Kirchner fustigó a radicales que decidieron no ser K
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Cobos, a su vez, reiteró el planteo de que no propugna una rotura del radicalismo. «Le digo a mi propio partido que acá no hay ninguna convicción, ningún principio de que se rompa ni que se doble; acá lo que hay que romper son las viejas estructuras.»
Fue, además, el formato que eligió el gobernador para gambetear las críticas de sus correligionarios respecto de que se vincula con el gobierno por necesidad. «Acá no hay toma y daca», dijo, luego, Kirchner.
Abusa Kirchner del conceptoadánico al suponer que todo empezó de cero luego de 2001 y que nadie recordará que Cobos fue aliado y protegido del radical malo que ahora es Roberto Iglesias, o que con Cristina Fernández avaló en el Congreso y en la convención de Santa Fe de 1994 el pacto de Olivos entre Menem y Alfonsín.
Pudo sí mostrar una escenografía adecuada para su pretensión unionista. En el polideportivo de San Rafael coincidieron radicales, peronistas y piqueteros. En el escenario estuvieron los candidatos a suceder a Cobos: el radical César Biffi y los peronistas Celso Jarque y Marita Perceval.
También el anfitrión Omar Félix, intendente peronista local, la primera dama Cristina Fernández y los ministros Aníbal Fernández y Julio De Vido, además de una ristra de legisladorese intendentes del peronismoy del radicalismo. Entre bambalinas, el ex gobernador Rodolfo Gabrielli, ex ministro de Duhalde y hoy funcionario kirchnerista.
Esa postal eligió Kirchner, luego de firmar una megaobra hídrica en el río Grande -a cambio de que la provincia desista en su demanda por los perjuicios por la promoción industrial a provincias vecinas- para mostrar que, aun en pesados, junta a partidos rivales.
«No va a ser nada fácil lograr que se reúnan el peronismo y al cobismo», dicen en Mendoza relevando un dato semántico que tiene lectura política: no es lo mismo hablar de cobismo que responde a Cobos que hablar de radicalismo. Kirchner ya avisó: que el PJ se fortalezca para negociar.
Así y todo, como regla general, la Casa Rosada insiste con la referencia pactista, pero, sobre todo, la pretensión nunca confesada de convertir al kirchnerismo en síntesis y superación del peronismo y el radicalismo. Por eso, Kirchner ignora a los partidos y los critica sin compasión.
«Hoy algunos dicen y hablan de que si hay que aumentarles o no a los jubilados, cuando los dos partidos mayoritarios los tuvieron 14 años en la heladera», dijo ayer en Mendoza.
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