29 de octubre 2001 - 00:00

"Los idealistas son gente muy peligrosa"

La escritora británica Doris Lessing, autora de obras emblemáticas como "Martha Quest", "El cuaderno dorado" o "El día en que murió Stalin", obtuvo el premio Príncipe de Asturias de las Letras. El jurado valoró su talla literaria y su "apasionada lucha por la libertad". Combativa e indómita, es una de las autoras inglesas más célebres y su nombre ha sonado repetidamente para el Nobel.

Doris Lessing.
Doris Lessing.
Londres - En el salón de Doris Lessing, abarrotado de libros, hay un atlas geográfico tirado en el suelo. «Es que he estado mirando dónde está Asturias», se disculpa. El miércoles pasado, muy temprano, un llamado telefónico anunciaba a la autora de «El cuaderno dorado» que había sido galardonada con el Príncipe de Asturias de las Letras. El jurado otorgó el premio a Doris Lessing en reconocimiento a «una de las más indiscutibles figuras de la literatura universal» y a su «apasionada lucha por la libertad», según informa desde Oviedo Cristina Oro.

Con su moño perpetuo y vestida con una floreada blusa azul marino, Doris Lessing desbordaba vitalidad y energía en su domicilio londinense. «Estoy encantada», aseguró de entrada.

Periodista: ¿Sigue pensando que la vida es una experiencia muy dura?

Doris Lessing: Sí, durísima. No creo que la vida sea fácil para la mayoría.

P.: Y eso que los que vivimos en el mundo desarrollado somos unos auténticos privilegiados.

D.L.: Bueno, es cierto que aquí no tenemos el problema de la pobreza. Pero tampoco creo que la prosperidad vaya a durar siempre.

P.: ¿Cree que en este mundo ya de por sí difícil es aun más difícil cuando se es mujer?

D.L.: No necesariamente. Creo que ésa es una convicción sentimental. Creo que en esta parte del mundo a las mujeres las cosas nos resultan bastante fáciles. Vaya usted a otros países y verá lo que significa ser mujer: criar ocho hijos, probablemente sin un marido al lado, sin dine-ro... No sé de qué nos quejamos aquí.

P.: ¿Y piensa usted que hay una literatura de mujeres?

D.L.: No, no lo creo. Bueno, sé que existe, pero no me interesa en lo más mínimo. Yo pienso que la literatura, la buena literatura, no es cuestión de hombres o de mujeres.

P.: Sin embargo, usted sostiene que la literatura ha de sustentarse en la experiencia personal.

D.L.: La literatura ha de ser autobiográfica y, al mismo tiempo, no serlo. Uno escribe en base a sus experiencias pero eso no quiere decir que sus libros sean autobiográficos. Yo odio la llamada literatura de mujeres: «Oh Dios mío, me he tomado una taza de café y me siento fatal. Y Fulano no me ha llamado y estoy pensando en suicidarme...». Es a eso a lo que llaman literatura de mujeres.

P.: Algo así como «El diario de Bridget Jones», ¿no?

D.L.: Sí, pero aquello era una burla. Ese libro fue escrito con un enorme sentido del humor, pero mucha gente se lo ha tomado en serio. Y ahora hay docenas de copias de autores que han sido incapaces de darse cuenta de que era una broma.

P.: ¿Lamenta usted que los escritores de hoy en día no estén comprometidos políticamente?

D.L.: Bueno, los tiempos han cambiado. Y me alegro, porque nunca he creído en eso de la literatura comprometida. Siempre me ha desagradado, siempre he pensado que produce muy mala literatura.

P.: ¿Cree usted que el mundo sería mejor dirigido por mujeres?

D.L.: No. Yo no me creo eso de que las mujeres seamos más bondadosas, más puras, mejores personas. Creo que es puro sentimentalismo. Sólo hay que mirar la Historia para darse cuenta de ello. A lo largo de los siglos, ha habido mujeres absolutamente crueles. No hay ninguna evidencia para pensar que las mujeres sean más bondadosas o más amantes de la paz.

P.: La bondad de las mujeres, ¿es una ilusión masculina?

D.L.: No, es una ilusión de las mujeres, no de los hombres. Nos gusta vernos así. Pero creo que cuando las cosas se tuercen, las mujeres podemos ser muy malas.

P.: ¿Y ve signos que indiquen que las cosas se pueden torcer?

D.L.: No creo que las cosas vayan en este momento muy bien. Tenemos suerte, porque estamos atravesando una racha de prosperidad, consecuencia de que América está pasando por una racha de prosperidad. Pero las cosas no duran para siempre. Y ya veremos lo que viene después. Pero no puedo recordar ningún momento en el que las cosas hayan ido tan bien como ahora. Sin embargo, la gente se olvida muy rápido de que a principios de los '90 tuvimos una recesión muy terrible. Y en América ya están hablando de recesión.

P.: ¿Tiene en estos momentos algún libro entre manos?

D.L.: En setiembre saldrá a la venta «The Sweetest Dream» ( El sueño más dulce). Es un libro de política. El sueño es la utopía en la que creímos una vez. Hubo un tiempo de sueños, de malos sueños. Franco tenía su utopía, Hitler tenía su utopía, Stalin tenía su utopía, Mussolini tenía su utopía...

P.: ¿Y qué utopía tenía usted?

D.L.: Yo era comunista.

P.: ¿Y ya no?

D.L.:
Ya no. Los idealistas son gente muy peligrosa. Las utopías convierten a los hombres en salvajes que se matan los unos a los otros.

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