26 de agosto 2005 - 00:00

Arremete Kirchner con nuevas denuncias a ritmo de campaña

El Presidente le puso nombre ayer al pacto que, dijo su esposa, unía al duhaldismo con piqueteros castellistas; en realidad son tres: Carlos Menem, Luis Patti y Eduardo Duhalde, a quienes el Presidente imaginó, para uso de campaña, en una alianza desestabilizadora (en realidad, sólo los dos últimos anotaron un frente electoral). Fue en un acto en Bahía Blanca y lo dijo en un tono más destemplado que el que había usado su esposa en el lanzamiento proselitista de Rosario. Néstor Kirchner hurgó en la responsabilidad del duhaldismo y los piqueteros en la caída de Fernando de la Rúa, pero casi los disculpó porque se trataba de un presidente que había incumplido la promesa electoral (no como él, aclaró). Las respuestas de la otra parte no demoraron: Menem repitió el vaticinio de prisión y neuropsiquiátrico; Duhalde ironizó con que no creía que Kirchner le atribuyera esas maldades; Patti dijo que lo movía a risa. Castells, finalmente, recordó que él había visitado no sólo a Menem y a Duhalde cuando eran presidentes, sino al propio Kirchner, y en dos oportunidades.

José María Diaz Bancalari y Chiche Duhalde.
José María Diaz Bancalari y Chiche Duhalde.
Néstor Kirchner le puso ayer nombre y apellido al «oscuro pacto de desestabilización» que dice haber visto su esposa: son Patti-Menem-Duhalde, que, dijo en Bahía Blanca, son funcionales a «algunos sectores que se dice que son revolucionarios». Cristina había señalado sin mencionarlo a Raúl Castells cuando pergeñó este argumento en el lanzamiento de la campaña en Rosario. Esta vez, el Presidente acusó a este trío de dirigentes (dos de los cuales integran un frente electoral en la provincia de Buenos Aires) de pretender una quimera, «que vuelva el pasado»; algo tan fantasioso como que «venga el futuro», que promete Kirchner.

El Presidente dedicó buena parte del discurso en esa ciudad a completar el montaje del escenario electoral que cree mejor conviene a sus intereses: juntar los sectores de la centroderecha que se referencian en Luis Patti (segundo en la elección a gobernador provincial en 2003, hoy socio de Duhalde para el 23 de octubre) y en Carlos Menem (a quien representa una lista con pocas chances de competir en la cancha grande) al verdadero adversario, la lista que anima Eduardo Duhalde con su esposa a la cabeza. ¿Cree el Presidente que frente a eso un voto bonaerense de centroizquierda va a buscar refugio en la lista de Cristina-Balestrini? Todo un ensayo de geometría electoral.

El discurso recordó que quienes lo llevaron a la presidencia le habían retaceado el apoyo a poco de asumir, que muchos de ellos lo apoyaron con el mezquino propósito de ganarse una banca o un puesto. Hubo dos novedades argumentales: primero prometió que en diciembre de 2007 dejará de ser presidente. Hasta ahora había deslizado que en esa fecha terminaría su mandato, una obviedad que ilusionó a algunos ( adversarios, claro). Esta vez fue más claro, dijo que dejará la presidencia.

La expresión reproduce en público lo que Kirchner les ha dicho a sus amigos en privado y ninguno de ellos dice creerle: que en 2007 quiere dejarle la presidencia a su esposa por un mandato y volver en 2011 por dos mandatos. Este proyecto se basa en que todo le va ir diez puntos. Si eso no ocurre, ¿para qué pensar en una reelección 2007?

• Familia

La segunda novedad fue una breve lección de moral de urgencia que dirigió no se sabe a quién. Rodeado por Felipe Solá, José Pampuro, Julio De Vido, Daniel Filmus, el vocero Miguel Núñez, y, entre otros, el intendente y candidato a diputado Julio Pereyra, el Presidente criticó a quienes llegan a los puestos públicos y se olvidan de su familia. Los funcionarios, predicó Kirchner, tienen que «amar a la familia como siempre y no amarla distinto cuando llegamos a un cargo determinado; cuando seguimos valorando que lo mejor que tenemos es nuestro hogar, nuestra familia, nuestros hijos, nuestros amigos y nuestro pueblo». Quienes lo rodeaban, todos funcionarios y claros varones, cruzaron miradas con cara de yo no fui. «Cuando se mantienen esos valores, es seguro que estamos ante un funcionario que va a ayudar a cambiar la patria», remató el Presidente.

La pieza, virulenta como pocas antes y lejos del ademán de moderación que había mostrado
Cristina el miércoles en Rosario, tuvo también sus resbalones discursivos. Entre las maldades del arco conspirativo que describió, incluyó haber desestabilizado a Fernando de la Rúa, algo que hasta ahora se les reprochaba sólo a Duhalde y a los piqueteros -y a muchos funcionarios de entonces y de hoy quienes estaban sobre el palco con el Presidente en el club Villa Mitre ayer. Con intención de escarnecer aquella maniobra sobre De la Rúa, Kirchner casi la justificó en las calidades del ex presidente. «Cuando se dedicaron a desestabilizar institucionalmente al país -dijo-lo hicieron con un presidente que había traicionado y olvidado lo que había jurado y por lo que el pueblo lo había votado; hoy hay un presidente que primero va a defender las ideas.» Casi una justificación de aquel «golpe institucional» (como llaman De la Rúa, Menem o Domingo Cavallo).

Otra mención de
Kirchner al pasado inquietó a los compañeros de escenario de ayer, cuando mencionó a los patacones como una de las atrocidadesdel pasado que los pactistas quieren hacer volver. «Una de las primeras medidas que tomamos fue rescatar los bonos, y el gobierno nacional puso 2.600 millones de pesos para que el pueblo de la provincia de Buenos Aires y de Bahía Blanca recuperara la dignidad de tener la moneda nacional», dijo. Llamó a esa moneda «los papelitos», puestosen circulación por funcionarios de aquel entonces que también estaban en el palco, inquietos seguramente por la duda de hasta dónde llevaría el Presidente la crítica.

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