14 de mayo 2007 - 00:00

Bersuit lo temía, pero finalmente llenó River

El «Pelado»Cordera salió desu ostracismo yreunió a subanda BersuitVergarabat parahacer su primerRiver.
El «Pelado» Cordera salió de su ostracismo y reunió a su banda Bersuit Vergarabat para hacer su primer River.
Hace dos años que Bersuit Vergarabat (o «la Bersuit», como prefieren sus seguidores) sacó su último disco, y hace también muchos meses que no hace un show en vivo en Argentina (lo último fue un pequeño concierto en Chile que sirvió como precalentamiento para River).

La banda tiene 20 años, numerosos discos editados (lo último publicado se llama «Testosterona», de 2005), logró éxito internacional y los halagos de la industria (en formato de Grammy's y premios Gardel).

No pocas veces, después de este intervalo y de la negativa de Gustavo Santaolalla de producirles un nuevo trabajo, corrió el rumor de la disolución del grupo; sobre todo porque, cansado de la «locura urbana», Gustavo Cordera («el Pelado», líder de la banda) decidió mudarse a La Paloma, en Uruguay, y seguir mirando el mundo desde allí. Pero cuando un empresario local les propuso hacer un concierto en River, no lo dudaron.

Pocos músicos locales habían logrado llenar, solos, semejante estadio (Los Redondos, Soda Stereo, Los Piojos, Serú Girán, La Renga),

y el desafío los puso en acción plena. Tanto los motivó el reto que estuvieron hasta en el último detalle, prepararon largamente el show y hasta sumaron una página de Internet para hablar exclusivamente de esta presentación en River. «Qué polvo tan lindo», dijo un Cordera vestido a lo malevo cuando pidió a su iluminador que encendiera las luces para poder ver a la multitud que colmó el estadio de Núñez. Y con ese tono de adolescentes hicieron el show en River.

La puesta estuvo a la altura de cualquier artista internacional, con enormes pantallas repartidas en el centro, a los lados y frente al escenario. Fuera de agenda: Vicentico se sumó para « Sencillamente», y un grupo de murgueros de Gualeguaychú subieron portando un cartel que aseguraba que «la lucha no va acabar» (sic). El resto, fue un concierto extenso que pasó por todas las etapas de la banda -el ska, el rock, el pop, la balada, la murga, el tango, el rap, el hip hop-, con su poesía siempre al borde de lo escatológico y que no resiste mayores análisis, con canciones que se parecen mucho entre sí, y frente a una multitud que ha establecido con ellos una relación de amor que va muchísimo más allá de lo estrictamente artístico.

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