21 de febrero 2024 - 15:39

Berlinale: el homenaje a Martin Scorsese y una polémica que no termina

El cineasta de "Taxi Driver" recibió, de manos de Wim Wenders, el Oso a la trayectoria. La última edición dirigida por los renunciantes Carlo Chatrian y Mariette Rissenbeek subraya el debate sobre la función del Estado en la cultura.

Martin Scorsese (centro) en la Berlinale, antes de recibir el Oso a la trayectoria

Martin Scorsese (centro) en la Berlinale, antes de recibir el Oso a la trayectoria

Berlín — Martin Scorsese recibió anoche el Oso de Oro honorario por su trayectoria artística durante una cálida ceremonia en el Berlinale Palast. Se lo entregó Wim Wenders, con quien lo liga una larga amistad desde que coincidieron en Los Angeles y Nueva York a principios de los ochenta. Estaban ambos visiblemente conmovidos.

Unas horas antes, Scorsese entretuvo a la prensa con anécdotas y reminiscencias de ese momento importante que fue el New American Cinema, independiente y contestario, en los años setenta. Citó a todos sus amigos por nombre de pila: Francis (Coppola), Brian (De Palma), Steven (Spielberg), John (Milius), Jay (Cox), a los que destacó como cinéfilos, y el origen de su interés por la restauración de obras clásicas u olvidadas, a través de la Film Foundation que fundó en 1990. Destacó la función de los críticos de cine hoy: ser guía para los espectadores, apabullados por la hiperabundancia de “content”. "La crítica ayuda a enfocar y concentrarse en lo que considera valioso, orientando a las nuevas generaciones", dijo.

A los 81 años, también aconsejó no dejarse asustar por las tecnologías digitales; la clave, recordó, es preservar la voz del narrador; recordando que en la joven historia del medio (apenas ciento treinta años), el cine se adaptó a cambios que en su momento parecieron desviar su trayectoria, como la llegada del sonido. Con pasión se extendió sobre cuestiones estéticas, proponiendo las preguntas para las que en cada película busca una contestación concreta: ¿qué debe incluir una toma, y cuánto tiene que durar? Resaltó con entusiasmo y ejemplos del documental "Made in England: The Films of Powell and Pressburger", que vino a presentar a la Berlinale, el poder de la imagen audiovisual.

Por un momento, la rueda de prensa se convirtió en clase práctica de cine. Terminó la entrevista hablando del ambiente italoamericano del Lower East Side que lo marcó como realizador, y también de su encuentro con el Papa Francisco cuando el Vaticano lo invitó a proyectar "Silence" (2016), sobre mártires jesuitas en Japón en el siglo diecisiete. Toma en serio, añadió, el pedido del Papa: refrescar la manera de presentar el Cristianismo. "Estoy trabajando en eso", dijo "ahora que terminé Killers of the Flower Moon".

Pocos argentinos

La presencia argentina es magra este año. En la sección Encuentros, una suerte de cajón de sastre donde se muestran trabajos iconoclásticos o experimentales, nuestro compatriota Matías Piñeiro –ahora profesor de cine en Nueva York- presentó "Tú me abrasas". El público para este tipo de película es de por sí limitado, lo mismo que sus canales de exhibición – museos, cinematecas, muestras de autor.

En este caso, la limitación viene de la ejecución misma: Piñeiro se propone adaptar el capítulo "Espuma de mar" del libro de ensayos de Cesare Pavese (1908-1950) "Diálogos con Leuco", una conversación imaginaria entre la poeta Safo y la ninfa Britomartis. Pero lo que en realidad ocurre es que Piñeiro - también autor del guión – habla de sí mismo, no de Pavese o de estas muchachas griegas. El resultado es más bien un ensayo cinematográfico – ese género a caballo entre la ficción y el documental – del que esta producción argentino-española resulta una muestra deslavada.

Esta edición de la Berlinale será la última dirigida por Carlo Chatrian y Mariette Rissenbeek, nombrados en 2020, el año anterior a la pandemia. Ambos tomaron la decisión de renunciar a la direccion artística y administrativa respectivamente al no coincidir con las expectativas del ministerio de cultura y medios del gobierno alemán, organismo que provee los fondos al festival. El conflicto, manejado con educación y buenos modales según ha trascendido, es el clásico en un país cuando los tres jugadores involucrados en cine - el Estado, el partido político en el gobierno y la actividad artística necesitada de apoyo financiero - no se alinean bien.

Es el caso del Incaa en nuestro país a raíz del cambio de gobierno: ¿cuánto debe/puede el estado subvencionar la producción de cine? Y qué tipo de películas, y quién determina la política de subsidios y promociones? En el caso de la Berlinale, ¿qué grado de independencia política tiene el festival con respecto al órgano estatal que lo financia y que responde a las directivas culturales oficilaes ? Un tema detonante fue la invitación y posterior desinvitación a la inauguración del festival al partido populista de derecha Alternative für Deutschland por parte de la Berlinale. El ministerio de cultura, que gobierna para todos los alemanes, como recordó, insistía en la invitación y los codirectores no aceptaron la imposición. Desde 1985 –año en que esta cronista vino por primera vez a cubrir la Berlinale para Ambito Financiero– hasta 2020 hubo sólo dos directores, Moritz de Hadeln y Dietrich Kosslick. La diplomacia que habrán tenido que practicar.

Competencia

La Competencia sigue resultando variada e interesante. El Jurado internacional, presidido por la actriz y productora Lupita Nyong’O, barajará trabajos muy disímiles en género y estructura a la hora de otorgar los premios, que no son pocos teniendo en cuenta que sólo veinte películas están en concurso. Las más notables por el uso del lenguaje cinematográfico en la articulación de su temática política son las tres siguientes: el documental experimental "Arquitecto", una coproducción franco-alemana dirigida por el ruso Viktor Kossalovsky, explora terremotos, cemento y arquitectura clásica; son temas dispares sólo en apariencia, y producen un impacto parecido a "Koyaanisqatsi" (1982), el documental norteamerican sobre un mundo en caos ecológico.

Las otras dos son "The Traveler’s Needs" (Las necesidades del viajero), una obra del coreano Hong Sangsoo, funda su impacto estético en el desarrollo de tres conversaciones en Seúl (dos son repetidas) entre una francesa fuera de su ambiente, intepretada por Isabelle Huppert, y cuatro coreanos de clase media; drenada de acción dramática, opaca en cuanto a motivaciones, pero que capta esencias nacionales de manera sorprendente, y finalmente "Black Tea", del realizador mauritano Abderrahmane Sissako, sorpende con una vuelta de tuerca elegante y un rompecabezas cronológico, anunciando sin estridencia ideológica o racial que los africanos son ciudadanos del mundo.

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