7 de octubre 2025 - 16:28

María Fasce, tras el premio por su novela "El fin del bosque": "Me preocupa tanto el estilo como la intriga"

Diálogo con la autora argentina, residente en Madrid, sobre la novela "El final del bosque" con la que conquistó el prestigioso premio Café Gijón.

María Fasce, autora de la novela El final del bosque.

María Fasce, autora de la novela "El final del bosque".

Tres hermanos, de vida hecha, se reencuentran tras la muerte de sus padres en la casa del bosque de la infancia. Brotan las tensiones, lo siempre callado, y para la protagonista un amor inesperado que roza el thriller en “El final del bosque” (Siruela) intensa historia con la que la argentina María Fasce conquistó el Premio de Novela Café Gijón. Fasce, prestigiosa escritora, editora y directora literaria de destacadas editoriales, lleva publicados once libros de ficción que le han sumado premios. Desde Madrid, donde reside por su labor profesional, dialogamos con ella.

Periodista: ¿Por qué su novela “El final del bosque” va cambiando a medida que se lee?

María Fasce: Hay dos cosas esenciales en todo lo que escribo: la preocupación por el estilo, incluso para que no se note, y la atención a la intriga, ya sea un thriller o no. Borges decía que en el fondo toda buena historia tiene la forma de un policial. Se trate o no un policial el lector va a seguir leyendo para descubrir algo. Con quién se quedará la protagonista, si se resolverá el problema, si se va a develar ese misterio. En este caso: quién mató al vecino y por qué. Todos escribimos las historias que nos gustan leer. A mí me gustan las de amor, tanto en la literatura como en el cine. Esta novela partió de una pesadilla que se cuenta en el capítulo inicial. Un hombre tendido en un camino, un perro que ladra, tres hermanos reunidos tras la muerte de los padres en una casa en el bosque de la infancia. Me pregunté dónde estaba la historia de amor. Pensé en la protagonista, la narradora. Así hay una novela de amor, de intriga, de ajuste de cuentas, y una novela familiar de relaciones de padres e hijos, y entre hermanos. Un drama de relaciones humanas.

P.: La protagonista es una narradora poco fiable, tiene problemas psíquicos, y por otra parte se le parece, tiene su misma profesión…

M.F.: Que Lola sea poco fiable genera intriga, sospechas, sacudones, conmoción ya sea por identificación o sorpresa. Patricia Highsmith en esto es magistral en ”El diario de Edith”. En cuanto a lo que pongo de mí en Lola, mi objetivo es que se entre en la historia y no se dude de ella. El efecto de realidad funciona cuanto más verosímil es. En todas mis novelas investigo una disciplina. En “las vidas de Elena” la protagonista es ilustradora y tuve que investigar cómo se mira el mundo desde esa profesión. En Lola cerraba que fuera escritora y editora, porque escribir y editar es dar una versión de la realidad, y ella está escribiendo el pasado y el presente buscando entenderlo. Por su debilidad, por su vulnerabilidad psíquica, está más adentro de la literatura que de la vida, incluso sus delirios son literarios. Y es delirio la pasión amorosa, la locura asociada a la familia, que acaso reflejan una sociedad como la argentina que prefirió callar demasiadas cosas.

P.: ¿Pensó que “El final del bosque” podría ser una película?

M.F.: Pienso las novelas a través de escenas, es mi manera de construir una historia y quiero que el lector vea la llegada, la cocina, el bosque. Mientras escribía hacia dibujos de la casa en el bosque Peralta Ramos. La literatura que me gusta es donde se ve y lo que ve transmite estados de ánimo, sentimientos, reflexiones. No le dice al lector lo que tiene que pensar o sentir, sino que lo abre a lo que sienten los personajes.

P.: ¿Por tener una madre parecida a Catherine Deneuve?

M.F.: La asocian con la actriz de “Belle de jour”. Y ya está, se la está viendo. Se dice que Juana, la hermana, tiene cuerpo sólido y a veces es bizca, y así es. La obsesión de las hermanas por la belleza es un rasgo que las da a conocer. Un tema enorme que está en la saga “Dos amigas” de Elena Ferrante, autora que me fascina.

P.: ¿Qué sintió al ganar el Premio de Novela Café de Gijón?

M.F.: Felicidad y un momento de pánico. Escribí una novela muy especial, porque por más que sea ficción he puesto mucho de mí, de mí familia. Después de la pesadilla que originó la novela pensé: voy a escribir usando cosas de los míos, de la muerte reciente de mis padres, de mis hermanos, de una herencia en juego. Seguí el consejo de Larry Moore: escribí como si nunca fueras a mostrarlo a tus padres. Escribí sin censurarme. Al terminar me jugué una apuesta conmigo misma: la voy a mandar, como lo hago siempre, a concursos, a premios, si gano la publico, si pierdo, no. Tuve que publicarla.

P.: ¿Cómo está hoy el mundo editorial?

M.F.: Todo lo que se predijo sobre el fin de la literatura, de la novela, del libro en papel, resultó falso. Hay un crecimiento de lectores que comenzó con la pandemia, cuando mucha gente descubrió los beneficios de la lectura. Al estar cerradas las librerías se rescataron obras clásicas. Resurgió la novela negra porque brinda sorpresas y emociones. Los jóvenes leen más, y cosa extraña en papel. Es el apogeo de la fuerza de las historias, libros que conquistan un público amplio. Se dan fenómenos como “Cadáver exquisito” de Agustina Bazterrica, y “Cometierra” de Dolores Reyes, por nombrar dos argentinas que triunfan en todo el mundo. Hay grandes autores del pasado que se están leyendo, y nuevos autores que surgen con mucha fuerza, como Hernán Diaz Y Ottessa Mofek. El mundo audiovisual reencontró el yacimiento de la literatura, pueden gustar más o menos las adaptaciones, pero hoy se tienen series basadas en “Cien años de soledad” o “Pedro Páramo”, entre otras. En fin, el mundo editorial se ha ampliado, hay una gran variedad de historias y voces que abastecen a mucha gente que no deja de leer.

P.: ¿Qué está escribiendo ahora?

M.F.: Una gran novela de amor, intrigante y trágica. Y corrigiendo “Una mujer cálida”, un nuevo libro de cuentos.

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