7 de enero 2014 - 00:10
María Cecilia Muñoz, el regreso de una flautista internacional
-
Robert Downey Jr. estuvo a punto de no interpretar a Iron Man: el insólito motivo
-
Se conoció el testamento de Gene Hackman tras su muerte: ¿polémica en puerta?

Tras 12 años de residir y tocar como solista en el exterior, María Cecilia Muñoz volvió al país.
P.: A muchos les sorprendió que concursara para ese puesto.
M.C.M.: Mucha gente me manifestó esa sorpresa. Lo pensé mucho, pero volver es tan difícil como irse: habiendo pasado tantos años en Europa hubo muchas cosas que construí allá, y dejarlas fue algo similar al momento en que me fui. Afortunadamente puedo mantener parte de mi actividad europea. Fue un salto difícil de dar. Yo tenía muchas ganas de estar acá, y ése era el mejor puesto que se veía en muchos años, un cargo en el Colón, que es lo que uno puede desear más en la Argentina, y que a la vez me permitía cierta flexibilidad para otros proyectos. Me pareció una muy buena opción, aunque no implicara estar en la silla del solista.
P.: En cuanto a "Couleur", más allá del común denominador del origen francés de los autores, ¿qué determinó la elección del repertorio?
M.C.M.: El hilo conductor se relaciona con la fascinación que había en la música y en otras artes por la luz y el color, y que los compositores, sobre todo en Francia, tomaron tan directamente como modo de escritura. La raíz de todo fue una obra de la compositora Mel Bonis: cuando la escuchamos por primera vez nos resultó impactante, y después, cuando conocimos la historia de su autora, decidimos que valía la pena grabarla.
P.: ¿Cuál es esa historia?
M.C.M.: Bonis fue una compositora y pianista muy talentosa, alumna de César Franck, que fue obligada de muy joven a casarse y ser madre y ama de casa, y a la que se le prohibió componer. En determinado momento se reencontró con un ex colega de estudios que había sido su amor de la adolescencia, volvieron a tener un romance y como producto de esa relación nació un hijo extramatrimonial. Para ella, en el contexto de esa sociedad, fue algo durísimo de afrontar. Se volvió melancólica, muy religiosa, y en medio de este torbellino emocional volvió a componer, y escribió la sonata para flauta y piano que grabamos. A partir de allí buscamos todas las conexiones que había, sobre todo del lenguaje musical donde el color sonoro estaba tan presente, y por otro lado conexiones con la vida cotidiana en la París de aquel entonces: compositores que fueron colegas, compañeros de clase o que los sucedieron o precedieron en las cátedras de composición. Buscamos nexos con los orígenes de este lenguaje, cuando comenzó a virar hacia el impresionismo, y lo que se desarrolló después, con la sonatina de Henri Dutilleux. Con él quisimos tender un puente hacia la actualidad. Mientras grabamos su obra él aún vivía, pero murió durante el proceso de edición del disco.
P.: ¿Cómo fue el trabajo con la pianista?
M.C.M.: Hermoso, intenso y largo también. Con Tifanny elegimos juntas el repertorio, pasamos muchas tardes tocando distintas músicas y escuchando grabaciones hasta definir el repertorio que podía funcionar como un disco completo. Tengo la inmensa fortuna de contar con una pianista fascinada con la música de cámara, a veces algo difícil de encontrar, porque la gran mayoría de los pianistas busca un perfil más solístico.
Entrevista de Margarita Pollini
Dejá tu comentario