9 de agosto 2005 - 00:00

Negocian los "gordos" su regreso junto a Moyano

Armando Cavalieri, Luis Barrionuevo y Chiche Duhalde.
Armando Cavalieri, Luis Barrionuevo y Chiche Duhalde.
¿Vuelven los «gordos» a la CGT? No está dicha la última palabra pero en el sindicalismo se está negociando el regreso de los sindicatos de Comercio, Luz y Fuerza, Sanidad, Unión Ferroviaria, La Fraternidad, Telefónicos y las demás organizaciones que abandonaron el consejo directivo que preside Hugo Moyano.

Todavía es difícil que las transacciones que se iniciaron tengan un final exitoso. Pero conocerlas permite descubrir las fuerzas que hoy dominan al sindicalismo, el debate interno que se desató por razones electorales y, sobre todo, los desafíos que acaso deba enfrentar Néstor Kirchner a partir de octubre.

Las conversaciones con los «gordos» principales, una trilogía que componen Armando Cavalieri, Oscar Lescano y Carlos West Ocampo, se iniciaron el jueves pasado, en UPCN, el sindicato que regentea Andrés «Centauro»

Rodríguez. Allí los tres disidentes se entrevistaron con el dueño de casa, Gerardo Martínez y Luis Barrionuevo. Este otro trío se caracteriza por sostener a Moyano desde una situación de independencia, es decir, con gran temor por quedar atrapados en el juego del camionero.

La propuesta inicial, formulada por los dueños de casa, no fue aceptada por los «gordos». Consistió en que se reincorporen a la mesa de conducción de la central obrera, enviando al secretario adjunto de cada gremio.

• Invitación

Mientras tanto, se convocaría a un Comité Central Confederal que los invitaría formalmente a regresar bajo el mismo techo.

Cavalieri, Lescano y West se negaron a un trámite tan sencillo y pusieron una condición adicional: «Ustedes no nos pueden pedir que ingresemos a la CGT sin un lugar en la conducción. Nadie quiere pelearse con Hugo pero el lugar de (José Luis) Lingieri nos corresponde a nosotros». No hubo que dar explicaciones: dada la conducta de Lingieri en los últimos tiempos, todo el mundo tiene contra él una factura. El retrato que se trazó del pobre Lingieri en esa oportunidad es imperdible: relata cómo el titular de Obras Sanitarias cambió de amigos de manera estruendosa desde que Carlos Menem abandonó el poder. «En los '90 formó parte de la corte del 'Turco' y administró su caja, en la Anssal, con criterios que algún día habrá que investigar. Mataba por subir al avión que llevaba a Anillaco, donde disfrutaba con los 45°C del verano.

Ahora traicionó a quienes le habían confiado ese lugar y se convirtió en 'joven K'. Lo único que permanece invariable es la pasión crematística: ahora lo hace como operador de Aguas Argentinas delante del gobierno.»

Esta saña no parece justificarse: ningún sindicalista resiste un análisis semejante si se lo mira de cerca. Tal vez Lingieri se destaque sólo por la pasión con que cambia de piel. Lo cierto es que los «gordos» decidieron poner su cabeza como prenda de cambio en la negociación con los independientes por el regreso a la CGT.

Mientras siguen jugando a la pelota con la cabeza del ex menemista Lingieri, estos sindicalistas decidieron lanzar la Mesa Sindical Lealtad Peronista Chiche Senadora. Se trata de una agrupación de apoyo a la candidatura de la esposa de Eduardo Duhalde. O, para decirlo con más precisión, de oposición a la candidatura de la esposa de Kirchner, Cristina Fernández. El experimento comenzó a gestarse cuando Duhalde recibió a un grupo de gremialistas en sus oficinas de la calle Hipólito Yrigoyen, hace dos semanas. Allí estuvieron Angel García ( Seguridad), Carlos Acuña (garajes), Julio Ieraci (Federación de Luz y Fuerza), Rodolfo Daer (Alimentación) y Reynaldo Hermoso (Químicos).

Duhalde quedó entusiasmado con sumar una estructura que podría compensar el déficit de fiscalización que comienza a padecer en la provincia -quién hubiera dicho- desde que Kirchner capturó la parte principal de su red de intendentes. Sin embargo, aparecieron inconvenientes cuando el caudillo de Lomas de Zamora pidió que se respetara la jerarquía del jefe de las 62 Organizaciones, Jerónimo Venegas.

O Duhalde ha quedado superado por la pelea con el Presidente o ha perfeccionado sus dotes de simulador. Precisamente la mesa que se está constituyendo es una expresión de descontento al modo en que se comportaron políticamente Moyano y Venegas, en sectores separados. Al camionero se le reprocha haber acomodado a sus amigos en las listas del gobierno sin siquiera consultar a sus pares. Como en los casos de los encuadramientos sindicales, Moyano demuestra todos los días que utiliza el poder que le dieron en la CGT para exclusivo beneficio personal (lo que sumado a la caracterización de Lingieri convierte a la dupla casi en una asociación ilícita, dicho esto simpáticamente, claro). En el caso de la política electoral, aprovechó su gravitación con Kirchner para convertir en candidato a diputado a Héctor Recalde, su laboralista y mentor (quien hará campaña con su denuncia contra las coimas del Senado, claro) y a Omar Viviani en la oferta porteña que diagramó Alberto Fernández. Simétrico, «Momo» Venegas colocó a su amigo Enrique Salinas (UOM) en la lista de Duhalde de diputados nacionales y a otro colaborador en la de candidatos de la Tercera Sección electoral.

• Lanzamiento

Para poner límites a Venegas pero, sobre todo, a Moyano, «independientes» y « gordos» han decidido montar la Mesa Sindical que se lanzará pasado mañana en un sindicato porteño (iba a ser en el de Daer, Alimentación, pero el ex secretario general de la CGT teme que el gobierno lo detecte y le active una causa judicial que navega sin luces por tribunales; temores lógicos).

¿Irá Chiche a la reunión que se hace en su homenaje? «Ni falta que hace», dicen los capitostes gremiales. Para ellos el objetivo no es celebrar a la esposa de Duhalde sino condicionar a Moyano y, si se puede, a Kirchner. Al mismo blanco apuntan con el regreso de los «gordos» a la CGT. Miran más allá de octubre. Creen que la inflación les jugará a favor y quieren advertirle a Moyano que, si pretende hacer de su relación con el gobierno un «negocio» solitario, correrá el riesgo de quedar aislado.

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