Villavicencio, una ciudad selvática bastante tranquila, está hoy superpoblada por gran cantidad de turistas locales, pero también por los 15.000 militares y otros tantos policías que custodian a la comisión de garantes de la Operación Emmanuel de rescate de tres rehenes en poder de las FARC.
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Los turistas, en su mayoría provenientes de Bogotá, llegaron a pasar el fin de semana extralargo que se extenderá hasta el 2 de enero y componen un marco de indiferencia para los ansiosos preparativos de los funcionarios, las personalidades extranjeras y los miles de efectivos militares y policiales.
Entre dispositivos de extrema seguridad, los protagonistas de esta historia miraban sus relojes, que parecían tener horas más largas, mientras en la capital colombiana la Cruz Roja Internacional ultimaba los detalles con el gobierno de Alvaro Uribe para contar con todas las garantías que posibiliten el éxito de la operación.
A pesar del dramatismo que tiene la entrega que se está por producir de un momento a otro, en Villavicencio la noche del sábado se vivió como cualquier otra: la gente deambulaba por el centro de la ciudad, que tiene unos 300.000 habitantes, sin siquiera tomar en cuenta la fuerte presencia militar.
En la radio no se escuchaban informes sobre lo que acontece y sólo interrumpía la música bailable un aviso estatal que recuerda el número telefónico gratuito que se habilitó para denunciar secuestros extorsivos, una verdadera plaga en la sociedad colombiana.
Más allá de la indiferencia reinante en la sociedad de Villavicencio, la comisión de garantes -que tiene como único vocero al ex presidente argentino Néstor Kirchner- no se cansa de resaltar la importancia de recurrir a la «herramienta política» para llevar a buen puerto este hecho que puede transformarse en el primer escalón hacia un proceso de paz.
La zona donde se realizará la entrega de los rehenes tiene cierto parecido con la geografía tucumana, una cadena montañosa que linda con una amplia llanura que es aprovechada para la ganadería y la agricultura, y que tiene, además, una gran cantidad de ríos meandrosos, coronados con frondosa vegetación y que, según los conocedores locales, son utilizados como rápidas vías de escape de la guerrilla marxista más antigua del continente. El departamento del Meta tiene unos 84.000 kilómetros cuadrados con amplísimas zonas despobladas a pesar del millón de habitantes que tiene, según el último censo, que permiten un control de la guerrilla sin tener que recurrir a una gran cantidad de combatientes.
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