Marta Minujín (1943) acaba de celebrar sus 80 años y en una gran fiesta se casó con la eternidad. Hace alrededor de una década, también en el Malba, Minujín festejó su cumpleaños y su casamiento con el arte. Llegó al museo envuelta en tules como ahora, pero en una carroza. Más democrática en los días que corren, aunque decidida a ser eterna, esta vez llegó en un colectivo de la línea 67. Fue exigente con el dress code. Los invitados obedientes la esperaban vestidos de negro y con anteojos negros como indicaban las invitaciones. Ya en el museo, sonaba la marcha nupcial y después de bailar el “Danubio azul”, comenzó la fiesta. Un grupo de jóvenes “performers” la rodeaba con sus caras pintadas, como los que en 1973 acompañaron a Minujín en el MoMA para su “Kidnappenning”, una cantata, ópera, danza, poesía y homenaje a Picasso. Ahora, en primer lugar, están las directivas de Malba, Marita García y Lupe Requena. El festejo se alegró con las acciones participativas, antes del corte de la torta negra de cuatro pisos, Marta agradeció y le pidió a la gente: “Disfruten el momento presente”.
Marta Minujín celebró sus “bodas con la eternidad”
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En realidad, Minujín sabe que su entrada a la eternidad, como la de Picasso a quien homenajeó en las fiestas del MoMA y la del Malba, ostenta una gran dosis de verdad. Hay artistas, no todos, pero hay algunos grandes que no mueren, ni pueden morir. Están presentes en la memoria de la humanidad con su arte. Los museos coleccionan sus obras y aunque desaparezcan físicamente, tienen ya su post mortem garantizado en una eternidad comprensible y racionalmente tangible.
Para comer la torta negra del arte estuvieron Victoria Giraudo, Amalia Amoedo que le regaló el vestido de novia rosa pastel, los coleccionistas Esteban Tedesco, Claudio Stamato y Claudia Stad aportó lo suyo. En las cintas de la torta había prendedores con el Partenón de Libros y al levantar las copas negras para el brindis, Teresa Bulgueroni entonó: “Arte, Arte, Arte”.
Después de arrojar el ramo de rosas negras, ya eterna y sabiendo que su arte nunca va a morir, Minujín se retiró en el colectivo 67 junto a su cortejo de jóvenes, entre otros, Clara Sanchis Muñoz, Constanza Schwartz, Fermín Moreno Quintana, Agustina Salgado, Guido Del Monaco, Jacinta de Oromí, Julia Tavares Grunberg, María Eugenia Salgado Mujica, Marí Lafuente, Milagros Pilar Gómez Almeida, Ramón de Oromí y Victoria Céspedes Mariconda.
A.M.Q.
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