11 de mayo 2020 - 00:00

Wall Street en alza, entre la sequía de empleo y un oasis inesperado de crédito

¿Se puede pensar que acá no pasó nada? ¿O que nada más va a pasar?

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Es oficial: la economía destruyó 20,5 millones de puestos de trabajo netos en abril. De un plumazo, obra de un virus y de la política sanitaria para combatirlo, desapareció 14% del empleo en EE.UU. Realizar una poda similar le llevó más de un año a la mismísima Gran Depresión.

Wall Street tomó conocimiento, subrayó con lápiz amarillo el salto de diez puntos en la tasa de desocupación a 14,7% (un récord desde los años treinta), el número real ronda más bien 20%, y, al final del día, subió entre 1,6% y 1,9% (según el índice que se trate). El Nasdaq, la punta de lanza del rally, se recuperó del traspié por el Covid-19 y se las arregló en lo que va de 2020 para avanzar 1,6%. En doce meses, acumula 15%. Es un frenazo brusco, claro, pero estos guarismos hacen invisible lo principal, el choque frontal con la recesión y el mercado bear. ¿Se puede pensar que acá no pasó nada? ¿O que nada más va a pasar?

Sucede que dos historias discurren en paralelo. La economía real -Main Street- destruye producción y empleo como nunca, y todavía pelea por alcanzar un piso. Wall Street, en cambio, protagoniza una espectacular recuperación en v corta que pasa el tiempo, los muertos de la pandemia y otros cadáveres que arrastran las estadísticas, y no se corta. Y bien que siga así, es lo mejor para las dos veredas. Si la política económica -el blend de política monetaria y fiscal en ejecución- puede adjudicarse un éxito es haber desactivado un crac crediticio ni bien asomó.

Sabemos que, entrados ya en mayo, se perdieron 33 millones de empleos comparados con los 8,7 millones que pulverizó la Gran Recesión de 2007-2009 y los 22,4 millones que creó la expansión más larga de la historia entre 2009 y 2020). La contracción es más profunda que la Gran Recesión, pero, ¿y qué de su acompañante, la Gran Crisis Financiera en 2008-2009 que se llevó puesta a Lehman Brothers? ¿Dónde está la versión aggiornada? Así como la desgracia laboral es formidable, ¿dónde opera la destrucción de crédito, que no se la percibe?

Ya se dijo: gracias a la ley Dodds-Frank y la regulación macro-prudencial no se produjo una crisis bancaria. Y los defectos de la legislación pos-Lehman -la falta de market makers y la desaparición abrupta de la liquidez secundaria cuando más se la precisa- los solventó deprisa la Fed que multiplicó pases y compras de bonos del Tesoro. Los bancos tienen capital y liquidez como para amortiguar el efecto del shock viral. Pero la procesión va por dentro de su cartera activa, y recién empieza. Como siempre, el crédito bancario aumenta por obligación en una primera etapa, conforme se gatillan los arreglos prepactados con las grandes compañías a manera de respaldo eventual o back-up.

Sin embargo, no hay que engañarse. En marzo los bancos comenzaron a endurecer las condiciones. Y con los balances de abril vinieron también las provisiones en ascenso. Los bancos no son un problema como en 2008 pero recortarán su crédito en el margen. Si en vez de un apretón, el crédito fluye es porque se abrió el mercado de capitales. La disposición de la Fed a comprar deuda corporativa lo hizo posible. Más de 800 mil millones de dólares se colocaron ya en nuevas emisiones (600 mil millones plus luego del guiño de Powell). Y conste que el banco central no desembolsó aún ni un dólar, y sólo podría comprar 4% de la cartera de bonos grado de inversión y menos del 1% de los bonos basura.

El truco funcionó. Es aquí donde las historias paralelas debieran juntarse. Wall Street amortiguó el golpe, y aceita la recuperación futura de Main Street. Claro, los problemas de solvencia no se arreglarán así. Una legión de empresas acudirá al Capítulo 11 de la ley de quiebras para reestructurar su negocio. Es clave progresar por estos frentes múltiples. Si una buena noticia surge del informe de trabajo es que el 78% de los que perdieron el suyo lo estiman temporario. Y para el 40% los cobros van a ser mayores (también transitoriamente). Una salida prolija de la cuarentena que resucite la actividad y no agrave la epidemia terminaría por redondear el caso positivo que anticipa Wall Street. No luce imposible aunque lo pareciera a fines de marzo, pero todavía se requiere suma pericia para esquivar a un virus invisible y a los icebergs que existen y apenas se divisan.

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