25 de agosto 2021 - 00:00

Paula Toto Blake, sobre el río de sueñera y barro

La exposición recupera los recuerdos del Palacio Piria de Punta Lara, al que retrató y transformó sus imágenes en elaboradas piezas artísticas.

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En FOLA, la Fototeca Latinoamericana, la artista platense Paula Toto Blake (1972) emprende un viaje al pasado para presentar la exposición “Cruces en el Río de la Plata”. El proyecto surgió a partir de una visita al Palacio Piria de Punta Lara, edificio que conoció en su infancia, durante los veraneos en el balneario cercano a La Plata donde sus padres tenían una casa junto al río. Toto Blake recuperó entonces los recuerdos de la bella construcción del palacio en ruinas, lo retrató y transformó sus imágenes en elaboradas piezas artísticas, tan cargadas de materialidad como de historia. Así surgió una investigación acerca de la identidad y la trayectoria de un personaje novelesco: Francisco Piria (1847-1933), inspirado empresario uruguayo, fundador de Piriápolis y gran impulsor del turismo. En Europa, donde cursó sus estudios, Piria había conocido y sin duda, admirado, una arquitectura semejante a la del castillo que construyó en la última década del siglo XIX, cuando compró un campo entre el Pan de Azúcar y la costa uruguaya. Al despuntar el siglo XX había nacido Piriápolis y el empresario inauguró grandes hoteles, el puerto y una rambla, con el estilo elegante de las del mediterráneo.

Poco después de su reencuentro con el palacio de Punta Lara, en marzo del año pasado, Toto Blake planeaba cruzar el Río de la Plata. Aspiraba a retratar y analizar los edificios de Piriápolis y Montevideo, como el actual Palacio de Justicia que hoy es un bien patrimonial que, cargado de símbolos misteriosos y esotéricos, supo albergar a la familia Piria. Pero la pandemia frustró el viaje y la artista comenzó a buscar información en el Banco de Archivos Digitales del Uruguay. El proyecto creció durante la reclusión. “Quería generar un cruce de sentidos entre ese entramado territorial y el tejido cultural que él ideó y pensó”, señala. Cuenta que, “alquimista y masón, Piria profesaba un socialismo utópico”. Agrega que en 1925 compró la inmensa casona de Punta Lara rodeada de casi 150 hectáreas y, con el propósito de transformar la zona en un pujante balneario, la convirtió en un esplendoroso palacio. Y allí se instaló para promover su emprendimiento. “Quería unir las dos costas doradas del río”, afirma Toto Blake.

En la exhibición curada por Carina Cagnolo en FOLA, las fotografías desgarradas del palacio en ruinas se han convertido en instalaciones. Los desgastados materiales de construcción, fragmentos de paredones y la pintura descascarada; los restos, en realidad, son objetos que contribuyen a configurar un arte testimonial, producto de la memoria y el afán creativo. Las obras cuentan hoy la triste realidad de un sueño hermoso que fracasó. Cansado de luchar contra la burocracia, Piria acabó por donar el palacio al gobierno de la Provincia de Buenos Aires para que lo utilizara como residencia. En nuestra costa, lejos de aceptar ese destino, lo convirtieron en orfanato. “Las playas de la región dorada nunca llegaron a juntarse”. De este modo, las palabras de la artista pasan a integrar una producción que reúne sus reflexiones del presente con el archivo de los recuerdos, para brindarle cuerpo y forma a sus obras.

En medio de la sala y sobre una mesa, se encuentra el plano de la ciudad de Montevideo. Las fotografías de los archivos, realizadas con acetato superpuesto e imágenes caladas, están intervenidas con cruces y trazan el dibujo del tejido urbano. En las paredes hay varias vistas satelitales de la costa de Montevideo, montadas junto a una foto de la playa del Río de la Plata tomada desde Punta Lara. Los puntos de vista de las imágenes no pueden ser más distantes, pero están unidas por la voluntad del encuentro imaginario que se percibe en toda la exhibición. En otra mesa, el plano de la ciudad de La Plata reproduce en acetato transparente las fotografías del Archivo General de La Nación, y la ciudad de las diagonales aparece intervenida y calada, para poner en evidencia que la traza estructural es un símbolo masón. “Proyectada con instrumentos de precisión, el compás, la escuadra, el nivel, la plomada, su diseño pertenece a una conciencia de época de valores éticos, políticos y sociales no clericales e ilustrados”.

Si bien el viaje al Uruguay de la artista se postergó indefinidamente, surgió el recuerdo de la inundación de La Plata, donde nació. Allí, “los monumentos del saber y del poder, siempre corren el riesgo de convertirse en antimonumentos, en huellas de la destrucción”, observa. Pero aclara que perdura en ella ese mismo deseo de Piria y Dardo Rocha de abrir paso a la utopía.

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