20 de abril 2000 - 00:00

"CUENTOS DE VERANO"

E n «Cuento de otoño» Eric Rohmer había demostrado que el cine francés no tiene por qué resultar solemne, pretencioso y aburrido. En su cuento otoñal, el director de «Mi noche con Maud» exhibía todo su talento para elaborar una comedia de enredos de gente madura. Ahora, en este «Cuento de verano», podemos ver cómo este director vuelve a uno de los temas favoritos en su carrera, el de las confusiones amorosas y los romances insinuados pero nunca correspondidos del todo.
Melvil Poupard interpreta a Gaspard, un estudiante de matemáticas que también le dedica buena parte de su tiempo libre a la composición de canciones marineras. En una playa rural de Britania, Gaspard pasa los días completamente solo, debido a que en realidad espera a su novia, Lena, sabiendo que ella tanto podría aparecer como dejarlo plantado. Durante la espera se hace amigo de una camarera, Margot, con la que se plantea una relación de «sólo somos amigos» que por supuesto es falsa, y al mismo tiempo también aparece una pulposa campesina francesa que pare-ce lista para la acción, aunque quizá no lo esté tanto. Para colmo, cuando el desconcertado protagonista parece haberse conformado con su nueva conquista, aparece su chica original, pero más confundida que cuando la dejó al comienzo de las vacaciones.
Rohmer es un director que a veces se repite demasiado (de hecho, casi todas sus películas se parecen mucho entre sí) y en «Cuento de verano» sus debilidades de siempre se acentúan, aunque no tanto como para quitarle frescura y humor a una historia sencilla, divertida y nada pretenciosa. Cosa que no significa que la visión de Rohmer de las relaciones entre hombres y mujeres no sea mucho más profunda que la de docenas de films europeos más aburridos y pretenciosos.

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