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Hace exactamente un año y dos semanas, la Argentina rompía definitivamente con el enfoque de convertibilidad que rigió los destinos cambiarios y macroeconómicos del país durante más de una década. Adorada por los asalariados de ingresos bajos y medios, pero odiada por muchas actividades industriales, la controversia quedó instalada con inusitado vigor, no sólo en los ámbitos académicos sino en vastos sectores de la sociedad, incluida la clase política que lo incorporó a su agenda de debate electoral.
Lo que nadie se esperaba es que con las cotizaciones verificadas en el mercado cambiario en el día de ayer, se alcanzaron relaciones técnico-cambiarias similares a las del año 2001, pero con una situación fiscal precaria como entonces que invalidaría cualquier iniciativa de volver al pasado. En otras palabras computando los últimos datos de base monetaria restringida neta de las reservas internacionales, el tipo de cambio de convertibilidad de ayer fue de $ 3,11 por dólar (ver gráfico adjunto). Es interesante apuntar que la aceleración de la convergencia entre el valor de la divisa en el mercado y la paridad teórica de convertibilidad estuvo explicada por una parte en la emisión monetaria de las últimas semanas, especialmente aquella destinada a la Tesorería Nacional. Por la otra, el pago a los organismos multilaterales de crédito derivados del principio de acuerdo con el FMI completó la tarea.
Si se desease ampliar la base de cálculo para captar el eventual efecto de una monetización abrupta del actual stock de las Lebac emitidas por el BCRA, la relación subiría a $ 3,35 por dólar. Y si se va más lejos, estimando un rescate masivo con emisión de las cuasi monedas provinciales -cuyo stock actual está estimado en 7.270 millones de pesos -la relación de convertibilidad se escaparía a $ 3,90 por dólar.
Una circunstancia similar se vivió hace más de un siglo: en noviembre de 1899 cuando por aquel entonces se debatió la Ley de Convertibilidad que impulsaba el flamante presidente Roca, el tipo de cambio de mercado comenzó a bajar para ir acercándose velozmente al patrón técnico. Las expectativas que generó la nueva gestión de Roca (ya había sido un exitoso presidente hacia finales de los '80) jugaban muy a favor, sobre todo después de los desaguisados de Juárez Celman que Carlos Pellegrini tuvo que corregir. Precisamente este último, siendo miembro informante en la Cámara de Senadores, tomó la tarea de explicar el nuevo proyecto del Ejecutivo, mientras que el diputado Pedro Luro hizo lo propio en la Cámara de Diputados. El debate de esos días se centralizó en cuál sería la paridad de convertibilidad y la presión sobre el Congreso tanto de los sectores agropecuarios, como industriales, así como de servicios (v.g. bancos y FFCC) fue infernal. Finalmente el tipo de cambio escogido se mantuvo por 30 años.
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