«El Grito 2» (The Grudge 2, EE.UU., 2006, habl. en inglés y japonés). Dir.: T. Shimizu. Int.: S. M. Gellar, A. Tamblyn , J. Beals, M. Uno, E. Chen.
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Como Godzilla y los viejos monstruos que destruían Japón, pero terminaban siendo combatidos por algún héroe hollywoodense, los oscuros fantasmas del terror contemporáneo nipón detonado a partir del éxito de «Ringu» se dispersaron hasta Hollywood. La secuela de la remake de un film japonés, rodada por un director nipón en Tokio y Chicago y producida por un experto del terror moderno como Sam Raimi debe marcar algun tipo de hito en lo que atañe a producciones que combinen talento creativo y técnico de dos industrias cinematográficas tan distintas.
El resultado es intenso, lleno de escenas aterradoras capaces de poner los pelos de punta al espectador, a pesar de no tener un nexo demasiado razonable aún dentro de las ilimitadas posibilidades que permite el género fantástico.
Eficacia
La película mezcla varias historias de gente sometida a la furia de espantosas fuerzas sobrenaturales. Varias de estas historias transcurren en Tokio y parten siempre de algún contacto con la «casa mas embrujada de todo el Japón». Otra historia transcurre muy lejos , en un edificio de Chicago. El ir y venir entre una historia no es siempre demasiado fluido, ni mucho menos coherente, pero la sucesión de secuenciasde terror muy bien elaboradas permite al director Shimizu salirse con la suya generando sustos a diestra y siniestra sin que se note la falta de rigor argumental.
La influencia del estilo de los viejos films de bajo presupuesto de su productor, Sam Raimi, ayuda a sostener la importante escalada de seres horribles y peludos siempre listos a surgir de debajo de una mesa, una bañera o incluso, en una escena memorable, entre las sábanas de un hotel alojamiento de Tokio. Y Jennifer Beals golpea duro en escenas de una contundencia innegable.
La escasa interaccion entre las distintas historias podría entenderse como un toque intelectual en una historia de fantasmas, aunque siendo prácticos, promediando la proyección el asunto luce un poco como una especie de versión seria de la saga de las «Scary Movies», en donde los sketches no son paródicos sino ciento por ciento espeluznantes.
En todo caso, el diseño de sonido, la fotografía, la música y los múltiples recursos y FX para que los espectros irrumpan de cualquier manera, vuelven atractivo este nuevo esfuerzo por exprimir una franquicia hasta la última gota de sangre.
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