Jair Bolsonaro "es un elegido de Dios" para salvar a Brasil y ayudar a las mujeres, afirma su esposa Michelle. Otrora discreta acompañante, la primera dama ganó protagonismo en la campaña para retener a evangélicos y asumir la difícil tarea de atraer el elusivo voto femenino.
Brasil: Michelle Bolsonaro y la díficil tarea de atraer al electorado femenino
La primera dama adoptó protagonismo en la campaña para rescatar la imagen de su marido entre las brasileñas. Ella es clave en el anclaje evangélico.
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Hasta hace poco, a la esposa de Bolsonaro, una ferviente evangélica, se le atribuía una silenciosa influencia en el gobierno, sobre todo en el nombramiento de un pastor presbiteriano como ministro de Educación y del primer magistrado evangélico en el Supremo Tribunal Federal (STF).
Pero cuando el mandatario, de 67 años, lanzó su campaña hace un mes, Michelle Bolsonaro, de 40, adoptó un papel estelar.
Presentada por Bolsonaro como "la persona más importante" en un acto en Juiz de Fora (centro-este), la fotogénica primera dama arengó a centenares de seguidores, con alabanzas a Dios y ataques a los "enemigos" del gobierno que suscitaron igual o incluso más entusiasmo que el discurso del ultraconservador.
En julio, en otra intervención en Rio de Janeiro, la primera dama calificó a Bolsonaro de "elegido de Dios" para salvar a Brasil y defendió que su esposo fue el "presidente que más leyes sancionó para proteger a las mujeres", por ejemplo, con mejoras en salud.
Michelle Bolsonaro, al rescate
Las mujeres son mayoría (53%) entre los más de 156 millones de electores brasileños, que el 2 de octubre deciden si reeligen al excapitán del Ejército o si la izquierda vuelve al poder de la mano del expresidente Lula da Silva, favorito en las encuestas. Por ello su tercera esposa entró en escena, según analistas.
"Ella tiene el papel" de hacer que Bolsonaro sea "más atractivo entre las mujeres", dice Sergio Praça, analista político de la Fundación Getulio Vargas.
A Bolsonaro, que suele usar un lenguaje informal y profiere insultos, le llueven señalamientos de machismo, como cuando copó los festejos patrios brasileños con alusiones a su supuesta potencia sexual.
Según analistas, las electoras también le reprochan la falta de políticas para contrarrestar el desproporcionado efecto sobre las mujeres de la crisis económica consiguiente a la pandemia del Covid-19, que mató a 680.000 personas en Brasil.
Michelle Bolsonaro envía el mensaje de que el presidente es "un hombre de familia y conservador" y un candidato "confiable", afirma Carolina Botelho, investigadora en comunicación política y opinión pública de la Universidad del Estado de Rio Janeiro.
No obstante, a seis días de la primera vuelta, la inclusión de la primera dama es insuficiente: Jair Bolsonaro apenas ha mejorado en las encuestas sobre el electorado femenino.
Michelle "pudo haber reforzado [el voto de las mujeres] que ya estaban con el presidente pero no consiguió acercar a las que estaban contra", afirma Botelho a la AFP. "Habla bien con un público fanático, pero no con el resto de la población", añade.
Anclaje evangélico
Las apariciones de la primera dama también buscan afianzar el acercamiento entre Jair Bolsonaro, católico, y los votantes evangélicos, atraídos por su defensa de la familia "tradicional". Michelle tiene una historia de labor social en iglesias y una relación estrecha con pastores y líderes del bloque evangélico en el Congreso.
"Su principal fuerza es el electorado evangélico", afirma Adriano Laureno, analista político de la consultora Prospectiva. Incluso su manera de hablar "se asemeja mucho a la de los pastores" con constantes alusiones a Dios y a nociones como el bien y el mal, asegura.
Desde el inicio de la campaña, Bolsonaro extendió su ventaja y actualmente tiene 49% de las intenciones de voto entre los votantes evangélicos, frente a 32% para Lula, según Datafolha.
Según estimaciones, casi un tercio de la población de Brasil es evangélica y sus líderes calculan que serán mayoría en una década. Además, sondeos muestran que la mayoría de los electores cree que política y religión deben ir de la mano.
Algo que Michelle Bolsonaro tiene en cuenta en sus intervenciones, al repetir el lema de su marido, "Brasil encima de todo, Dios por encima de todos".
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