17 de septiembre 2019 - 00:00

Pymes: con pedido de bono privado, sin financiamiento y ahogo impositivo

El bono se suma a la devaluación y a la mayor inflación. Un momento difícil para pymes.

Las pymes facturan más por inflación y pagan más impuestos con menor rentabilidad para sostener su capital de trabajo.
Las pymes facturan más por inflación y pagan más impuestos con menor rentabilidad para sostener su capital de trabajo.

Bono si o bono no. La tensión en la última semana se da entre el Gobierno que habla sector por sector para el pago de un bono privado de $ 5.000 aunque por ahora descarta la posibilidad del DNU. La devaluación y la aceleración de la inflación implica una fuerte caída del poder adquisitivo del consumidor. El efecto positivo del programa de quita de IVA sobre alimentos de la canasta básica fue para agosto pero en septiembre se comienzan a relevar aumentos que superarían el 21% de quita en el acumulado de aumento de precios bimestral.

Las ventas minoristas de acuerdo a la CAME cayeron 18,6% en el mes de agosto y acumulan una baja de 12,5% en lo que va del año. Si analizamos la situación del consumo masivo no es mucho mejor donde los pequeños autoservicios tuvieron una caída del 12% en el mes de agosto en forma interanual de acuerdo a Focus Market – Scanntech. A nivel industrial la capacidad instalada de acuerdo al INDEC es del 59,1% al mes de junio medido en forma interanual. Con una estabilidad en julio para agosto y septiembre la capacidad instalada se ve afectada nuevamente.

Las pymes facturan más por inflación y pagan más impuestos con menor rentabilidad para sostener su capital de trabajo. La tasa de interés de las Leliq recortan su tendencia alcista pero aún en un 84%. Los problemas de financiamiento se agravan.

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Desde inicios del segundo trimestre del año pasado el crédito al sector privado se desaceleró fuertemente, lo que combinado con una inflación galopante se transformó en una importante retracción real. En efecto, a agosto de este año, los préstamos al sector privado se mantuvieron en valores nominales respecto de sus niveles de un año atrás, es decir, se redujeron 55% en términos reales. El crédito más afectado fue el productivo, y de este, el más comúnmente utilizado por las PyMes (descuento de cheques), se volvió prácticamente prohibitivo. De hecho, la tasa de los documentos descontados (que incluye a los cheques) trepó a más del 70% anual (+ de 10 puntos porcentuales en sólo un mes).

En agosto pasado, post resultados electorales de las PASO, se produjo la tormenta perfecta: elevada incertidumbre política que derivó en un gran desconcierto sobre el valor al que finalmente se iba a estabilizar el peso argentino. Se sumó a ello la elevada inercia inflacionaria y dos eventos cambiarios disruptivos muy recientes (el de abril-mayo y agosto-septiembre del año previo). Otros factores, como la retracción de la demanda interna y el congelamiento de las tarifas públicas pudieron haber actuado como contención, al igual que la posterior decisión del Poder Ejecutivo de fijar hasta diciembre próximo (inclusive) el precio de los combustibles.

Uno de los resultados de las devaluaciones bruscas, reacomodamiento de precios e incertidumbre económica y financiera es que el mercado regula su entrega y testea su mejor opción de venta en contexto de contracción de la demanda. A su vez, se registran mayores plazos de cobro de las PyMes a grandes clientes y menores días de pago a sus grandes proveedores.

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De acuerdo al BCRA en julio la irregularidad de las financiaciones al sector privado se situó en 4,7% de la cartera total, aumentando 0,1 p.p. en el mes y 2,4 p.p. interanual. El ratio de mora de los préstamos a las empresas se incrementó 0,3 p.p. en el período (+3,3 p.p. internual) hasta 4,6%.

Del otro lado del mostrador el coeficiente de irregularidad de los préstamos a las familias disminuyó 0,1 p.p. (+1,3 p.p. interanual), ubicándose en 4,8%. Los créditos hipotecarios a las familias mantuvieron sin cambios su ratio de morosidad en el mes: 0,4% para el segmento en UVA y 0,7% para el resto.

Hacia fines de agosto se conocieron una serie de medidas del Banco Ciudad entre las que se incluyeron nuevos préstamos a tasas preferenciales (de hasta el 25% para MyPEs de CABA), tanto para descuento de documentos como para proyectos de inversión. A su vez, se establecieron nuevas tasas promocionales para emprendedores y para la línea para adquisición de taxis. Buscando apoyar la actividad comercial se ampliaron los beneficios del Paquete Comercio que reduce costos de operatoria bancaria en este banco y promueve las ventas mediante cuotas sin interés. Si bien se trata de una buena iniciativa, su alcance es limitado: estamos hablando de sólo unas 8.000 empresas que ya operan con el Banco Ciudad y un acceso a nuevo financiamiento por $2.600 millones durante el segundo semestre de 2018.

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Por su parte, la decisión del reintegro por parte del Gobierno de $2.000 por aportes a cada trabajador en relación de dependencia en una PyMe sumó un nuevo problema para algunas de estas empresas. Es que muchas de ellas pagan este tipo de impuestos a través de miniplanes de entre 3 y 6 cuotas. Ahora tendrá que pagarlos al contado a sus trabajadores, viéndose obligada a restar esos fondos de su escaso y costoso capital de trabajo. Por su parte, la contraparte del beneficio del reintegro viene el pedido del gobierno de un bono compensatorio privado de $ 5000 para el trabajador. La fórmula da siempre igual. Siempre poner nunca sacar.

Mientras la región y el mundo vuelve a tener crédito barato para sus Pymes las argentinas tienen las tasas de interés más altas del mundo. La presión impositiva ahoga al empresario que ya había perdido las capacidades de seguir nadando pero por falta de agua en la escasez de la demanda. Con el pedido de un bono privado se les pide que “aporten su granito de arena” cuando están tapadas por “un médano de deudas”.

* Analista Económico

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