El Gobierno se aferra al ajuste del gasto, aunque ello implique rechazar el reclamo de sectores vulnerables y también de la clase media, cada vez más afectada por las políticas que implementa la gestión “libertaria”.
Dos modelos, y uno cruje
El Gobierno busca sostener el ajuste fiscal como carta electoral, pese al impacto en la clase media y sectores vulnerables. La estrategia oficial de mostrar superávit, baja de la inflación y calma financiera enfrenta crecientes tensiones: déficit en julio, inflación en alza, mayor volatilidad del dólar y tasas, caída de la actividad y deterioro del consumo.

El Gobierno insiste con el ajuste como bandera electoral, mientras crecen las dudas por déficit, inflación y dólar.
La contracara del costo político y social es mostrar supuestos logros que, según el discurso oficial, vendrían de ese sacrificio en el gasto público. Con vistas a las próximas elecciones, el Gobierno pretende mostrar superávit fiscal, baja de la inflación, y mayor previsibilidad en las finanzas (cotización del dólar y nivel de las tasas de interés). Pero últimamente estos tres pilares han comenzado a acusar tensiones.
En julio hubo un déficit financiero (ingresos menos gastos, incluidos los intereses de la deuda) de $168.515 millones. Se debió a un hecho puntual, el pago de intereses de los Bonares y Globales, que forma parte de la deuda en dólares del Tesoro. Más allá de este evento particular, cabe preguntarse cuál es la sostenibilidad de un endeudamiento, ya sea en dólares o en pesos, cada vez mayor. En el segmento en pesos, se pactaron Lecaps a tasas de interés superiores al 70% TNA en el corto plazo. Como estas letras del Tesoro tienen intereses capitalizables, a mayor tasa, mayor deuda hacia el futuro.
Otra novedad de julio fue una leve aceleración de los aumentos de precios. La tasa del IPC mensual dio 1,9%, cuando el mes previo había sido de 1,6%. Es cierto que julio estuvo influido por los estacionales que subieron 4,1%. Pero no porque sea estacional un bien o servicio puede ser sustituido. También pesaron los regulados, 2,3%, aumentos definidos por el gobierno en transporte, prepagas, colegios, comunicaciones, tarifas de luz, gas y agua. En el índice de precios mayorista la suba fue aún mayor, 2,8%; con 5,7% en Importados.
Desde julio, el dólar muestra mayor volatilidad. La liberalización del acceso al mercado de cambios para las personas humanas permitió que éstas compraran U$S 2.416 millones en junio (último dato disponible según el balance cambiario del BCRA), y gastaran otros u$s700 millones en compras con tarjeta en el exterior. En mayo fueron montos similares; es presumible que en julio, con las vacaciones, haya sido igual o mayor. Según la consultora Equilibra, en el primer semestre, el gasto en turismo fue un tercio de la liquidación del agro, es decir, en plena cosecha gruesa y con incentivos por baja de retenciones, temporal en ese momento.
También hubo volatilidad en las tasas de interés tras el proclamado “saneamiento” del BCRA, y el ensayo de un nuevo enfoque de agregados monetarios, con tasa de interés liberada al mercado. A diferencia de lo esperado por el gobierno, el cambio generó un aumento de la liquidez, ya que en un primer momento parte del excedente de pesos se fue al dólar, presionando su cotización. Luego, la administración nacional trató de reabsorber los pesos subiendo las tasas de interés de las Lecap, mientras el BCRA aumentó los encajes, modificó la exigencia de los mismos -de mensual a diaria-, entre otros cambios, e incrementó la penalización por su incumplimiento. Así se armó el “apretón monetario”.
El Gobierno dice que es para que esos pesos no se vayan al gasto, pero en realidad es para que no se vayan al dólar, porque en nuestra economía bimonetaria, con libre acceso para las personas humanas, la divisa no se limita al plano comercial, sino que pasa a ser un activo financiero donde los ahorristas buscan protegerse de la inflación y los inversores especulan sobre posibles cambios bruscos de cotización.
Estos desequilibrios son imposibles de ocultar. El Gobierno le echa la culpa a los “degenerados fiscales”, y al “riesgo kuka”. Pero si el riesgo país no baja es porque los inversores y sus voceros institucionales advierten que el Tesoro no compra las divisas para afrontar los abultados vencimientos del año que viene, y perciben las contradicciones que hemos señalado.
En junio el EMAE tuvo la segunda variación mensual negativa consecutiva (-0,2% en mayo y -0,7% en junio), dando cuenta de un amesetamiento. En este contexto, el BCRA informó que “el coeficiente de mora del crédito a las familias alcanzó 5,2% en el mes, por encima del mes pasado (principalmente por las líneas destinadas al consumo)”. Una situación que, además de afectar al consumo, también genera un impacto negativo en la producción y el empleo.
El presidente Javier Milei solo asiste a ciertos foros, como la Rural, la Bolsa y el Consejo de las Américas. En este último dijo “hay solo dos caminos”. En eso coincido. Confío en que en estas elecciones la ciudadanía elegirá el camino de la producción nacional, la mejora distributiva con equidad social, y la dignidad frente al mundo.
Diputado Nacional Unión por la Patria, Presidente Partido Solidario
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