24 de septiembre 2007 - 00:00
Nuevo arte nacional se congregó en Neuquén
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Luego, en el mismo nivel de creatividad escala la obra de Gómez Canle, artista cuyo estilo -si bien está basado en la evocación y la cita de obras maestras del arte-, tiene un carácter personal que lo torna reconocible de inmediato. La instalación «Montañas animadas», está conformada por tres pinturas y un objeto. Una de las pinturas es un paisaje nocturno que remite a la oscuridad del romanticismo y recuerda el cuadro «La isla de los muertos» de Arnold Bocklin. A su lado, dos enigmáticas geometrías rodean una montaña donde el paso del tiempo está representado por la rítmica caída de las fichitas de un Tetrix. El arte del pasado y del presente, reunidos en esta obra oscura, compleja y sofisticada, provocan una sensación de extrañamiento.
Varias menciones de 2000 pesos se otorgaron la noche del vernissage. La tucumana Rosalba Mirabella ganó una por su estupenda fotografía « Vacaciones», la toma directa de una conmovedora y cinematográfica escena modelada en plastilina, que representa un patético personaje plantado en un paisaje que parece escapado de un cuadro de Hopper. La mención del público se otorgó al barroquismo excesivo de la joven rosarina Mariana Tellería por su «Cama taller»; otra, la ganó el neuquino Horacio Díaz, por el video «Autorreferencial», que inscribe datos personales en el horizonte de un paisaje patagónico. Sin mención alguna, el video de Lila Siegrist, «Review», logra crear un clima de nostalgia conmovedora con el simple recurso de pasar de atrás para adelante la escena de unos niños frente a una torta de cumpleaños.
En un salón de nivel muy parejo había muchas obras dignas de mención, como la delirante serie de fotos de Alberto Passolini «Punk flamingo (nueve estudios)», donde el artista con una blusa de lunares atada a la cintura se apresta para la actuación, y entre otras, «Rosa, rosa, tan maravillosa», un sentido autorretrato de Sandro Pereira, el desborde ornamental de Julia Romano, las abstracciones de Angel Tocce, las juguetonas brillantinas de Chiacchio y Giannone, el modernismo de Cristina Schiavi, la severas líneas de Lux Lindner o el desnudo de Ananke Asseff.
Esa noche, el Bellas Artes teñido de luz color rosa irradiaba burbujas luminosas en el cielo, y sus 3000 metros de superficie rodeados por un espejo de agua se colmaron de visitantes. Inspirado, el director Smoljan, contó que levantar el Museo costó 1 millón de dólares y mucho esfuerzo personal en plena crisis económica. Dijo que fue Torcuato Di Tella quien le permitió seleccionar las obras cumbre que son el mayor atractivo de la institución, a pesar de la resistencia de algunos funcionarios.
Agregó además un dato curioso: el Museo depende de la Secretaría de Cultura nacional, pero los gastos los financia la Municipalidad de Neuquén. En suma, vale la pena ir a verlo.
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