23 de enero 2007 - 00:00

La joven comboyana que estuvo perdida en la selva 19 años comenzó a sonreír e interactuar

La joven comboyana que estuvo perdida en la selva 19 años comenzó a sonreír e interactuar
La camboyana hallada en estado semisalvaje tras pasar 19 años perdida en la jungla comenzó a sonreír y a interactuar, pero aún no es capaz de caminar ni de hacerse entender, dijo hoy un psicólogo español que viajó al pueblo del que es oriunda esta mujer de 27 años, para estudiarla.

Tras un largo viaje, Héctor Rifá -que investigó la comunicación no verbal de minorías indígenas- llegó al pueblo de Oyadaw, en el noreste de Camboya, donde examina el estado de Rochom Pngieng y trata de ayudarla en su readaptación.

La joven desapareció en la selva cuando tenía ocho años y cuidaba el ganado de la familia, en una aldea perdida del noreste del país asiático.

Nunca más se supo de ella y su familia la dio por muerta, hasta que fue hallada el 13 de enero pasado en los bosques de O'Yadaw cuando robaba arroz cerca de una aldea.

Quienes la encontraron relataron que iba desnuda, tenía el pelo largo y andaba en cuatro patas, con ella estaba un hombre, también desnudo, que podría ser un primo suyo con el que desapareció y del que nada se sabe desde hace 19 años.

El psicólogo español, experto en Metodología Observacional aplicada a los pueblos indígenas del país asiático y profesor de la Universidad de Oviedo, viajó para realizar un análisis "in situ" de su comportamiento y ayudar a decidir qué hacer para que su retorno a la normalidad sea lo menos traumática posible.

Rochom Pngieng "está muy delgada" aunque ya comienza a comer, contó Rifá, quien ya fue capaz de arrancarle una de sus primeras sonrisas.

"De pie no es capaz de andar muy bien, pero hace movimientos coordinados y no parece que tenga ningún problema físico grave.

Ha sido capaz de interactuar", explicó el especialista citado por el diario español El Mundo.

El psicólogo sugirió antes de llegar a Camboya que la familia no traslade a la joven al Hospital Provincial de Bang Lung, capital de la provincia de Ratanakiri, y mucho menos hasta Phnom Penh, capital del país, como se pensó en un principio.

"Habría sido muy negativo para ella y para quienes la van a tratar después. Tras tanto tiempo alejada de la vida en comunidad, es preferible observar cómo se comporta en un entorno más familiar, como es el de su poblado, que en la fría habitación de un hospital y en una ciudad", señaló Rifá.

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