¿La inflación de EE.UU. se desboca o desacelera su marcha? Marzo –8,5% interanual– trajo la cifra más alta en 40 años. Pero los precios al consumidor avanzaron 1,2% en el mes. Su velocidad anualizada fue casi dos veces más rápida: 15,4%. ¿Qué sentido tiene la pregunta? ¿Caben dudas con números así? Ocurre que si se excluye el shock de energía y alimentos, la llamada inflación núcleo alcanzó 6,5% interanual, apenas una décima por encima de febrero. A lo largo de marzo, su aumento se tornó sensiblemente más lento, 0,3%. O, 3,7% anualizado. En comparación, un paseo apacible. Y, sobre todo, una desaceleración notable. Es el guarismo más bajo desde septiembre. Y roza la mitad del promedio octubre-febrero. ¿Se calma la fiebre después de romper el termómetro? Es el segundo mes consecutivo en que la divergencia dice presente.
La inflación núcleo se sosiega, pero la Fed no cambiará su dureza
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Desde ya, ninguna definición cumple con las normas de tránsito. La meta de inflación oficial es 2% (según el deflactor del consumo personal), y, bajo cualquier métrica, la Fed está en offside irrefutable. ¿Qué debe hacer? El Gobernador Christopher Waller, un halcón tan rapaz como James Bullard, admitió la posibilidad de un “pico” de la inflación. ¿Comienza a recalcular su postura según se mire el vaso medio lleno o medio vacío? No hay tal opción. El vaso rebalsa de inflación aunque la versión sin energía (11% de aumento directo en marzo) ni alimentos (+1%) reduzca su exceso de espuma. La inflación núcleo se calma, pero no la Fed. No habrá cambio de planes y el rigor esbozado en las minutas (que anticiparon Powell y Brainard, los número uno y dos de la entidad) sigue tan necesario como antes. Es más, Bullard recordó que la prisa por llevar la tasa de fed funds de 0,5% a 2,5%, que obligará a subas de medio punto para arrimarse rápido a un terreno neutral, no va a alcanzar para contener las presiones de precios. El hombre de la Fed de Saint Louis aboga por cerrar 2022, como mínimo, en 3%. Es que marzo aunque marque un “pico” significa menos que lo que insinúa. Ya sea 8,5% o 15,4% la Fed no puede quedarse ahí, tiene que descender a una planicie no superior a 4,3% para validar sus últimas proyecciones y tratar de salvar la ropa este año. ¿Qué tan alentadora es la desaceleración de la inflación núcleo? Apenas dos ítems –energía y alimentos– separan su sosiego del frenesí de la inflación general en marzo. Bastan otros dos renglones –autos y camiones usados (de muy fuerte incidencia) y educación– para que la mejoría se retraiga. Conviene, pues, tomarla con pinzas. La inflación mediana –una estimación robusta que hace a un lado a las variaciones extremas– dio 0,5% en marzo. Se alinea con el promedio octubre–febrero (en vez de caer a la mitad). Su estabilidad la hace creíble. Y arroja una señal muy constructiva. La tendencia subyacente no se contagió del efecto Ucrania. La divergencia es real aunque menor. Pero una velocidad anualizada de 6% le da la razón a Bullard. Es menester trabajar duro para mocharle el filo.
Los mercados anticipan pero con una Fed tan agresiva ponen barbas en remojo. La inflación núcleo cantó 0,3% y las tasas largas se hundieron en el acto 14 puntos base con el argumento del “pico” de inflación pero devolvieron todo con el contra-argumento de que Powell no cejará hasta poner una pica en Flandes. Ya a la media tarde, luego de una frustrante subasta de diez años, resurgió la cruel realidad. El sendero de las tasas, cortas y largas, nominales y reales, apunta al alza. La Fed corre tras la inflación, pero también la curva, que no llega a 3% a 30 años. Eso sí su traza se empinó. La semana pasada, 26 puntos base a un diferencial (10 años versus 2 años) de 19 puntos. Y esta semana se estiró a 39. La recesión que señalaba la curva invertida hizo mutis. Los balances arrancaron bien. Pero la Bolsa no arriesga el pellejo. El desplome del Dow Jones de Transporte es signo brusco de mal agüero. Su salud se fisuró rápido, y en mayo la Fed vendrá con suba de medio punto y reducción de balance. ¿Sell in May? Powell insistirá en junio, y así sucesivamente. El drama no es una curva emboscada sino la amenaza frontal en línea recta. El peligro es la muerte súbita. La salvación es que sea solo un desmayo. Pero cuesta distinguir cuando la guadaña de la Fed es la culpable.
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