14 de octubre 2021 - 00:00

Volver a Alfonsina Storni a través de la modernidad

LUMERMAN. AUTOR Y DIRECTOR DE ESTA REVERSIÓN DE LA OBRA DE STORNI. 
LUMERMAN. AUTOR Y DIRECTOR DE ESTA REVERSIÓN DE LA OBRA DE STORNI. 

"Con esta obra busco que pueda ser popular y accesible, que no sea de elite, que tenga mucho humor pero además que maneje otras líneas de profundidad. El humor es la manera de entrar al público pero además de esa primera capa tienen que aparecer otras", dice Francisco Lumerman, que adaptó y dirige ¨El amo del mundo¨, basada en la obra de Alfonsina Storni, con actuaciones de Paula Ransenberg, Lautaro Delgado Tymruk, entre otros, y se estrena el viernes 23 en el Regio. Conversamos con Lumerman, quien además dirige junto a Lisandro Penelas Moscú teatro, donde puede verse la sexta temporada de ¨El amor es un bien¨ y ¨El río en mi¨.

Periodista: ¿Qué le interesó de ´El amo del mundo´?

Francisco Lumerman: No la conocía y mi primera impresión fue la de leer a alguien fuera de su tiempo. Después me enteré que la obra había sido representada en el Cervantes, había asistido el presidente y la levantaron a los tres días porque la crítica la destrozó. Me generó más interés y el interrogante de por qué conozco todo Arlt y no así a Alfonsina, que era su contemporánea. Esos pensamientos me acompañaron durante la lectura del material y se convirtió en algo detectivesco, de querer saber más de ella y de su producción. Para montar la obra me pregunté cuál era el gesto de ponerla en escena y al ver cómo resuena hoy, apareció la imagen de cómo se construye la ficción. Por eso el elenco ensayando ´El amo del mundo´ en el presente, con un director y su esposa, la actriz que hace Márgara. Conforme avanza el ensayo, el texto de Alfonsina repercute en los personajes, en ese matrimonio, y arroja nuevas preguntas que se suman a las del texto de Alfonsina.

P.: ¿Cuáles son esas preguntas?

F.L.: Alfonsina plantea la historia de una mujer que no acepta vivir bajo normas sociales impuestas, lo que está bastante pegado a su biografía. Tiene un hijo siendo madre soltera. En ese momento plantea que la mujer no quiere adaptarse a un marido, estar dentro del deber ser y hay un precio que paga el personaje por elegir eso. Ese territorio de Alfonsina hoy no tiene el mismo poder que en 1928 en el Cervantes. Lo que me resonó al leerlo fue que la dramaturgia era territorio masculino, además de un factor clave con el origen de Alfonsina que no pertenecía a la artistocracia. Venía de otro lugar más humilde, fuera de esa lógica y los cánones que siento funcionan en la conservación de los libros que hay que leer y se dictan como clásicos. Quién dice cuáles son los textos. Entonces en la obra, por primera vez esa actriz será amo del mundo, en lugar de acompañar a su marido director como hizo siempre. Se empiezan a retroalimentar los dos universos, el de Alfonsina con el de la pareja.

P.: ¿Cómo se espejan los personajes actuales con los de Storni?

F.L.: Los textos de Alfonsina dicen cosas que estos personajes podrían querer decirse y no se animan. Alfonsina es un vehículo, trae cosas ligadas a su momento actual como pareja y se deriva en un juego de actuación atractivo, se mezcla, se liga, se traen al presente esas tensiones y es así que se justifica la puesta en escena de este texto.

P.: ¿Montar un clásico implica añadirle alguna clase de novedad como para que valga la pena volver a hacerlo y verlo?

F.L.: Mi obra ´El amor es un bien´ surgió a partir de Tío Vaina. Siempre me relacioné con los clásicos, metabolizándolos y sacándolos nuevamente. He visto obras hechas tal cual y actualizadas desde otro lugar pero a mi como director me surge la inquietud de agregar algo para volverla a hacer. Me interesa que esté puesto a jugar, acerca al público y me acerca a ellos. Se dialoga con el presente de una manera concreta, a diferencia de si la hiciéramos tal cual. Esta manera me permite profundizar y poner mi mirada para que no sea una repetición inocente.

P.: ¿Cómo ve a los nuevos autores en este contexto? ¿Se tiende más al humor pasatista?

F.L.: Antes los circuitos se mezclaban más, podía haber una obra interesante en el comercial o el paso del off al comercial pero eso se fue perdiendo. Lo que rinde en términos comerciales para que el público pague una entrada va hacia una dirección y quien intentó correrse de ese lugar, fracasó. ´El amor es un bien´ estuvo en el Metropolitan y para ese público era muy dura, en cambio en nuestro teatro, Moscú, la gente se descostilla de risa, la pasa bien y además hay otras líneas. Pero es un momento en que la producción sale de estar muy golpeada y nadie quiere arriesgar, se hace lo que funciona.

P.: ¿Qué nota en sus alumnos de dramaturgia?

F.L.: Están más ligados a lo performático, no tanto al teatro de texto. Hay mayor búsqueda en relación a la creación escénica y fusión de lenguajes. Yo soy fanático de los textos, insisto mucho en la lectura clásicos, con los que igual siempre estamos dialogando. Hay que saber que hubo quienes escribieron cosas que vale la pena ser recuperadas y conocerlas. Cuesta mucho la lectura en jóvenes, a partir de que la imagen manda, y las series, las nuevas referencias hoy son otras, cambiaron.

P.: ¿Cómo programa Moscú pospandemia?

F.L.: Recibimos propuestas como nunca, todo lo que había quedado acumulado. Estamos viendo cómo programar porque Moscú nació como un lugar ligado a lo autoral, es como una cocina de autor, un atelier de artistas que abre sus puertas y están nuestras obras y las del grupo de docentes que dirigen sus espectáculos. Nos movemos con lo que nos interesa y tiene que ver con un teatro más ligado al texto, vamos en esa línea aunque haya obras que rompen con eso. El año que viene Lisandro y yo estrenaremos nuestros proyectos postergados.

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