gekko: Sí. A esta altura, para sorpresa de nadie.

P.: No lo hacía desde comienzos -el 3 de enero- de 2022.

G.G.: Fueron dos años intensos. No fue fácil montar un nuevo mercado bull. Pero eso fue también en 2022, diez meses más tarde, ya en octubre.

P.: No era sencillo identificar el nacimiento de un nuevo ciclo y no tomarlo como otro rally cazabobos, la trampa típica de los mercados bear.

G.G.: Es que la Fed estaba embarcada en plena suba de tasas de interés. Y lo hacía a destajo, reunión tras reunión. Pero la inflación, que se desbordó en la primera mitad de aquel año, comenzó a acusar recibo. Sin embargo, la principal intuición de los toros no fue anticipar que los precios iban a contenerse. No. Fue confiar en la solidez del terreno que pisaban.

P.: Que la economía podía sostener su embestida...

G.G.: Sí. Que la fortaleza del empleo no sucumbiría en la faena. Fíjese que la canasta líder de indicadores económicos, que caía entonces y cae en la actualidad, presagiaba una recesión inexorable. Acumula ya 21 meses consecutivos en rojo y no abandona el pronóstico. Insiste.

P.: Lo mismo la curva de bonos, que sigue invertida, aunque amague nivelarse en los extremos de 2 años y 30.

G.G.: Todos erraron. Nadie es infalible. La Bolsa fue la primera en advertir la recesión que finalmente no ocurrió. Esa es la razón del mercado bajista de los diez primeros meses de 2022. Un tropezón de casi el 25%.

P.: Ir más allá de los máximos, ahora, es apenas un trámite.

G.G.: Sí. La mesa está servida hace tiempo. Era nomás soplar las velitas. Pero había que hacerlo. Y se hizo de forma convincente.

P.: ¿Queda confirmado que estamos en un mercado alcista?

G.G.: Nunca es tarde para descubrimientos si la dicha es buena. Es un toro de raza. Nació el 12 de octubre de 2022. El índice S&P 500, desde un piso de 3577 puntos, trepó ya 36%. El Dow Jones Industrial, que cruzó la frontera de los 38.000 puntos, y el Nasdaq 100 también clavaron nuevos récords. La discusión se cerró hace tiempo. Pero eso sirve hasta ahí nomás. Nadie vive de las cucardas, hay que ganarse el sustento día a día.

P.: No es curioso que la Bolsa diera un rodeo durante casi todo enero cuando se descontaba el apuro de la Fed por comenzar a recortar sus tasas de interés. Y que recién atraviese el Rubicón una vez que sus voceros nos aclaren que no es así, que no hay ninguna prisa, que la baja puede esperar tranquilamente medio año más.

G.G: Es curioso, pero habla de una cierta mesura. Para nada evidente, lo acepto, cuando se ve la fuerte expansión de la relación de precios a las ganancias esperadas. Hay convicción, pero no reina la euforia.

P.: Dicho sea de paso, estamos ya en la temporada de balances, y no comenzó con brillo. Pero tampoco pesó desfavorablemente.

G.G.: ¿Qué es mejor para la Bolsa? ¿Que comience una baja de tasas de urgencia o que pueda esperar? La Fed no tiene problemas en reducir las tasas y anticipa que, para asegurar el aterrizaje suave y minimizar los riesgos, lo hará este año. Pero la economía funciona muy bien, la inflación obedece, y no hace falta precipitarse. ¿Qué mejor señal para la Bolsa?

P.: Con esa lógica, lo mejor que podría pasar es que no hubiera ninguna rebaja en las tasas de interés.

G.G.: Siempre y cuando no se necesite. Punto importante. Un aterrizaje exitoso así sería glorioso para la Bolsa. No tendría antecedentes.

P.: ¿Sería posible?

G.G.: Precisaría una bonanza de productividad mayor que la que estoy imaginando (y mucho más fuerte que lo que las estadísticas registran, un alza leve, hasta ahora). Entienda sí que sería muy duro para los bonos. Convalidaría las tasas reales de interés que vimos en octubre. Tres cuartos de punto más altas a diez años. Y ya son elevadas: 1,83%.

P.: ¿Y cuán probable le parece?

G.G.: Aun si se diera, la Fed podará las tasas. El banco central opera en el negocio de administrar riesgos, no en el de acertar pronósticos sobre el filo de la navaja. Cuando la inflación baje querrá desensillar también. A modo de prevención. No querrá convalidar el estrés en la renta fija. Un par de recortes en condiciones de inflación benigna diría que no se le niegan a nadie. Su preocupación principal será que nada se rompa. Si ya hizo pasar un elefante y el bazar está intacto. No querrá arruinarlo por un exceso de celo infundado.

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