E l director danés Ole Bornedal dijo haber encontrado la inspiración para esta película tras una visita que hizo a la morgue de Copenhague. Es cierto que, para cualquier mortal no habituado a la frecuentación de esos depósitos, la contemplación de tantos cadáveres congelados y clasificados suele ser disparadora de las más variadas reflexiones, religiosas o filosóficas, sobre el sentido de la existencia terrenal. Ahora bien, lo que la morgue despertó en Bornedal coincide, palmo a palmo, con las películas de terror que Hollywood suele filmar por docenas. Un estudiante de leyes ( Ewan McGregor, después de «Trainspotting») no encuentra mejor trabajito temporario para ayudarse en la carrera que el de cuidador nocturno en la morgue de un hospital. Desde luego, todos los pasillos son oscuros, siempre hay un tubo fluorescente que titila y una alarma nocturna por si alguno de los cadáveres no lo fuera tanto (sobre cada cuerpo hay una cuerda que, en caso de resurrección, está lista para ser activada por el interesado).
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Su antecesor en el cargo es un viejo amargado y cínico, con cara de conocer todos los secretos del más allá y pocas ganas de comunicárselos a alguien. El viejo le advierte que nunca vaya a determinado depósito (por supuesto, será el primero que será franqueado) y sobre todo que jamás se quede encerrado dentro de la cámara frigorífica, porque no hay manija del lado de adentro (pese a que se previó lo de la cuerda, nadie pensó en que alguien podría necesitar salir corriendo). Ahora bien: pese a todos estos elementos, «La sombra de la noche» no es una película de terror, sino un policial de psicópata-que-mataprostitutas -especialidad que también inspiró a centenares de Bornedals y millares de telefilms en todo el mundo-, y no cambia nada las reglas. En la intersección de ambos motivos (algo así como «Jack el Destripador encuentra a Freddy Krueger») se apoya, pues, la película, que tiene en el siempre valioso Nick Nolte uno de sus mejores intérpretes. Uno puede pensar qué hace aquí el bueno de Nick, después de su descomunal trabajo en «Affliction». Desde luego, además de que la vida es dura en todas partes, sobre todo en Hollywood, su inspector de policía no es un papel para el Oscar, pero está muy bien trabajado, sobre todo en las secuencias finales. Lo de Patricia Arquette, en cambio, es irrelevante, en medio de un elenco de mediana corrección. Informate más
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