El boom que mostraron las inversiones inmobiliarias luego de la crisis es un tema más que conocido, con sus cambios en la composición de la demanda y sus mayores precios. Sin embargo, ahora hay otro actor en escena, el campo, que según explican los especialistas que consultó Ambito Financiero, «es siempre mejor inversión que un departamento».
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Según explicó Mariano Maurette, ingeniero agrónomo de Alzaga Unzué y Cía. SA, había poco interés en los campos antes de 2002 porque el negocio agropecuario no daba dividendos y muchos propietarios estaban endeudados y se veían obligados a vender. Pero «luego de la crisis el campo queda bien parado y comienza un sendero de crecimiento ininterrumpido que continuó hasta su primer freno a fines de 2005, cuando el gobierno decide intervenir en el mercado de la carne». Para el especialista, las razones del virtuoso repunte fueron que «con la pesificación la mayoría de los deudores se vio beneficiada, pudiendo licuar sus pasivos; cae la oferta; la producción agropecuaria mostraba buenos márgenes; los precios de los commodities se volvieron interesantes y se incrementaron los alquileres. Además, pasa a ser una inversión atractiva porque desaparecen los negocios financieros por el pánico».
Pero todo esto no vino solo y la contraparte de este escenario positivo es que los precios hoy están en un máximo histórico y que «no cualquiera puede acceder a la compra de un campo», reflexionó Alberto Girotti, presidente de Girotti Servicios Inmobiliarios SA.
Maurette no sabe «si estos precios marcan un techo o un máximo, son altos si se mira de acá para atrás, pero no se si se mira para adelante».
Promedios
Los datos de la revista «Márgenes Agropecuarios» ratifican estas conclusiones y muestran que de 1977 a 2005 el valor promedio de la hectárea fue de 2.741 dólares para la zona maicera y subió a u$s 7.500 en setiembre de este año. En la zona triguera la comparación es de 1.041 dólares frente a u$s 2.800; en la de invernada, de u$s 1.093 entre 1977 y 2005, salta a u$s 3.200 en setiembre pasado y en la zona de cría pasa de 421 dólares a u$s 1.050. «Hoy estamos en una meseta de valores, con un escenario de baja oferta y demanda cautelosa que compra sólo cuando surge buena mercadería», resalta Maurette. Por su parte, Girotti también ve una demanda sostenida; con presencia de extranjeros,pero más de argentinos. Con 37 años en el mercado explica que la inversión inmobiliaria es distinta de la renta que surge del campo y que «hay que tener cuidado al evaluar». «El valor de un campo no se puede comparar con el de un departamento porque hay muchas cosas que lo influyen: la política económica, las mejoras que se le hacen, si se produce, entre otras.» En ese sentido, puso como ejemplo las retenciones.
Lo cierto es que más allá de todos los inconvenientes, el campo es siempre mejor inversión, «el valor de la tierra es lo único potable que tiene el país», explica Girotti y ejemplifica: «Un departamento se puede deteriorar en 50 años, mientras que la tierra se mantiene».
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