Las dos damas en actos y atriles
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Con lo brava que era Eva Perón probablemente si viviera usaría a Chiche como secretaria, la que le alcanzaría las bicicletas o el pan dulce que sólo ella, por viveza y celos, pondría en manos de los pobres. A Cristina Kirchner, como es violenta, la tendría para ir a sacarles donaciones a «los oligarcas» que, obviamente también, ella repartiría. A Chiche la dejaría vestirse y peinarse igual. A Cristina no.
Como Cristina no puede atacar la situación de la provincia porque la gobierna Felipe Solá, que es aliado, y le pidieron parar el ataque a Duhalde, dedica la casi totalidad de la faz política del discurso a alabar al marido, que es el Presidente. Deberían informarle que a Hillary Clinton los expertos de imagen le silenciaron siempre alabar al marido porque no gusta al público esa actitud. Que siga alardeando tanto el mirar al pasado tampoco agrega votantes.
En general no gusta la agresividad de ninguno de los dos Kirchner sobre todo como leit motiv constante de sus discursos. Poseedor de gran suerte, con óptimo aporte del sector externo, invierno sin frío que eliminó el latente problema energético, desmoronamiento por corrupción de Lula en Brasil con quien en comparación perdía, arcas repletas de dinero para usar políticamente de aquí a octubre, probablemente el principal factor adverso que tenga el oficialismo en las próximas urnas sea su agresividad. Es grave porque, además, ni Néstor ni Cristina Kirchner tienen carisma como para arrastrar a la iracundia. La gente, aun los beneficiados directos, no siente a la pareja presidencial como comunes a ellos (que es la abismal diferencia que tienen con Juan y Eva Perón).
Chiche en cambio usa la humildad en sus discursos, todo lo opuesto. «Si el Presidente nos necesita lo apoyamos», dice. Tan sumisa parece que se asienta la impresión de que, apenas logren un número de escaños legislativos para asegurarse la supervivencia política y la supresión de la amenaza de juzgamientos, peligrosos se entregarán al kirchnerismo al que hoy se oponen por eso, sólo para que no los arrasen. Tampoco los Duhalde tienen carisma y menos propuestas. El carisma les rebotaba de Carlos Menem -cuando compartían todo- y del fluir de dinero de las arcas del Estado y del Banco Provincia para repartir, o sea el «voto pago fácil», como se dice del que prevalecerá en los comicios de octubre.
Para el grueso de la gente no hubo ayer atractivo en los actos, ni en los discursos ni en los personajes expuestos por televisión. Si algún voto se decidió ayer debió ser para Chiche Duhalde sólo por mostrarse no por el discurso: muchas personas -mujeres sobre todo- no la aprecian más ahora pero creen que votarla significará frenar a Cristina Kirchner.
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