20 de agosto 2013 - 08:46

“El público de París ha aprendido a aceptarme”

Ludmila Pagliero es la primera argentina en llegar a “étoile” del Ballet de la Ópera de París, un lugar de privilegio al que pocos acceden. Mañana y el viernes se presentará con un programa ecléctico en el teatro Coliseo.
Ludmila Pagliero es la primera argentina en llegar a “étoile” del Ballet de la Ópera de París, un lugar de privilegio al que pocos acceden. Mañana y el viernes se presentará con un programa ecléctico en el teatro Coliseo.
Mañana y el viernes, el Teatro Coliseo será escenario de uno de los acontecimientos más esperados del año: la presencia de Ludmila Pagliero, la primera argentina en llegar a "étoile" del Ballet de la Ópera de París, junto a otros colegas de ésta, una de las compañías más prestigiosas del mundo.

Hervé Moreau (también "étoile"), Valentine Colasante, Axel Ibot, Gregory Dominiak, Germain Louvet, Florimond Lorieux, Marion Barbeau y Charline Giezendanner y Pagliero brindarán fragmentos del repertorio clásico, neoclásico y contemporáneo. Dialogamos con ella:

Periodista: ¿Cómo transcurrió su primera temporada como "étoile" en París?

Ludmila Pagliero: Estoy muy feliz. Todas las obras que abordé era la primera vez que las bailaba, de manera que fue un año muy intenso, de aprendizaje, de ir hacia lo desconocido todos los meses. Me sentí muy bien interpretando a mujeres de mucho carácter, como Kitri o la "Carmen" de Roland Petit, y también introducirme en celebrados ballets románticos como "Giselle" o "La sylphide".

P.: ¿Qué le deparará la temporada próxima?

L.P.
: Una gira a Moscú con "Paquita", que constituirá la primera vez que bailemos en el Bolshoi que acaba de reabrirse, "La bella durmiente" de Nureyev durante todo el mes de diciembre, una gira a Japón con "Don Quijote" y "La dama de las camelias" de Neumeier, programas de Jerome Robbins, un estreno de Benjamin Millepied, "Nôtre-Dame de Paris" de Roland Petit y algunos programas mixtos.

P.: ¿Qué relación entabló con el público parisiense?

L.P.
: Es un público exigente, que ha aprendido a aceptarme por el hecho de venir yo de afuera. Ha habido muchas discusiones, soy la única "étoile" latinoamericana y sé que tengo muchos seguidores pero también gente que no acepta que no haya hecho la escuela de la Ópera. De a poco fui mostrando que mi trabajo era intenso, que siempre estaba en los momentos más difíciles, tratando de mejorar en cada función, fueron viendo mi evolución como bailarina y como artista. Como en todo uno puede gustar o no, pero ellos respetan mi trabajo y eso hace que haya una relación de mucho respeto entre el público de París y yo.

P.: Ahora se enfrenta al público de Buenos Aires. ¿Qué expectativas le genera?

L.P.:
Lo conozco mucho menos que al parisiense, y el conocimiento es de lejos, a la distancia o en mis sueños desde que era niña. En Buenos Aires no bailé nunca, sí en el Argentino de La Plata. La expectativa mía es mucha y creo que la del público también. He sido muy bien recibida. El estudio de Olga Ferri, mi estudio de la infancia, me abrió las puertas generosamente como lo hubiera hecho ella. Volver a encontrarse con todo ese cariño que uno puede haber recibido hace ya más de catorce años, el tiempo que pasó desde que me fui, es decir la mitad de mi vida, saber que sigue habiendo ese afecto, reencontrarme con la plaza donde tomaba la merienda antes de ir a mi estudio, la calle de mi infancia, todo eso me genera mucha emoción. Cuando me fui lo hice sin hacer mucho ruido, lo hice porque las cosas no se daban aquí, y ahora vuelvo consagrada como estrella de París, pero soy la misma. Mi sueño aquí era bailar en el Colón, no en París. Estaba acá, veía ese teatro, a esos bailarines y pensaba "yo quiero estar ahí". Mis sueños empezaron acá, no afuera. Nunca pensé en hacer una escuela en afuera, simplemente en determinado momento vimos que no había oportunidades para mí. Mi camino tenía que ser por otro lado sin que yo lo buscara. Yo no quería ir a Europa a golpear las puertas de las compañías, porque yo no soy así.

P.: La falta de oportunidades generó oportunidades nuevas.

L.P.:
Exactamente. La vida me sacó de acá, me ofrecieron un contrato en Chile, fui a Estados Unidos porque un amigo me dijo "Andá a este concurso, que te van a ver", y ese mismo amigo me dijo "Andá a la Ópera de París a probar", pero si ese amigo, si el director del Ballet de Santiago no hubieran estado, yo nunca me hubiera ido. Hoy me siento más extranjera en el sentido de que no conozco al público, me han visto muy poco, es un público al que tengo que conquistar y con el que estoy en el principio de una relación.

P.: ¿Qué va a bailar en esta gala?

L.P.:
Con Hervé Moreau haremos el último gran "pas de deux" de "Paquita" clásico, puro, muy simple pero muy elegante y estilizado, después el de "Carmen" de Roland Petit en un estilo mucho más actual, y terminamos con "Cantadagio" de Lazzini, que aprendimos para esta gala. Es un pas de deux que se fue perdiendo de vista de manera que es una forma de recuperarlo.

P.: En líneas generales, ¿se siente más identificada con los papeles de carácter o con los más etéreos?

L.P.:
Todo el mundo me decía que yo era muy etérea, pero finalmente me siento mejor con los papeles que tienen un poco de carácter. Giselle es un rol emotivamente muy fuerte, pero no me sentí muy identificada con su personalidad. Estuve mucho más cómoda con personajes más fuertes. "La sylphide" es un ballet romántico etéreo pero su protagonista tiene un carácter mucho más pícaro, no es un espíritu que simplemente existe, y en se juego me sentí muy cómoda.

P.: ¿Cómo administra su tiempo libre? ¿Es de esos bailarines que pueden desconectarse completamente de su profesión?

L.P.:
Me gusta cortar. Tengo amigos en la Ópera pero nunca busqué ahí una pareja, siempre preferí encontrar parejas fuera del ámbito de la danza porque no soportaría estar todo el tiempo pensando en el ballet. En cuanto tengo un tiempo libre y puedo, viajo lejos de las ciudades, pero uno de mis problemas es que me cuesta sentarme y relajarme durante una semana. Cuando me voy de vacaciones termino caminando 80 kilómetros, andando en bicicleta o en kayak, soy hiperactiva. Hago cosas opuestas a la danza pero al mismo tiempo necesito hacer algo físico con mi energía. Tal vez cuando tenga cuarenta y dos años pueda estar tirada en una playa durante una semana. Mi vida personal y mi vida profesional tienen que estar enriquecidas y equilibradas, sería muy violento si me faltara alguna de las dos.
Entrevista de Margarita Pollini

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