“La obra tiene que ver con teorías conspirativas, con el tema de quién es el dueño de la verdad. Cómo el bien y el mal son valores que pueden ser intercambiables según cuál sea el discurso del opinante”, dice Javier Daulte sobre su obra “Carnicera”, estrenada hace dos años en Barcelona y que llega a mediados de agosto al Regio en codirección con Mariano Stolkiner.
Llega “Carnicera”: una comedia distópica sobre teorías conspirativas
Diálogo con su autor, Javier Daulte, que la estrenó hace dos años en Barcelona, y que ahora la codirigirá en el Regio con Mariano Stolkiner.
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Carnicera. Javier Daulte y Mariano Stolkiner en el teatro Regio.
Con actuaciones de Karina K, Florencia Raggi, Marcos Montes y Agustín Daulte, la obra gira en torno a Porcia en su rutina como trabajadora de un frigorífico industrial de carne. Una presencia misteriosa acompaña su soledad, que puede ser un peligroso terrorista que altera genéticamente la carne, un fugitivo o un gato. Lo que no sabe Porcia es que ella y su obrador se convertirán en el escenario de lucha entre dos bandos. Dialogamos con Daulte y Stolkiner.
Periodista: Porcia es la protagonista, cuánto tiene de la esposa de Bruto, una mujer que supuestamente se suicidó por la muerte de su marido tragándose unas brasas.
Javier Daulte: Si bien no quiero hacer referencia a ese personaje hay algo de aquella Porcia bestial y violenta que contrasta con la mía, que es un ser simple, solo, es una persona que cumple horario en este frigorífico industrial enorme. Es muy afable, valiente, que será manipulada por algún tipo de interés de los otros personajes.
Mariano Stolkiner: La similitud entre ambas radica en que se enfrentan al poder desde lugares distintos y no compran discursos cerrados. Son valientes. La de Julio César en Carnicera aparece pero no necesariamente encarnada en el personaje sino como una fuerza desplegada en todos los personajes como seres heroicos dispuestos a dar su vida por sus propias convicciones, inclusive el amor.
P.: ¿Cómo apareció este mundo del frigorífico? ¿Cómo flota el covid en la trama, escrita en 2020?
J.D.: Nació como pedido de una productora de Barcelona, querían que actuara mi hijo Agustín y la escribí durante la pandemia. No la vinculé con la pandemia pero sí quizá con algo de teorías conspirativas. El mundo me parecía un escenario atractivo per se, un lugar muy icónico para nosotros, es un escenario donde supuestamente se carnea la res para luego mandarla para el consumo, me parecía el epicentro donde se pergeña algo, lugar para manipular genéticamente ese producto y generar algo en la sociedad además de enviarle un mensaje.
M.S.: Sin duda hubo infinitas elucubraciones que luego se convirtieron en realidad para muchos, se compraron tantos discursos, realidades inventadas, algo tan sensible con todo lo que implicó. Generó alternación en el pensamiento de la gente pero la obra habla sobre discursos que se bajan y cómo se compran, dónde está la verdad. No creo que haya sido una obra escrita a partir de eso aunque tenga una resonancia fuerte. La alteración genética a la que apunta la obra funciona como metáfora de la alteración de pensamiento. Se condiciona al ser humano a ciertas creencias que se instalan como convicciones.
P.: ¿Es una trama de ciencia ficción o distopía?
J.D.: Es una comedia distópica, con tintes trágicos, sobre el tema de la posverdad y manipulación. Cuando aparece la idea de los bandos está la necesidad de tener un enemigo con uno que defiende fanáticamente una verdad que creen única, ahí aparece la necesidad del mal. Como a partir de creerse dueño de una única verdad eso imposibilita la manipulación del otro, en este caso Porcia es la victima de esta manipulación.
M.S.: Hay analogía del consumo que hacemos de los alimentos, en este caso la carne, que nos da esa energía vital que necesitamos para salir a enfrentar cada día jugado un paralelo con el consumo de los discursos que también son una energía vital. En algo hay que creer, la gente necesita creer, podemos no tener la certeza de que aquello que damos por verdad realmente lo sea.
P.: ¿Cómo trabajaron en la codirección?
J.D.: La codirección la transité pero hace mucho no lo hacía, empecé con La escala humana con Spregerburd y Tantanian, luego codirigí tres obras con Gabriela Izcovich, otra con la Fura dels Baus. Mariano se enamoró de la obra, quería dirigirla, luego la presentamos para codirigir en el CTBA y fueron muchas charlas. Podemos tener desacuerdos o abordar desde distintas posiciones pero lo importante era estar de acuerdo a la hora de transmitir al elenco. Se fue encontrando la manera y se fue acomodando muy bien, él me ayudó a confiar en mi propia obra que por momentos creí que era muy difícil de hacer.
M.S.: Nunca nos planteamos división roles, nos nutrimos el uno al otro, con lo que cada uno traía y la idea fue poder acompañarse. Es un privilegio trabajar con Javier a quien admiro. Siempre se trabajó con naturalidad con los actores, si podía surgir alguna diferencia se pudo respetar, el proceso de creación no tiene que ver con tener todas las respuestas sino con hacer las preguntas adecuadas.
P.: ¿Cómo fue el paso del texto al escenario?
J.D.: Tuvimos que encontrar el juego, sobre eso se trabajó mucho para entender cómo era el todo. Es una de espías, de descubrir quién es la amenaza, el maldito, y descubrir ese tono orientó la manera de trabajar con los actores. La escenografía de Gonzalo Córdoba Estévez es fantástica, la tuvo muy clara de entrada y el Regio nos vino muy bien. Fue muy rápido el entendimiento con Gonzalo y sus dibujos estuvieron muy de acuerdo con lo que imaginaba.
M.S.: La puesta se fue armando en los ensayos, fue surgiendo, había decisiones tomadas, uno sabe que los tiempos de realización pueden ser más largos y demorar que el tiempo que uno tiene para ensayar. La totalidad del uso espacial, el campo sonoro, fue llegando con los ensayos.
P.: ¿Cómo es la experiencia en el Regio del CTBA?
J.D.: No había trabajado nunca ahí, es precioso, ahora convivimos con la gente de la casa, con el CTBA, hay diálogo fluido. Se atrasó un poco el estreno, pero no deja de ser un privilegio trabajar así. Falta la recta final para llegar al estreno con todo lo que falta terminar como vestuario, puesta de luces y demás.
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