Hace más de dos décadas, nuestro país sancionó la Ley de Protección de Datos Personales. Los tiempos cambiaron y la tecnología también. Ya hemos leído papers, estudios, escuchado ponencias y más sobre cómo la pandemia incrementó exponencialmente la digitalización mundial. Pero como todo, es un ying & yang. Una cara es el reconocimiento masivo de palabras como “ciberataques”, “ciberseguridad”, por mencionar algunas. La otra, la concientización de cuánto valen nuestros datos.
¿Protegemos nuestros datos?
La pandemia incrementó exponencialmente la digitalización mundial, hoy reconocemos palabras como "ciberataque", "ciberseguridad", pero aún no somos conscientes de cuánto valen nuestros datos.
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Pero, ¿cómo es el panorama actual? Según datos de la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (UFECI) actividades como el robo de claves de acceso a homebanking o de datos de tarjetas de crédito fueron algunos de los delitos que más crecieron: impresionantemente, en casi 3.000%. Esto sin contar los 20,5 millones de ataques cibernéticos hogareños registrados en solo 9 meses.
Mundialmente se está trabajando en diversas regulaciones para adaptar las legislaciones vigentes a los nuevos tiempos. No solo por su adopción, sino también porque aportan un mayor nivel de eficacia y eficiencia. Imaginemos, ¿para qué exponer a los mayores a trámites como pruebas de vida, si con un audio o la detección de su cara podemos solucionarlo?, ¿para qué llenar miles de datos cuando empezás un trabajo nuevo si te pueden reconocer tus gestos y acceder mediante autenticación de identidad? Y así, cientos de ejemplos.
Recordemos cuando, pre COVID, viajamos y nos conectamos a cualquier red wifi disponible para poder navegar. El tan necesario scrolleo por Instagram o el mensaje que sí o sí tenía que mandarse era pago, nada más y nada menos, que con tus datos. Y ahora muchos se dan cuenta de esa moneda de cambio y su verdadero valor. Pero, pocos conocen, que esta información personal está protegida por la Constitución Nacional.
Por eso es fundamental aumentar la conciencia social sobre cómo protegerlos. Muy pocos, lamentablemente, tienen activada la autenticación de doble factor (o dos pasos, en algunas aplicaciones). Algo tan simple como esto, que envía un código ante cada acceso no reconocido, puede evitar que una vulnerabilidad se vuelva un dolor de cabeza. Muchas veces, esto se aprende cuando ya pasó lo peor: cuando el atacante logró su cometido e ingreso en la billetera virtual, cuando no se tiene más acceso a las redes sociales (algo que puede convertirse en directamente perder las cuentas), y hasta cuando los dueños de lo ajeno se llevan nuestros electrónicos y quieren ingresar a los sistemas.
Diariamente trato de aportar mi grano de arena en esta titánica tarea, tanto personal como profesionalmente. Pero para una cruzada así es necesario la alianza de públicos y privados, del tercer sector y todo organismo que tenga incidencia o utilice tecnología en su día a día. Los datos y la información es el nuevo petróleo, y, cómo decía George Orwell: "En una época de engaños, decir la verdad es un acto revolucionario".
Sales Director South Cone de VU Security
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