22 de mayo 2023 - 12:21

El extravagante Bertrand Russell

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Bertrand Russell fue un ser humano al que el calificativo menor que se le adjudicó fue el de extravagante. Pero su firme personalidad inspiró en mi espíritu este aforismo.

“El digno sufre pero su dignidad lo consuela”

Fue escritor, historiador, lingüista, doctor en matemáticas: en suma un hombre cuyo talento y no común personalidad lo transformaron en una curiosidad en si mismo.

Tuvo veinte nietos en sus cuatro matrimonios. Y siempre despertó en sus contemporáneos un asombro admirativo. Por lo avanzado de sus ideas, porque gozo de total lucidez mental hasta el fin de su larga vida –98 años-, por su personalidad singularísima.

Este hombre nació en Inglaterra –en Gales específicamente- un 18 de mayo de 1872.

Su abuelo fue primer ministro de Inglaterra. Bertrand Russell fue una especie de Ramón Menéndez Pidal, otro de mis ídolos espirituales, tres años mayor que Russell y español –gallego- de La Coruña.

Russell fue un rebelde y por ello fue muy combatido.

Y se parecieron también en su fresca longevidad. Menéndez Pidal vivió 99 años (un año más que Russell).

Bertrand Russell había creado en Inglaterra (como Tagore en la India) una escuela revolucionaria para esa época. ¿Para la época?, incluso para hoy.

Practicaba una pedagogía despreocupada, libre, sin obligación de asistencia para los alumnos, sin exámenes, sin deberes, buscando en el chico el interés del saber por el saber mismo. Tuvo la oposición de la prensa, del gobierno, de los intereses creados. Porque un microbio puede empujar una calumnia y un gigante no puede detenerla.

Doce años de lucha y el fracaso final, por los intereses que se movieron en su contra, no lo pudieron convencer jamás de que su tesis de formar niños, dando prioridad absoluta a la felicidad de éstos, sin que ello fuera en desmedro de su preparación intelectual, era errónea.

¡Quizá la alta dosis de inteligencia y de humanidad de este espíritu superior se adelantó demasiado a su época!

Mil actitudes definen su curiosa y multifacética personalidad.

En 1916 –tiene 44 años, transcurre la Primer Guerra Mundial. Bertrand Russell se declara pacifista. Es de los que solo harían la guerra a la guerra. Con diez de sus nietos se sienta durante horas frente al Palacio Real en una demostración de repudio a la violencia, a las guerras, en las que solo se mata y se muere, aunque muchos hablan de triunfo.

Va a la cárcel por tres meses.

En 1920 viaja a Pekín, China. Y allí hace enviar un cable anunciando su propia muerte (ya había avisado a su familia de la broma). ¡Tenía la curiosidad de leer su propia nota necrológica, cosa que pudo hacer al regresar.

Escribió un libro por año desde 1900 hasta 1970 y vivió hasta los 98 años. Murió en 1970. Escribió entonces 70 libros.

La última curiosidad. Momentos antes de morir le dijo a su médico ¿conoce a alguien que murió cantando?

-No, le dijo el Dr..

-Pues lo va a conocer ahora. Y se puso a entonar una vieja canción galesa. No la pudo terminar. Su corazón había dejado de latir.

No conozco vida de escritor más curiosa –además de diversificada- que la de Bertrand Russell.

Por otra parte fue también “Premio Nobel de Literatura” en 1950.

Tres años después lo ganó otro hombre de la Gran Bretaña, político y que había sido primer ministro de Inglaterra, pocos años antes, Winston Churchil.

Escribió en una ocasión Bertrand Russell:

“Existen personas desequilibradas, aunque no reconocidas como tales, que a veces gobiernan grandes potencias. El éxito de la locura en la política y en las letras es uno de los fenómenos que caracterizan nuestra época. El eslabón superior de esta locura, que a veces es coronada por el éxito, es el ansia de poder, de fuerza y de grandeza”.

Una semana antes de morir expresó:

“Tal vez he concebido la verdad teórica en una forma errónea. Quizá creí equivocadamente que el camino hacia un mundo de seres humanos libres y felices era más corto de lo que en realidad lo es. Pero no erré en cuanto a que vale la pena vivir para acercarse a esos fines...”

Pensadores como Bertrand Russell son de los que abren un surco, por el que con el devenir de los tiempos, caminará la humanidad.

Y a este ser humano en el que los principios fueron su norte, quise dedicarle este aforismo que dice:

“Solo erguido se pueden sembrar principios”.

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