12 de septiembre 2008 - 00:00

El teatro y el cine en asombrosa combinación

«Sin sangre», del grupo chileno Teatro Cinema, es una fascinantemezcla de cine y actuación en vivo, que logra disimularaltibajos de ritmo y narración.
«Sin sangre», del grupo chileno Teatro Cinema, es una fascinante mezcla de cine y actuación en vivo, que logra disimular altibajos de ritmo y narración.
«Sin sangre» de A. Baricco. Adap.: L. Pizarro, J.C. Zagal, D. Tótoro y D. Fontecilla. Dir.: J.C. Zagal. Int.: L. Pizarro, J.C. Zagal y elenco. (Teatro 25 de mayo, Triunvirato 4444, hasta el 12 de diciembre.)

"Sin sangre" es un espectáculo que combina el cine con la actuación en vivo y que ante todo sorprende por la belleza de sus imágenes y la precisión de sus recursos técnicos.

Video, iluminación, sonido, música, escenografía, miniaturas y marionetas son herramientas lúdicas que desajustan la percepción del espectador llevándolo a confundir lo real con lo virtual.

La obra está basada en la novela homónima de Alessandro Baricco (el autor de «Novecento» y «Seda») y su protagonista es Nina, una niña, que luego de ser testigo del asesinato de su padre y de su hermano por tres criminales «justicieros», sólo aguarda el momento de vengarse. Varias décadas más tarde, Nina consigue ubicar al último de aquellos pistoleros (el mismo que le perdonó la vida sin saber por qué) y contra todo lo esperado comienzan a surgir entre ellos diversas fantasías y deseos ocultos.

La primera parte de «Sin sangre» impresiona con sus vertiginosos cambios de planos, el realismo de sus backgrounds, la originalidad de sus encuadres (los objetos cambian de tamaño sorpresivamente) y la impecable interacción entre los actores, el material fílmico y la utilería.

La escena en que los tres asesinos avanzan por la ruta en su auto es una de las más logradas, al igual que la caminata que estos emprenden por el bosque o el furioso tiroteo con el que acribillan la casa de la víctima.

Pese a la brutalidad de estos incidentes, una vez que los asesinos entran en la casa, la acción va perdiendo su intensidad y dramatismo. Tratándose de un thriller, cabría esperar un ritmo narrativo mucho más acelerado, pero esto tal vez sólo podría lograrse aplicando varios cortes al guión.

Los textos adquieren mayor peso dramático en la segunda parte, sobre todo en los apasionados monólogos de Nina (Laura Pizarro) en repudio de la violencia disfrazada de idealismo.

Su charla con el ex pistolero -cincuenta años después de la matanza- completa la información faltante y desemboca en un final inesperado que resignifica toda la obra, mientras que las fantasías que cada uno despierta en el otro se ven reflejadas en imágenes de gran encanto.

Este es el primer espectáculoque da a conocer la compañía Teatro Cinema (ex La Troppa) en esta nueva etapa de experimentación. Su objetivo es brindar una equilibrada síntesis entre el lenguaje teatral y el cinematográfico. Aunque este propósito todavía no ha sido alcanzado, el talento y la inventiva de estos notables artistas chilenos permiten esperar sorpresas de sus próximos espectáculos («Sin sangre» es el primero de una trilogía).

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