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Irán ya figura como Estado en la lista de países que respaldan al terrorismo internacional. Teherán, en tanto, dijo a travésde una fuente oficial que reclamó permanecer anónima, que «estas noticias forman parte de la propaganda y de las actividades psicológicas de los responsables estadounidenses contra la República Islámica de Irán y carecen de valor».
Washington afirma que los guardias revolucionarios están asistiendo a grupos rebeldes en Irak y en Afganistán, así como a grupos armados en Medio Oriente, como Hizbollah en el Líbano y Hamas en la Autoridad Palestina.
Según el «Post», el Departamento de Estado decidió incluir a la Guardia Revolucionaria bajo la intensa presión del Congreso norteamericano, que quiere una posición más dura frente a Teherán, cuyo programa nuclear, en opinión de la Casa Blanca y de varios de sus aliados de Europa occidental, tiene fines militares.
La medida es procesada en conjunto por el Departamento de Estado y el Tesoro norteamericanos. Sin embargo, el vocero de la primera de esas carteras, Sean McCormack, declinó ayer confirmar o desmentir la noticia.
La razón, explicó el funcionario, es «no poner sobre aviso» a los potenciales nuevos blancos de la administración del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, quien activó la lista negra de organizaciones consideradas terroristas poco después de los atentados del 11 de setiembre de 2001 contra el Pentágono y las Torres Gemelas de Nueva York.
«Estamos confrontando el comportamiento iraní en la provisión de armamento y apoyo a aquellos grupos que están actuando contra nuestras tropas», en particular en Irak, indicó el vocero.
También «estamos enfrentando a Irán diplomáticamente en la arena internacional respecto de su programa nuclear», agregó.
Cuando un grupo entra a formar parte de la lista de organizaciones terroristas, el Tesoro norteamericano puede congelar los activos de la organización o de sus miembros en territorio norteamericano y atacar las operaciones de empresas que hagan negocios, equipen o brinden apoyo a aquéllos.
Según «The Washington Post», «el objetivo principal» de la eventual inclusión de la fuerza iraní en la «lista negra» es poder avanzar sobre «la vasta red de negocios de los guardias revolucionarios, así como sobre las compañías extranjeras que hacen negocios con el ala militar y su personal».
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