Murió el rey de Tailandia, el monarca que nunca sonreía y estuvo 70 años en el poder
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Hasta el momento no se informó de la causa de la muerte, pero el comunicado indica que el rey falleció pacíficamente en el Hospital Siriraj en Bangkok. Cientos de los seguidores del monarca se habían reunido fuera del edificio donde pasó la mayor parte de la última década y donde era tratado de varias enfermedades.
La última aparición pública de Bhumibol había sido en enero. Subió al trono el 9 de junio de 1946 y era una figura muy apreciada en Tailandia, casi venerado casi como un dios. Símbolo de la unidad, sus 70 años en el trono le daban al país una estabilidad ausente en cambio en la política local. Tailandia vivió su más reciente golpe militar en mayo de 2014.
Su esposa, Sirikit, también se encuentra en el hospital gravemente enferma. Su hijo el príncipe Vajiralongkorn, de 64 años, es el heredero aparente, aunque en Tailandia no se debate públicamente sobre los candidatos al trono.
Vajiralongkorn, que dista mucho de ser tan popular como su padre, pasa mucho tiempo en Múnich (Alemania), porque su hijo menor, Dipangkorn Rasmijoti (11), va a la escuela en Baviera. En 2014 el príncipe se divorció de su esposa y tiene además siete hijos mayores de sus otras dos ex mujeres.
El reino budista del sudeste asiático, con casi 70 millones de habitantes, podría enfrentar ahora un período de inestabilidad, si bien las autoridades aseguran que no se verán afectados los 30 millones de turistas que recibe cada año.
El país tiene leyes muy estrictas sobre las ofensas a la dignidad real que protegen al rey, la reina y el heredero de cualquier crítica. Incluso un comentario que parezca inocente puede generar una denuncia y desde hace año estas leyes son aprovechadas para desacreditar a los adversarios políticos.
La sociedad tailandesa está profundamente dividida desde hace más de 10 años. Por un lado están los llamados "camisas amarillas", que se presentan como fieles a la monarquía y partidarios de mantener el viejo orden, en el que unas pocas familias influyentes determinan lo que ocurre en el país.
En el otro lado están los "camisas rojas", apoyados sobre todo por la población más pobre, que pide más participación en los asuntos del país y más igualdad.
Los dos bandos se acusan mutuamente de corrupción rampante y con manifestaciones y bloqueos han boicoteado los Gobiernos de la otra parte y contribuido finalmente a su caída.
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