24 de septiembre 2007 - 00:00

Nuevo arte nacional se congregó en Neuquén

«Afghanistan Tours. Adam Khan», el desopilante video del artista rosarino Carlos Herrera,Primer Premio Chandon, que este año se dirimió en la estupenda sede neuquina del MuseoNacional de Bellas Artes.
«Afghanistan Tours. Adam Khan», el desopilante video del artista rosarino Carlos Herrera, Primer Premio Chandon, que este año se dirimió en la estupenda sede neuquina del Museo Nacional de Bellas Artes.
Neuquén - Hace apenas dos años, para el centenario de Neuquén se fundó la sede sureña del Museo Nacional de Bellas Artes en un bello edificio diseñada por Mario Roberto Alvarez. Hasta entonces, el arte llegaba con cuentagotas al extenso territorio patagónico, al igual que a todo el interior del país, salvo a esa notable excepción que es Rosario. Hoy, el Museo neuquino está. Es un museo de verdad, con grandes salas que poseen condiciones aptas para recibir exposiciones internacionales que llegan sin escalas a Neuquén, un Auditorio para albergar a 360 personas, 250 obras de calidad insuperable que forman parte del patrimonio del Bellas Artes y se exhiben de modo permanente, y una interesante programación de muestras temporarias.

La cuidada selección de arte argentino permite hacer un recorrido histórico, que va desde los precursores de nuestra pintura, como Carlos Morel y Prilidiano Pueyrredón, hasta los primeros abstractos y Antonio Berni, artista que figura con «Orquesta típica», una obra poderosa. Además, hay dos salas con arte europeo decimonónico del más genuino gusto argentino que completan un panorama que, si bien es mucho más breve que el del Bellas Artes porteño, no se queda atrás en cuanto a calidad y posibilidades didácticas.

Para completar este horizonte ideal, el Premio Chandon, que desde su primera edición en Rosario señaló el camino hacia las provincias, y se presentó en Córdoba, Tucumán y Salta, llegó al Bellas Artes de Neuquén con los vientos frescos de la contemporaneidad. El primer premio (15.000 pesos, no adquisición), se otorgó este año al rosarino Carlos Herrera, que tuvo que competir con no sólo con los alrededor de 60 buenos artistas que integraron la selección final, sino también con Max Gómez Canle, cuya obra al igual que la suya también tiene méritos para el premio.

La obra de Herrera, « Afghanistan Tours. Adam Khan», un desopilante video realizado con baja tecnología y elementos rudimentarios, tiene una gracia especial basada en el humor negro y la estética bizarra. Se trata de dos salchichas convertidas en odaliscas, que en manos de un hábil titiritero (Herrera) bailan la danza del vientre en una carpa bélica. A la elasticidad de las salchichas (hervidas), cualidad que se advierte en el movimiento de la pelvis, se agrega la de los vegetales lacios de los atuendos y la rigidez de dos pequeños ajíes, que ofician de turbantes sobre las cabezas que, al compás de la melodía, terminan rodando, cortadas a cuchillo.

El jurado integrado por el director del museo Castagnino y Macro de Rosario, Fernando Farina, la curadora Sonia Becce, el crítico Rafael Cippolini, el director del Bellas Artes de Neuquén, Oscar Smoljan, el ejecutivo de Chandon, Pablo Naumann, y la directora del Museo de Artes Visuales de Montevideo, Jacqueline Lacasa, no dudó al otorgar el premio a una obra que oscila entre la inocencia y lo políticamente incorrecto. Porque finalmente, correcto o no, el video brinda pruebas suficientes de creatividad.

Luego, en el mismo nivel de creatividad escala la obra de Gómez Canle, artista cuyo estilo -si bien está basado en la evocación y la cita de obras maestras del arte-, tiene un carácter personal que lo torna reconocible de inmediato. La instalación «Montañas animadas», está conformada por tres pinturas y un objeto. Una de las pinturas es un paisaje nocturno que remite a la oscuridad del romanticismo y recuerda el cuadro «La isla de los muertos» de Arnold Bocklin. A su lado, dos enigmáticas geometrías rodean una montaña donde el paso del tiempo está representado por la rítmica caída de las fichitas de un Tetrix. El arte del pasado y del presente, reunidos en esta obra oscura, compleja y sofisticada, provocan una sensación de extrañamiento.

Varias menciones de 2000 pesos se otorgaron la noche del vernissage. La tucumana Rosalba Mirabella ganó una por su estupenda fotografía « Vacaciones», la toma directa de una conmovedora y cinematográfica escena modelada en plastilina, que representa un patético personaje plantado en un paisaje que parece escapado de un cuadro de Hopper. La mención del público se otorgó al barroquismo excesivo de la joven rosarina Mariana Tellería por su «Cama taller»; otra, la ganó el neuquino Horacio Díaz, por el video «Autorreferencial», que inscribe datos personales en el horizonte de un paisaje patagónico. Sin mención alguna, el video de Lila Siegrist, «Review», logra crear un clima de nostalgia conmovedora con el simple recurso de pasar de atrás para adelante la escena de unos niños frente a una torta de cumpleaños.

En un salón de nivel muy parejo había muchas obras dignas de mención, como la delirante serie de fotos de Alberto Passolini «Punk flamingo (nueve estudios)», donde el artista con una blusa de lunares atada a la cintura se apresta para la actuación, y entre otras, «Rosa, rosa, tan maravillosa», un sentido autorretrato de Sandro Pereira, el desborde ornamental de Julia Romano, las abstracciones de Angel Tocce, las juguetonas brillantinas de Chiacchio y Giannone, el modernismo de Cristina Schiavi, la severas líneas de Lux Lindner o el desnudo de Ananke Asseff.

Esa noche, el Bellas Artes teñido de luz color rosa irradiaba burbujas luminosas en el cielo, y sus 3000 metros de superficie rodeados por un espejo de agua se colmaron de visitantes. Inspirado, el director Smoljan, contó que levantar el Museo costó 1 millón de dólares y mucho esfuerzo personal en plena crisis económica. Dijo que fue Torcuato Di Tella quien le permitió seleccionar las obras cumbre que son el mayor atractivo de la institución, a pesar de la resistencia de algunos funcionarios.

Agregó además un dato curioso: el Museo depende de la Secretaría de Cultura nacional, pero los gastos los financia la Municipalidad de Neuquén. En suma, vale la pena ir a verlo.

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