28 de octubre 1999 - 00:00

"EL PODEROSO"

Más allá de sus innegables buenas intenciones, este film que une a dos púberes «diferentes» en una cruzada contra la maldad de este mundo no es otra cosa que una vuelta de tuerca bienpensante a las aventuras de «Mi pobre angelito». No sólo porque sus momentos culminantes ocurren en vísperas de Navidad sino que tiene a un Culkin en el elenco: Kieran, hermano de Macaulay, y casi tan insoportable como él, en el papel de Kevin Dillon, un discapacitado físico, pero mentalmente tan brillante que hasta su madre (una desconocida Sharon Stone) declara haber parido «a un diccionario». Si el pobre angelito tenía que arreglárselas solo contra todo peligro, Kevin, que tiene serias dificultades para movilizarse, encuentra su complemento en Max, cuyo tamaño desmesurado para su edad («imagínense si parecieran Godzilla a los 13 años») sumado a una traumática experiencia familiar lo han convertido también en un marginado. Lo de complemento es literal, ya que Kevin trepado a los hombros de Max conforma con él un solo bloque que ellos mismos bautizan como «El poderoso» del título.
Con ese nombre, y guiados por el espíritu de «El Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda», ambos salen a salvar «doncellas» y a enfrentar «dragones» modernos (una peligrosa pandilla adolescente y un asesino, por ejemplo) en lo que re-sultan invencibles. Por si el espectador no se dio cuenta, la voz en «off» de Max recuerda permanentemente que la amistad es lo más valioso que se puede conseguir en la vida, por más tragedias que se tengan que soportar. Hay varias en el transcurso de la película como para garantizar llanto en la platea. También hay subrayados sobre los beneficios de la lectura para incentivar la imaginación, entre otros didactismos.
Ahora bien, la dificultad para identificar el público al que se dirige es el problema mayor de esta película. Para adultos e incluso adolescentes resulta demasiado ñoña, y para los más chicos (aun con sus atmósferas e imágenes intermitentes de cuento infantil) tiene escenas demasiado violentas.
Extracinematográficamente, llama la atención la generosa participación de Sharon Stone, quien pese a liderar los créditos principales (que también incluyen a Harry Dean Stanton y Gena Rowlands) aparece muy poco. No hay que olvidar que este film inició su metamorfosis para dejar su imagen de sex symbol en el pasado. Que puede actuar bien ya lo demostró en «Casino» y lo ratifica aquí, mérito que, a la vista de todo lo demás, no es atribuible al director Peter Chelsom.

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