Duhalde mandó a su congreso no confrontar con Kirchner
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Es más: tal lo prometido, y en medio de llamados a la «unidad» y a construir un partido «sin sectarismo», el duhaldismo aprobó un pedido de Baldomero Alvarez ( secretario del partido) para que se aplique rigurosamente el artículo 47° de la Carta Orgánica que fija sanciones a los peronistas que integren boletas extra-PJ.
Traducido: esa amenaza de expulsión no alcanza sólo a los leales a Solá sino también a los kirchneristas que, en un eventual escenario de ruptura, integren las listas del Frente para la Victoria (FPV), el sello electoral que inscribió Kirchner.
Así y todo, fue menos trágico de lo que se anunciaba. Originalmente, la idea era retocar el reglamento partidario para agravar las sanciones llevando a 10 los años de destierro que deberían sufrir los peronistas que compitan por otros partidos.
Pero la imposibilidad de alcanzar los dos tercios -ayer el duhaldismo logró reunir a 525 de los 906 del Congreso del PJ- impidió endurecer el tormento. Ese fue, en términos prácticos, el impacto de la ausencia de los felipistas que el jueves se citaron en La Plata.
El malestar más áspero, sin embargo, tenía otro destino. Los duhaldistas ardían ante la certeza de que Kirchner «operó» para que dos intendentes del conurbano, Julio Pereyra -de Florencio Varela- y Alberto Descalzo - de Ituzaingó-, no asistan al show duhaldista.
Cierto o no, ni Pereyra ni Descalzo -dos de los caciques preferidos de Kirchner- fueron a Lanús. En cambio, participó -en realidad, se sentó en una tribuna lateral y se fue sin saludar- Hugo Curto de Tres de Febrero, que completa la tríada de alcaldes con acceso VIP a Olivos.
Al margen de esas ausencias -y las obvias de Eduardo y Chiche Duhalde-, el PJ alineó a su tropa histórica: desde Eduardo Camaño y Graciela Giannettasio (que quedó como vice del Congreso) hasta el yerno/diputado Gustavo Ferri, pasando por intendentes, legisladores y militantes de todo rango, origen y color.
Sumó, además, a Aldo Rico, que tras su antiduhaldismo volvió al partido beneficiado por la amnistía que el congreso derramó sobre todos los peronistas que en 2003 fueron candidatos en listas enfrentadas al PJ.
• Táctica
Todos festejaron la certificación de pedigrí que pidió Quindimil. Pero el caudillo de Lanús fue el único orador que se salió del libreto que Duhalde trasmitió el viernes a los suyos y consiste en no chocar con el gobierno ni decir nada sobre futuras candidaturas.
El silencio seguirá siendo -como desde hace un mes- la táctica del ex presidente ante las embestidas de Kirchner para imponer a los gritos a su esposa, Cristina Fernández, como senadora nacional por Buenos Aires, maniobra que registró otra escalada en las últimas horas.
Por eso, Bancalari y Mércuri machacaron con el llamado a la «unidad» del PJ «sin sectarismos» y evitaron reaccionar ante la ferocidad con que Aníbal Fernández y José Pampuro tacharon la postura de Chiche Duhalde sobre las críticas de Kirchner a la alianza Macri-López Murphy.
Al final, «marchita peronista» de por medio, el congreso cerró su sesión de casi una hora, con los trámites completos que le permitirán -eso esperan- bloquear cualquier planteo legal que pueda promover el felipismo.
Pero, a pesar de la mística y el tumulto de los 525 delegados que reunió ayer, Duhalde no logró ocultar lo obvio: que con sus 330 congresales -sean 297 como dice el duhaldismo o 383 como «vende» el felipismo- Solá perforó la estructura que hace 15 años reina en la provincia.
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