Tras un 2024 estelar, los mercados financieros argentinos han entrado en una fase de corrección en 2025, desafiando los logros oficiales de equilibrio fiscal, desaceleración inflacionaria y recuperación económica. El índice S&P Merval, los bonos soberanos y el riesgo país han mostrado un desempeño errático, reflejando un creciente escepticismo entre los inversores sobre la sostenibilidad de las reformas económicas. Este cambio de tendencia marca un contraste abrupto con el entusiasmo del año pasado, planteando la pregunta de si esta pausa es una corrección saludable o un indicio de preocupaciones estructurales más profundas.
El primer semestre de 2025 rompe la euforia de 2024
Los mercados financieros de Argentina, tras un 2024 de alzas récord, muestran un primer semestre de 2025 marcado por caídas en el Merval, retrocesos en bonos y un riesgo país estancado, reflejando dudas sobre la sostenibilidad de las reformas económicas en un contexto de incertidumbre política y global.
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Los mercados argentinos en 2025 están marcados por caídas en el Merval.
Seis Meses de Pausa Tras un Rally Histórico
En 2024, los mercados argentinos vivieron un auge sin precedentes, impulsados por las reformas del gobierno de Javier Milei y las expectativas sobre una normalización económica. El S&P Merval, principal índice bursátil del país, se disparó un 122% en términos de dólares, respaldado por el optimismo generado por la consolidación fiscal. Los bonos soberanos también subieron, y el riesgo país, medido por el Índice de Bonos de Mercados Emergentes (EMBI) de JPMorgan, tocó un mínimo de 559 puntos básicos el 9 de enero de 2025, reflejando una renovada confianza de los inversores.
Sin embargo, ese impulso se ha desvanecido. Desde enero, el Merval ha perdido un 25% en dólares. Las acciones de bancos como Banco Galicia y Banco Macro han caído entre un 18% y un 28%, mientras que sus American Depositary Receipts (ADRs) que cotizan en Wall Street han registrado pérdidas de hasta un 33%. YPF, un referente del mercado local, ha retrocedido un 21% en el mercado doméstico y un 26% en su ADR. Los bonos soberanos, como los AL30 y GD35, también han mostrado una tendencia bajista, a pesar de los pagos de renta y amortización realizados por el gobierno. El riesgo país, por su parte, escaló hasta casi 1.000 puntos básicos en abril, para luego estabilizarse en un rango volátil de 670 a 730 puntos.
Reservas y Política Cambiaria: El Corazón del Problema
Un factor clave en el ánimo del mercado ha sido la política cambiaria del Banco Central de la República Argentina (BCRA) y su impacto en las reservas internacionales. En 2024, las compras de dólares por parte del BCRA alimentaron el optimismo, ya que el aumento de reservas se correlacionó con una caída del riesgo país.
En 2025, sin embargo, el cambio del BCRA a ventas netas de dólares en los primeros meses—motivado por la percepción de un peso sobrevaluado y una posible modificación del esquema cambiario—coincidió con un fuerte repunte del riesgo país. La decisión de abril de abandonar los controles cambiarios estrictos y adoptar un esquema de flotación administrada con bandas de intervención estabilizó el peso, pero no logró restaurar la confianza de los inversores. El mercado distingue entre el crecimiento de las reservas por compras genuinas del BCRA y las reservas provenientes de préstamos o repos, las segundas no generan la misma confianza.
Un gráfico comparativo de mercados emergentes ilustra esta dinámica: países con mayores reservas en relación con su PBI, como Perú, presentan consistentemente un riesgo país más bajo, incluso en contextos de inestabilidad política.
En el caso de Argentina, las reservas, impulsadas por un acuerdo de 20.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y préstamos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, no han logrado traducirse en una reducción sostenida del riesgo país.
Bonos y la Carga de la Deuda
Los bonos soberanos argentinos han reflejado la inquietud del mercado. A pesar de los exitosos pagos de deuda en enero y julio, incluyendo los bonos AL30 y GD46, los precios han mostrado una tendencia descendente. La inminente “muralla de deuda” en moneda extranjera, mayoritariamente en manos de acreedores externos, subraya la magnitud del desafío. Con un riesgo país de 700 puntos básicos, Argentina permanece prácticamente excluida de los mercados internacionales de crédito, lo que complica la refinanciación de sus obligaciones. Un riesgo país por encima de 600 puntos básicos prácticamente cierra el acceso a los mercados de bonos globales. Sin acceso a crédito asequible, el refinanciamiento se convierte en una tarea titánica.
Vientos Políticos y Económicos en Contra
El segundo semestre de 2025 promete más volatilidad, impulsada por las elecciones de medio término y señales de debilitamiento en los resultados económicos. La balanza de pagos, un indicador clave de la salud externa, muestra tensiones, con salidas netas en servicios y pagos de intereses por 3.900 millones de dólares en los primeros meses de 2025.
Los reveses políticos, como la reciente derrota en el Senado de una legislación clave que afecta el resultado fiscal, han añadido incertidumbre. Las elecciones de octubre podrían amplificar la volatilidad, un resultado sólido para el oficialismo podría restaurar la confianza, pero un escenario fragmentado podría profundizar las ventas.
¿Qué Sigue?
La pausa de seis meses en los mercados refleja más que una corrección tras el rally; señala una reevaluación más amplia del camino económico de Argentina. Los inversores están expresando escepticismo sobre la capacidad del gobierno para navegar un paisaje complejo de riesgos políticos, obligaciones de deuda externa y vientos en contra globales. La caída del 25% del Merval, el desempeño errático de los bonos y la incapacidad del riesgo país para retomar su senda bajista indican un mercado que exige pruebas más claras de sostenibilidad.
Por ahora, los mercados financieros argentinos están en una encrucijada. Un resultado electoral decisivo podría reavivar el optimismo, llevando el riesgo país de vuelta a los mínimos de 2024. Por el contrario, no abordar la calidad de las reservas, la sostenibilidad de la deuda externa o la volatilidad política podría consolidar el actual malestar.
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